MONTEVIDEO.- Los pronósticos se confirmaron: la incógnita sobre quién sucederá a José Mujica en Uruguay se prolongará hasta fines de noviembre, en un ballottage que tendrá como protagonistas a Tabaré Vázquez y Luis Lacalle Pou. Será un duelo ideológico y generacional que decidirá la continuidad o el cambio.
El ex presidente y candidato del Frente Amplio obtuvo cerca del 47% de los votos, según varias encuestas en boca de urna (anoche no había resultados oficiales), pero no logró evitar una segunda vuelta con la estrella de la centroderecha, Lacalle Pou, que obtuvo el 31%. Detrás quedó, una vez más, el Partido Colorado. Su candidato, Pedro Bordaberry, que obtuvo el 13% de los votos, no perdió el tiempo: apoyó anoche a Lacalle Pou.
El Frente Amplio confirmó que se mantiene como la primera fuerza política. Pero esa ratificación se contraponía anoche con los pronósticos de que podría haber perdido la mayoría que tenía en las dos cámaras del Congreso desde la victoria de 2004, diez años ininterrumpidos de hegemonía legislativa.
"Quiero dar mi agradecimiento a los compañeros del Frente Amplio y al pueblo
frenteamplista, que fueron los que hicieron que esta fuerza política sea
nuevamente la más votada en Uruguay", dijo Tabaré luego de conocer los
resultados en boca de urna.
"Encararemos la nueva etapa en busca de la Presidencia en el diálogo, en el respeto a otras fuerzas. Y más allá de las mayorías, el camino será buscar el diálogo y respeto y conocer las opiniones de otras fuerzas y buscar su apoyo en políticas", agregó.
El resultado de la elección sacó a las calles a los partidarios de las tres principales agrupaciones, que de alguna manera se las ingeniaron para celebrar cosas distintas.
Tabaré podía felicitarse de ser el más votado y quien cuenta con más chances para la próxima ronda. Los seguidores de Lacalle Pou se alegraron por la confirmación de que pelearán por la presidencia en la segunda vuelta. Y los colorados, sin demasiada euforia para derrochar, saludaron que el Frente Amplio perdió las mayorías parlamentarias.
"La ilusión está intacta", dijo Lacalle Pou, con un semblante algo más decaído de lo que mostró en la campaña. "Vamos a hablar con todo el mundo, siempre y cuando en la negociación no nos desdibujemos."
Lacalle Pou tuvo el respaldo casi inmediato del Partido Colorado, aunque la suma de los votos de ambos partidos no supera a la del Frente Amplio.
Los que también festejaron fueron los militantes de la campaña contra la baja de la edad de responsabilidad penal de los menores. Porque ayer también se votó en Uruguay, junto con las nuevas autoridades, un plebiscito para autorizar la baja de 18 a 16 años de la edad de imputabilidad. La sola organización del plebiscito representó la expresión más fuerte de descontento de la ciudadanía con la creciente inseguridad del país, el tema que dominó la campaña junto con el también deteriorado sistema educativo.
"La de Lacalle Pou fue la campaña más prolija de esta temporada electoral, porque fue consistente desde el principio y logró de alguna manera imponer una práctica", dijo el encuestador Luis Eduardo González en declaraciones al canal 12. "La ilusión está intacta", dijo el candidato en sus primeras declaraciones después del cierre de la votación.
¿Qué pasó durante la campaña? De todo. El Frente Amplio había acudido a Tabaré Vázquez, el prestigioso ex presidente que dejó un buen recuerdo de su paso por el gobierno, de 2005 a 2010, para asegurarse la victoria en este 2014 y relegar a blancos y colorados, como en las últimas dos elecciones, al simple papel de comparsas.
Pero la irrupción de Lacalle Pou a mediados de junio pasado, como ganador de la interna de los blancos, torció el rumbo de una campaña que se venía demasiado cómoda para el oficialismo.
El eslogan "vamos bien" que propuso el Frente Amplio en los primeros tramos de la carrera, y que invitaba a conformarse con la cómoda inercia de las mejoras obtenidas en los últimos años, pronto se quedó rezagado ante el mensaje de Lacalle Pou. Sin recurrir a críticas innecesarias, y más bien eludiendo los golpes bajos que le llegaron, Lacalle Pou se presentó dispuesto a mejorar lo realizado y a cambiar lo que el oficialismo no había cambiado.
La idea era tranquilizar a los indecisos y a los desencantados con el Frente Amplio sobre el hecho de que no cambiaría el rumbo económico ni social del país. No habría refundaciones ni nadie perdería los derechos sociales obtenidos durante las dos gestiones consecutivas de centroizquierda.
El propio Mujica, un hombre habitualmente conciliador, llegó a perder la paciencia y se despachó sobre el eslogan de los blancos: "Qué positiva ni positiva. Nunca dialogaron en todos estos años, hasta torcieron la cara para saludar, ¿y ahora me hablan de diálogo? Yo diría: mentime que me gusta".
Pero así como dice una cosa, dice la otra, otro de sus sellos característicos. Y con esa dialéctica suya ayer afirmó, en declaraciones al ir a votar al modesto barrio del Cerro, que la elección "no es una guerra, es un escalón importante, pero el país va a seguir adelante".
En la misma frecuencia de serenidad electoral, Tabaré dijo al votar en el barrio de La Teja que éste sería su "último acto político público" si no alcanzaba la jefatura del Estado.
Tabaré levantó cabeza a mitad de campaña con un cambio de foco que frenó el drenaje de votos y estabilizó sus posibilidades. Cambió la placidez del "vamos bien" por el más proactivo "Uruguay no se detiene", con promesas y propuestas, similar al estilo de Lacalle Pou.
Además, en una medida destinada a convencer a los votantes de centro, confirmó que su ministro de Economía en caso de ganar sería Danilo Astori, que ya ocupó esa cartera durante su mandato comenzado en 2005.
Astori es el actual vicepresidente y, sobre todas las cosas, es uno de los principales responsables de la actual arquitectura económica de Uruguay, que después de diez años se mantiene en la senda del crecimiento.
Un crecimiento que ya no será la bonanza de otros años, por el cambio del contexto internacional, y que encontrará al próximo presidente en un escenario menos promisorio.