Por mucho tiempo, no habremos de ver precios como los de principios de año. Pocos dudan al respecto.

El gran detonante en la caída abrupta de valores ha sido la difícilmente previsible recuperación extraordinaria de la oferta mundial, de la mano de la producción norteamericana.

El clima se asoció a los farmers del norte. Y los precios no sólo golpean a los empresarios agrícolas del sur sino también a las economías de la región.

Ha contribuido, también, la percepción -no del todo clara aún- acerca de una disminución en el ritmo de crecimiento de la economía china. Es cierto que hasta ahora ha bajado el ritmo, pero… ¿es suficiente ello para inducir a una baja sostenida en la demanda? La pregunta no encuentra respuesta.

Finalmente, lo que ha venido a tirar combustible sobre el incipiente fuego es el “bidón financiero internacional”

El mundo financiero ha dejado atrás las tasas de interés excesivamente bajas y el dólar ha comenzado a incrementarse. Así las cosas, los fondos de inversión han empezado a distanciarse de los mercados granarios.

Con este cuadro, algunos analistas creen que el período de precios elevados ha finalizado. La realidad es que se está generalizando la idea de que la “bonanza” de precios a nivel internacional se encamina hacia su pronto fin.

La base estructural que permitiría pensar en una baja sostenida en los precios -por un buen tiempo- se fundamenta en una nueva etapa económica a donde EE.UU. habría ingresado con un dólar en proceso de alza respecto a las principales monedas y con un mayor rendimiento de las colocaciones financieras.

Tales características invitarían a los fondos a liquidar posiciones en granos. De hecho algo de esto ya está pasando.

Sin embargo, no está escrito que ello dure mucho.

Por ello, nos parece correcto dudar respecto a esta posición frente al futuro.

En primer lugar, no están dadas totalmente las condiciones para que el dólar continúe demasiado tiempo en suba. De hecho, el propio USDA proyecta una baja, luego de un breve período de suba.

En segundo lugar, existe una tendencia muy visible en el mundo hacia el incremento de la demanda alimentaria, no sólo por el aumento poblacional sino también por el ascenso de una gran parte de la población desde el estrato más humilde hacia el de la clase media.

China es un ejemplo claro de ello.

El gráfico que sigue nos de una idea.

¿Nos referimos a la oferta? En lo que hace a lo inmediato, a partir de estos días ha comenzado el denominado mercado climático sudamericano que, para el caso de la soja, resulta fundamental.

América del Sur ahora es una caja de imprevistos. Si el clima no llega a ser como se estima, la oferta caería y, desde estos valores relativamente bajos, lógico sería aguardar una considerable mejora.

Existe cierta preocupación por la siembra en Brasil donde hay regiones con escasa humedad por lo que la implantación ha empezado a retrasarse.

Respecto a la demanda, los meses finales del año son los que están determinados por las importaciones provenientes de EE.UU. Y la buena noticia es que las exportaciones de este país están evolucionando a toda marcha.

Al haber una baja de los precios internacionales de la soja, las industrias procesadoras de China se muestran más interesadas en adquirir mercadería del exterior.

En suma: el cuadro es grave pero no tanto…