Consumidores preocupados por la calidad de los alimentos. Son cuestiones que hasta hace relativamente pocos años atrás no tenían espacio más que en alguna discusión académica. Hoy han copado buena parte de la agenda mundial.

No hay actividad del hombre que haya quedado afuera de estas preocupaciones. Pero ninguna concita tanta atención como la producción de alimentos, que se encuentra en el mismo centro de las discusiones sobre el futuro de la humanidad y el planeta.

Es entonces casi inevitable que en el futuro cercano el negocio de los productores cambie, con mayores regulaciones y exigencias de calidad, inocuidad y trazabilidad de los alimentos.

Por todo esto cada vez que se juntan los científicos relacionados con el agro para intercambiar información sobre la marcha de sus trabajos hay que parar inmediatamente la oreja y prestar atención. Esta semana se realizó en Buenos Aires el 37º Congreso Argentino de Producción Animal en la que 80 disertantes de 12 países de América latina, Estados Unidos, Europa y Oceanía debatieron sobre el presente y el futuro de la actividad en los próximos veinte años. En el éxito de esta convocatoria mundial de investigadores mucho tuvieron que ver la participación de la American Society of Animal Science (ASAS) y la Sociedad Chilena de Producción Animal. Los investigadores se muestran muy interesados en generar redes de trabajo para construir el mayor intercambio posible.

¿Qué conclusiones sacaron a lo largo de las tres jornadas? Básicamente que el proceso de intensificación de la producción ganadera se topa ahora con un límite muy preciso que le impone el ambiente o la conciencia ambiental de la población. La emisión de gases de efecto invernadero por parte de los rumiantes, la contaminación de las napas por nitratos por la concentración animal o la degradación de los suelos son realidades que hoy participan la ecuación productiva.

El investigador Enrique Viglizzo (INTA-Conicet) abogó por dejar de ver a la producción ganadera en una sola dimensión, la productiva o la económica, y comenzar a analizarla en sus muchas otras dimensiones en las que intervienen los factores ambientales, sociales y de calidad y seguridad alimentaria. "La métrica para medir nuestros sistemas de producción se ha hecho más compleja", sostuvo Viglizzo.

La economía del agua y del carbono ahora cuenta. Producir alimentos deja una huella, ya sea de carbono por los gases de efecto invernadero que emite su cadena de producción o una huella de agua por el volumen total de agua dulce utilizada. Por caso, cada kilo de carne bovina producido tiene una huella de agua que varía de 10 a 17.000 litros de agua. En el caso del trigo su huella está entre los quinientos y mil litros.

En esto de ver el impacto de la intensificación de la producción ganadera en más de una dimensión, Viglizzo ofreció los valores que resultan de comparar la densidad de la producción de estiércol en los estados con mayor concentración de feedlots de los Estados Unidos y su equivalencia en residuos cloacales de ciudades importantes. Así, cinco ciudades como Nueva York equivalen a lo producido por los feedlots de Texas o se necesitan 14,5 Chicagos para igualar a los feedlots de Nebraska. En la Argentina se necesitan 1,5 ciudades como Córdoba para producir el equivalente a los feedlots de esa provincia.

Para Ernesto Viglizzo el debate sobre la intensificación de los sistemas se encuentra trabado entre dos visiones divergentes. "Los cultores de la agroecología nos dicen que hay que ponerle un límite a la irresponsabilidad organizada de la producción intensiva, mientras que los que trabajan por una intensificación sustentable afirman que hay que ponerle un límite a la ignorancia pluralista de la llamada ciencia agro-ecológica." Para Viglizzo no hay una solución única sino que al tener que lidiar con problemas complejos se encuentran sólo soluciones de compromiso donde al elegir, siempre hay algo que se resigna."La evaluación constante es una necesidad en un proceso para producir más alimentos que ya está lanzado", afirma.

Si bien la ganadería argentina está todavía lejos de un nivel de intensificación que ponga en riesgo al ambiente vale la pena ir tomando nota de lo que está ocurriendo con quienes están un paso adelante para anticipar las soluciones.

Los investigadores argentinos Rolando Vibart y Santiago Utsumi, radicados en Nueva Zelanda y Estados Unidos, describieron los desafíos que enfrentan las ganaderías de estos países. Los trabajos de Rolando Vibart en el AgResearch en tambos neozelandeses están enfocados al crecimiento de la producción, pero disminuyendo las emisiones de óxido nitroso, de metano y la lixiviación de nitrógeno a las napas. "Las regulaciones están en camino. Hoy ya existen en Nueva Zelanda exigencias en los tambos sobre el balance de nutrientes y el manejo de efluentes", advirtió Vibart.

Los trabajos en el AgResearch indican que, con evitar el sobrepastoreo, lograr buenas eficiencias reproductivas y tener un buen manejo nutricional es posible disminuir 10% las emisiones de efecto invernadero y hasta un 30% la pérdida de nitrógeno que afectan los cursos de agua.

Rolando Vibart recomienda comenzar a medir en los sistemas productivos la entrada y salida de nutrientes y hacer los balances. Así se podrá saber cuánto nitrógeno fue a la orina y a la materia fecal.

Por su parte, Santiago Utsumi, que trabaja en el proyecto lechero de la Universidad de Michigan, está cuantificando el impacto que tiene la intensificación en sistemas pastoriles. En sus múltiples ensayos observó que tenían la misma eficiencia de conversión tanto un sistema intensivo de alta carga y alta suplementación como uno de baja carga y baja suplementación. Las cargas medias son las que lograrían la ecuación más equilibrada entre la rentabilidad y el cuidado del ambiente.

MÁS, PERO CON EQUILIBRIO

Sistemas pastoriles intensivos bajo la lupa

Rolando Vibart

Investigador

"Hoy se produce con límites ambientales, pero sin descuidar la rentabilidad. Hay prácticas que reducen 10% la emisión de gases."

20%

aumento de carga

De los tambos neozelandeses, que vienen intensificando sus sistemas de producción desde los años noventa. El primer ministro J. Key alertó que no se puede seguir intensificando a costa del ambiente

Santiago Utsumi

Investigador

"No todo lo que brilla es oro. Los modelos más intensivos a veces no mantienen un equilibrio ecológico adecuado.".