Esteban Martínez, del departamento de Investigación de Nidera, hace su análisis del cultivo y presenta las líneas de su programa de mejoramiento.

El cultivo de sorgo fue uno de los grandes desplazados por la segunda revolución de las Pampas, cuando la soja comenzó a correr los planteos ganaderos –fuertemente asociados a la gramínea– a zonas marginales. Sin embargo, en los últimos 5 años, viene recuperando posiciones.

Según Esteban Martínez, del Departamento de Investigación en Sorgo de Nidera, “la industria semillera sigue apostando al cultivo ya que a la demanda argentina se le suma la de los países limítrofes, principalmente Brasil y Bolivia”. Esta demanda se verá pronto incrementada: ya se ha consensuado el protocolo sanitario que permitirá a la Argentina exportar la gramínea a China, el primer comprador mundial del producto.

Según cifras del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA), el gigante asiático alcanzó el podio en importaciones de sorgo en tiempo récord: mientras que en el ciclo 2011/12 apenas había adquirido 84.000 toneladas en otros países, la cifra alcanzó los 3,4 millones en 2013/14, y se espera que se incremente en medio millón más en el próximo ejercicio. Sólo tres países poseen actualmente permiso para exportar sorgo a la nación asiática: Australia, Myanmar y Estados Unidos, a los que pronto se sumará Argentina.

En el plano local, el área destinada al cultivo aumentó de 600.000 hectáreas a 1.200.000 en los últimos 5 años. Según Martínez, “la continua mejora y esfuerzo de las empresas por tener mejores materiales hicieron que la productividad siempre estuviera tendencialmente en alza, con una ganancia genética de alrededor de 70 kg/ha por año. A partir de 2005, la incertidumbre respecto de las lluvias, la cotización en pizarra, la posibilidad de cerrar negocios con precios a futuros y la falta de retenciones, hicieron que el cultivo vuelva a crecer en superficie”.

Para Martínez, sin embargo, existen algunas limitantes para su progreso, como la baja promoción respecto a otros cultivos, la falta de tecnologías –sobre todo herbicidas post emergentes– y la poca fluidez del mercado. Según el especialista de Nidera, el contexto actual del sorgo está caracterizado por un mercado atomizado, donde no hay grandes núcleos productivos sino productores aislados, y con mucho material no apto para la exportación.

“Esto hace que a los acopiadores les resulte un cultivo poco atractivo, ya que cuesta llenar sus silos, y que muchos productores no siembren sorgo por no tener dónde colocar su futura cosecha. Este círculo vicioso se irá destrabando en la medida en que alguno de los dos jugadores decida acopiar o producir más. En ese caso, sin dudas el área crecerá”, afirma Martínez. En este marco, la demanda china podría estimular una mayor siembra de la gramínea, y remover los obstáculos para su crecimiento en el país.

Mejoramiento

“El programa de mejoramiento de sorgo de Nidera cuenta con 30 años de experiencia, razón que nos avala como profundos conocedores de la especie y que justifica el desarrollo de un germoplasma adaptado a las principales zonas productoras del país, con una vasta gama de materiales candidatos a ser comerciales según las necesidades del mercado”, resalta Martínez. “Mediante la incorporación de germoplasma americano y australiano, el programa ha logrado una variabilidad genética importante y amplia”, añade.

El híbrido A9947W es un elocuente ejemplo del esfuerzo que la semillera ha invertido en este cultivo: un material de grano blanco –sinónimo de calidad– con muy bajo nivel de taninos, excelente potencial de rendimiento en grano, y buena cantidad y calidad de materia seca, ya que presenta buen nivel de azúcar y proteína en el tallo. Es ideal tanto para el ensilado de grano como de planta entera.

“Los sorgos de grano blanco poseen muy bajos niveles de taninos condensados, elementos indeseados en la dieta animal –sobre todo en los monogástricos, como cerdos y pollos– ya que fijan las proteínas del grano e inhiben la acción de las amilasas, reduciendo la digestibilidad del alimento”, explica Martínez, y agrega que por eso, “los sorgos de bajo tanino ofrecen una alternativa interesante para incrementar ganancias de peso en planteos ganaderos”.

Por otro lado, el sorgo es utilizado en la industria de la harina (ya que posee abundante almidón), y el hecho que el pericarpio sea blanco hace que la harina salga netamente blanca, sin coloración indeseada.

“Otro gran exponente del programa es el A9770M –indica el hombre de Nidera– un sorgo específicamente desarrollado para la difícil región norte del país, donde a las elevadas temperaturas se le suma la inestabilidad de las lluvias y el desarrollo masivo de enfermedades y plagas. Se trata de un material sano, estable y rendidor, que surge luego de muchos años de mejoramiento, y que representa no sólo un salto genético sobre nuestros productos comerciales, sino que se posiciona muy bien ante la competencia más exigente”.

“Es un sorgo granífero de alto potencial de rendimiento, adaptado específicamente a los ambientes del NEA. De ciclo medio, presenta una destacada sanidad, excelente excersión de la panoja y granos con taninos condensados, que ayudan a combatir el ataque de los pájaros. Más allá de su área de adaptación específica, es un material que se puede sembrar a nivel país, habiendo demostrado excelentes resultados a lo largo y a lo ancho”, describe.

Según Martínez, si bien el rendimiento en grano es el principal criterio de selección dentro del programa de mejoramiento, el sorgo es una especie de usos múltiples, razón por la cual “no sólo hacemos foco en lo que ocurre en la panoja sino también en hojas y tallo, valorando así la planta entera, y cuantificando tanto su productividad como su calidad”.