Brasil consiguió a finales de marzo el permiso oficial para exportar maíz a China, pero las ventas a los asiáticos no despegaron. Cuestiones de mercado, especialmente la amplia oferta global y la perspectiva de que el precio del grano caiga más en el segundo semestre, trabaron -aunque momentáneamente-un mercado al que a Brasil le costó más de dos años tener acceso. Algunos especulan con que un cultivo de maíz transgénico plantado en el país y prohibido por los chinos se convirtió en un obstáculo adicional para los negocios.
En los últimos seis años, China pasó de exportadora a importadora de maíz, como consecuencia de la creciente demanda interna empujada por el consumo de carnes; el grano es una materia prima para el forraje animal. Aunque el volumen actual de compra del país es relativamente bajo (en torno de tres millones de toneladas anuales), hubo un gran esfuerzo del gobierno brasileño para abrir ese mercado.
Cuando los dos países firmaron el acuerdo fitosanitario, en noviembre de 2013, el entonces ministro de Agricultura brasileño, Antonio Andrade, estimó que el país llegaría a vender a China 10 millones de toneladas, un número que sonó optimista frente a las 19,6 millones de toneladas que la FAO, brazo de las Naciones Unidas para la agricultura y alimentación, prevé que el país asiático importará en total del grano en 2022.
Pero los propios chinos llegaron a decirme que precisarían más de 40 millones de toneladas dentro de una década, dijo Alysson Paolinelli, presidente ejecutivo de Abramilho. De acuerdo a la asociación, que representa a los productores del país, Brasil enviará al exterior alrededor de 20 millones de toneladas del grano este año.
Sin embargo, datos del ministerio de Desarrollo, Industria y Comercio Exterior indican que Brasil no embarcó ni un kilo de maíz a China desde marzo. Exportó pequeños volúmenes en los meses anteriores a que se formalizara el acuerdo, probablemente como fruto de importaciones sin certificado o con errores de registro de destino, dijo Eduardo Sampaio, coordinador general de la secretaría de relaciones internacionales de Agricultura. Pero Sampaio señaló que hoy no existen más obstáculos desde el punto de vista protocolar. Tenemos la lista de empresas y todos los acuerdos necesarios se firmaron, explicó.
Lo que ocurre es que el mercado global de maíz está cómodo, según Sergio Mendes, director general de la Asociación Nacional de Exportadores de Cereal (Anec). Hay excedentes del grano en Brasil y previsión de una cosecha abundante en EE.UU. Entonces, los chinos no están preocupados, afirmó.
La expectativa es que el mercado mundial se inunde con más de 300 millones de toneladas de maíz entre octubre y noviembre, lo que tiende a empujar más hacia abajo los precios (acumula una caída de 14% en 2014). Los chinos están esperando para comprar cuando bajen más los precios, concluyó Francisco Peres, de Labhoro.