El sector agropecuario y agroindustrial debería celebrar realmente que el ministro de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación, Carlos Casamiquela, y el Superintendente de Seguros de la Nación, Juan Bontempo, hayan firmaron un convenio de colaboración para mejorar la gestión de la actividad agropecuaria frente a factores exógenos provocados por las inclemencias climáticas en todo el territorio nacional.
Es de esperar que este nuevo anuncio del gobierno nacional sea el definitivo para concretar una mesa de diálogo permanente - pública y privada – para la discusión de las políticas de riesgos agrícola entre el estado, el sector agropecuario y las aseguradoras, en la cual se propongan, se consensen y se haga el seguimiento de las políticas de riesgos agrícolas que necesita el sector y el país.
El sector agrícola representa el 2% de una producción de casi 100.000 millones de pesos de prima que tiene el sector asegurador y de ese porcentaje, casi 97 por ciento está concentrado en cubrir solamente granizo con adicionales. La Argentina que tiene 36 millones de hectáreas bajo cultivo de la cuales el 70% están aseguradas por un capital de $ 55.403 millones en 172.724 pólizas emitidas por 28 compañías que cubren los riesgos agrícolas, con una facturación $ 1.688 millones de prima para el ciclo 2012-2013 y $ 2.183 mil para el 2013-2014.
Esta acción cubertura agrícola fue desarrollada casi en soledad por la actividad privada, cubriendo solamente el rinde de indiferencia en las zonas con información climatología seria, para poder definir una prima técnicamente viable y económicamente aceptada para todas las partes.
Hoy el sector privado solo, diríamos que llego a un techo en su crecimiento y necesita la participación del estado como ocurre en todas partes del mundo.
Tampoco el Estado puede reemplazar a los sectores privados, promoviendo proyecto de seguros obligatorios que fracasaron en todas partes del mundo porque desaparece la competencia. Necesitamos un trabajo en común con todos los protagonistas para poder crecer con los seguros agropecuarios en otras zonas, mejorando la cobertura de los ingresos proyectados, en un trabajo simultáneo con los mercados a términos. No solo hay que cubrir cantidad sino el valor definitivo de granos a cobrar ante un siniestro climático.
Por lo tanto insisto que debe celebrar el sector agropecuario la decisión del Ministerios de Agricultura de avanzar en un trabajo en común con el sector privado- si esa es la decisión- para buscar los consensos necesarios para el desarrollo de una política de estado, para cubrir al sector agropecuario, la agroindustria y al mismo estado, para atenuar las pérdidas provocadas por los cambios climáticos y económicos, al bajar los precios de los granos como está ocurriendo en estos momentos.
Como un aporte al debate de esta futura mesa institucional, quiero enumerar algunas ideas sobre las políticas de riesgos agrícolas que implementaron diferente países latinoamericanos, según surgen de la información de ALASA –Asociación Latinoamericana para el Desarrollo del Seguro Agropecuario junto con el IICA y por los contactos personal con diferentes países y sus protagonistas. Entre la misma puedo mencionar las siguientes:
-Todos los países que implementaron políticas de estado para cubrir los riesgos climáticos y comerciales, lo hacen en un trabajo en conjunto entre el sector público y privado. El trabajo es permanente para la elaboración como para el seguimiento, por los cambios climáticos y comerciales que ocurren mensualmente en diferentes partes del país.
-El seguro agrícola en ningunos de dichos países es obligatorio. Las políticas están respaldadas con legislaciones que le dan previsibilidad más allá de los cambios de dirigentes, funcionarios y de gobierno.
-La mayoría de los países asumieron que es más barato para las arcas fiscales, subsidiar la prima para ampliar el uso del seguro. De esa forma se achica la responsabilidad del estado al atender solamente los riesgos no previsibles. La idea central de dicha política es transferir los mayores riesgos por medios de las reaseguradoras internacionales al mundo, atomizando de esa forma los riesgos internos.
-En la mayoría de los países el subsidio a la prima del seguro es de un 50% de promedio. A grupo de productores chicos el subsidio llega a 80%. Tiene un sistema de asignación ágil, ecuánime y solidario como debe ser una buena politica de seguro. Existe en países como Brasil un tope máximo por productor para adquirir seguro con subsidios.
-En la mayoría de los países la primera medida para concretar una política de estado para cubrir los riesgos climáticos, fue empezar subsidiando la prima del seguro, bajar la carga de los impuestos como el IVA e impuestos provinciales para incentivar el uso del seguro.
-Para cubrir los riesgos por desastre y catástrofe no previsibles se
implementaron fondos específicos anti cíclicos para poder cubrir las
responsabilidades del estado por los bienes no asegurables. El productor para
poder acceder al fondo catastrófico debe tener asegurado todos los bienes
asegurables como una forma de inducir agresivamente el uso del seguro.
-Entre otros incentivos para mejoran los subsidios a la prima de cada productor, están por el uso de buenas prácticas agronómicas, el cuidado del medio ambiente, la rotación de diferentes cultivos según un programa preestablecido y el uso de semillas específicamente en bases a transformaciones biotecnológicas para asegura que los cultivos puedan responder mejor a factores climáticos adversos. Las provincias y los municipios tienen muchos que aportar a este tema porque son partes involucradas directas.
-Todas las políticas crediticias se acuerdan con garantía de un seguro para un mayor apoyo crediticio y mejores condiciones para productores más chicos. Estas políticas en los banco oficiales tuvieron la virtud de achicar las carteras en mora por riesgos climáticos.
-Dichas políticas tienen también el objetivo de incentivar los cambios culturales en el uso del seguro. Todo lo previsible se asegura y lo no previsible se atiende con fondos catastróficos creados para tal fin.
Después de esta enumeración de ideas de políticas para cubrir los riesgos climáticos y comerciales vigentes en Latinoamérica, me parece oportuno ponerle algunos números para poder cuantificar de que estamos hablando. En una hipótesis de subsidiar con el 50% de la prima total de $ 1.688 de seguros para 36 millones de hectáreas agrícolas que se sembraron en 2012-2013 habría que haber dispuesto solamente 844 millones anuales.
Cuantificando las pérdidas que provocó cualquier sequia o inundación en privados y el estado en cualquier provincia o departamento de provincia grande, represento muchos más que 844 millones de pesos. Si este evento climático se da en varias provincia juntas estas cifras se pueden multiplicar por 10 o por 100 veces para el país.
Concluyo expresando que la implementación de políticas de estado para atender los riesgos climáticos y comerciales es de una estratégica acción geopolítica que también tiene el seguro agrícola, porque permite que ningún productor por riesgos climáticos sea expulsado del sistema como sujeto de producción.
Con todos estos argumentos incontrastable de la realidad que venimos asistiendo y muchos más que se pueden agregar, no debería haber más justificativo para que la dirigencia empresarial y politica siga demorando la implantación de las políticas de estado para cubrir el riesgo climático y económico para todas las zonas del país y todos sus productores, que esencialmente debería surgir de una mesas de dialogo a crearse para discutir todos los riesgos agrícolas que se producen en el país.
Por Arturo Navarro - exclusivo Agrositio