La Argentina ya vivió las consecuencias de una cesación de pagos, en el 2002. Con otro contexto, un posible default en el que amenaza incurrir el país a fin de mes generaría un efecto cascada que podría llegar hasta a recortar el área sembrada con maíz, el cultivo más caro de producir entre las siembras extensivas en la Argentina.
Entre sus consecuencias, caer en default hace más difícil el acceso al dinero porque se pagan tasas más caras para financiarlo, descontando que el país se vuelve menos creíble a los inversores y, a más riesgo, mayores intereses. Por eso, la cesación de pagos encarecería el crédito con el que los agricultores cuentan para financiar la implantación del cereal.
El país, que es el tercer exportador mundial de soja y maíz, negocia contrarreloj con los fondos buitre, que lograron que la justicia estadounidense bloqueara el pago a tenedores de bonos reestructurados.
Al productor se le va a hacer más complicado emprender los proyectos de siembra, y sobre todo va a impactar en el maíz, que es el cultivo más caro por hectárea, dijo a la agencia Reuters, Juan Rey Kelly, economista de Confederaciones Rurales Argentinas (CRA).
Los créditos son cruciales para el esquema de negocios de los agricultores locales. Sembrar maíz de buena calidad cuesta en promedio unos u$s 500 por hectárea. La soja, que se siembra casi en la misma época y es más resistente a los embates climáticos, demanda solo u$s 350 por hectárea.
Los grupos exportadores y empresas del sector suelen ayudar a los productores agrícolas a financiar las cosechas con préstamos, pero este flujo podría reducirse en caso de un default, como se espera que suceda con todo el financiamiento externo a la Argentina, indicó Reuters.
En ese caso, los productores no tendrían otra salida que volcarse al mercado de crédito interno. Resulta complicado cuantificar el impacto, pero un experto bajo condición de anonimato calculó que, en caso de default, la tasa de interés interna treparía al menos 10 puntos porcentuales a un 45% anual.
Según encuestas que está realizando la Sociedad Rural Argentina (SRA) ya está bajando el nivel de tecnología que se va a adquirir para la campaña próxima. En este sentido, Ernesto Ambrosetti, economista jefe de la SRA, explicó que se usan menos fertilizantes y menos agroquímicos, y eso genera pérdida de productividad.
Los altos costos, sumado a que desde 2006 las exportaciones de maíz están controladas por el Gobierno, erosionan el negocio, aseguran los productores.
El año pasado se sembraron 5,9 millones de hectáreas de maíz en el país, una caída del 3,3% respecto de la campaña previa. A pesar de todo, el director ejecutivo de Maizar, Martín Fraguío, se mostró optimista y dijo se buscarán formas de hacer funcionar el negocio. Si sobran muchos pesos, como vimos en años anteriores, al productor le conviene no gastar tanto en alquiler, sino alquilar menos hectáreas, invertir más por hectárea y obtener un rendimiento por hectárea mayor, señaló a Reuters. La visión de los economistas es razonable, pero me parece que hay que ponerse en los zapatos de la toma de decisiones real, acotó.