(*) Por Ing Mercedes Sacandiani
Responsable de Proyectos Fitopatógneos .
Dpto. Investigación y Servicio Técnico de Rizobacter

En las últimas campañas del cultivo de soja se ha observado un crecimiento sostenido del Síndrome de la Muerte Súbita (SMS) en lotes de producción de todas las regiones de la Argentina. La misma situación se da en zonas sojeras de Estados Unidos, Canadá, Brasil, Paraguay, Bolivia, y Uruguay. Por las pérdidas que causa está considera una de las cuatro enfermedades más perjudiciales que afectan a los cultivos.

Aunque instituciones oficiales y laboratorios privados están abocados al estudio de esta problemática sanitaria, ya se han establecidos técnica de manejo basadas principalmente en la elección de cultivares de buen comportamiento y el tratamiento de semillas con fungicidas.

Los organismos causales son hongos habitantes de suelo: 4 especies de Fusarium distintas (F. virguliforme , F. tucumaniae,, F. brasiliense y una especie nueva Fusarium crassistipitatum) y, si bien existen evidencias de la ocurrencia de infecciones muy tempranas, entre 3 y 4 días después de la emergencia, la clara expresión sintomática ocurre en los estados reproductivos avanzados R4 y R5. Estas especies no son causantes de podredumbre de la semilla y de tizón de plántulas en pre y pos-emergencia, a diferencia de otras especies de Fusarium ( como F. solani, F. oxysporum, F. graminearum, F. semitectum) que sí afectan el stand de plantas en estados tempranos del cultivo.

Las condiciones ambientales para el establecimiento de la enfermedad, también conocida como el síndrome de la muerte repentina, incluyen suelos productivos fértiles, húmedos, siembra directa con muchos años de soja sin rotación. La severidad es mayor con tiempo fresco, húmedo y suelos compactados con drenaje deficiente. Dichas condiciones, en el momento de la emergencia y posteriores a floración, son muy favorables para que se produzca la infección de las raíces y luego podredumbre conjuntamente con la expresión de los síntomas foliares.

Manifestación y pérdidas

La enfermedad, detectada por primera vez en 1991 en Arkansas Estados Unidos, causa disminución del rendimiento. El nivel de pérdida es variable, y depende de varios factores, entre ellos de la especie de Fusarium, genotipo, edad de la planta al momento de la infección, sitio de infección en la raíz, ambiente, condiciones edáficas, propiedades físico-químicas del suelo y fecha de siembra.

Los primeros síntomas generalmente se manifiestan a partir de floración, aunque pueden observarse en etapas vegetativas. Los síntomas foliares típicos consisten en clorosis con posterior necrosis internerval, semejante a las causadas por otros patógenos. Hay menor desarrollo y podredumbre de raíces, por lo cual las plantas afectadas puedan ser fácilmente extraídas del suelo, y la médula permanece blanca. En ocasiones se pueden observar signos sobre las raíces, representados por masa de conidios amarillos, azules, verdes, y observarse manchado rojizo en el cuello de las plantas que mueren prematuramente en forma aislada, más comúnmente en grupos, o a veces distribuidas por todo el lote.

Estudios realizados durante 2011, en Pergamino (Buenos Aires), marcando en un lote plantas enfermas versus sanas en cada una de 6 líneas de siembra, permitieron determinar una incidencia promedio de 51% y una reducción en el peso de 1000 granos del orden del 17,3%. En Inriville (Córdoba) se registraron pérdidas de rendimiento de 58%, en Leones de 54% y en Marcos Juárez de 47% En el centro-norte de Santa Fe, para esta última campaña, se determinó una prevalencia de lotes con SMS del 60% en soja de primera y del 15% en soja de segunda.

Técnicas de manejo

La siembra de cultivares de buen comportamiento constituye la principal herramienta de manejo del SMS. Pero además en el manejo integrado de la enfermedad se deben considerar otras medidas como el tratamiento de semillas, prácticas culturales (fechas y profundidad de siembra, cultivos antecesores, reducción de la compactación), control biológico, aspectos nutricionales e inducción de los mecanismos de defensas.

Entre las medidas de manejo exploradas, el tratamiento de la semilla es la herramienta más directa, ya que se trata de colocar un producto eficiente o fungitóxico en la semilla para que luego proteja a las raíces de las infecciones tempranas. La estrategia más recomendable es utilizar un terápico de semilla fungicida de amplio espectro de control y que sea compatible con la utilización de inouclantes. La combinación de los principios activos FLUDIOXONIL con el METALAXIL y el TIABENDAZOL (cuyo nombre comercial es Maxim Evolution) ha resultado ser la herramienta más eficiente para reducir o erradicar la aparición de esta enfermedad. Mientras tanto en los diferentes países se desarrollan diferentes líneas de investigación para hacer frente a la amenaza.