Javier González Fraga, el ex presidente del Banco Central, fue quien en 1991 cumplió el sueño de fundar La Salamandra, la empresa productora de dulce de leche que hoy, en manos de Cristóbal López, bajó la persiana.
La Salamandra, una pyme agroindustrial que exportaba más del 50 por ciento de su producción, famosa por el dulce de leche y la muzzarella de búfala, llegó a emplear a 50 personas y en 2002 fue vendida a la empresaria Cristina Miguens. Desde ese entonces, el economista sólo mantenía una nostálgica relación con la marca.
De hecho, el campo de 20 hectáreas donde Cristóbal López producía el dulce de leche son linderos al campo de González Fraga, llamado también La Salamandra, en donde hoy produce carne de búfala. "El tambo lo cerré hace dos años cuando dejé de venderle leche de búfala a Cristóbal López. Fue una decisión a piacere porque no conocía a los nuevos dueños", recuerda el economista, en diálogo con Apertura.com. Esa decisión les impidió seguir vendiendo la muzzarella, uno de los productos vedette de la firma.
¿Sabía que La Salamandra tenía problemas financieros?
Es una empresa que perdía entre $ 1 y 2 millones por mes. Sabía que estaba en problemas y que desde hacía dos meses negociaban su venta. Primero estuvo interesado un grupo brasileño, luego otro vinculado a la exportadora con la que trabajaban. También se rumoreó que la compañía productora de dulce de leche Vacalin estaba interesada pero no pudieron cerrar su venta.
Usted la gestionó diez años, ¿alguna vez fue rentable?
Es difícil decirlo. La fundé en 1991 y durante los diez años de mi gestión fue una etapa de crecimiento con deuda. De hecho en 2001 se incorpora Cristina Miguens como accionista con una inversión de US$ 2 millones que se utilizaron para capitalizarla porque yo no tenía los fondos para hacerlo. Luego, la asociación 50-50 complicó el manejo y al año se la vendí totalmente a Miguens.
Era una empresa de un tamaño complicado, focalizada en un producto premium con quesos, helados y una logística complicada. Ante situaciones como esta lo que uno tiene que preguntarse es por qué una pyme agroindustrial de reconocida calidad en el mundo no es rentable... No es sólo el caso de La Salamandra sino de muchas pymes agroindustriales argentinas.
¿Por qué no lo son?
Todos pagamos los impuestos pero la presión tributaria es insoportable, a lo que se suma el atraso cambiario que genera que una empresa que exporta no gane, y también la actitud hostil del sindicato que no permiten que la gente que hace una tarea se dedique a otra. No pueden parecer ministerios, y así no funciona una pyme. Por otra parte está el impacto de las regulaciones, todavía hay retenciones... Esta es una realidad que están sufriendo muchas pymes. El caso de La Salamandra no es aislado.