Los primeros síntomas comenzaron poco después del No positivo de Julio Cobos en la histórica votación que enterró para siempre el engendro de las retenciones móviles. Aquel entusiasmo participativo se fue esfumando gradualmente hasta llegar a este año en el que la mayoría de los productores se encerró con doble candado en la tranquera. Mal momento para rumiar los problemas a solas. Como tomar decisiones con una inflación, que ya tiene un piso del 35% y provoca un descalce de los precios relativos que deja a la buena de Dios el margen final de las inversiones.

Ya se sabe que andar cada uno por su cuenta siempre terminó siendo un muy mal negocio para los productores. Tanto en términos económicos como gremiales. Por ejemplo, no es una casualidad que la Cooperativa Agrícola Unión, de Justiniano Posse, Córdoba, tenga un bar funcionando en su sede central o materas entre sus oficinas administrativas. Sus dirigentes entendieron que las 500.000 toneladas de granos que acopian por año o los 10 millones de dólares en insumos comercializados dependen en primerísima instancia del sentimiento de pertenencia de sus productores. Están avalados por la teoría que dice que a más horas de charlas al p* en el bar, más conocimiento, más confianza y hasta más afecto es posible generar entre los productores. Ese tiempo de ocio y cafetería, tan superficialmente denostado, sigue produciendo más negocios que las oficinas, los celulares o los mails. Esto que parece una broma es más serio de lo que parece si se tiene en cuenta que el individualismo y el aislamiento de la gente de campo es un mal que está ganando la partida. Vale aclarar que el espíritu cooperativo que se vive en Justiniano Posse o el sentirse acompañado por una comunidad, federación o sociedad rural se repite en otras localidades del interior, pero son una excepción a la regla.

"La apatía es muy grande. Como nadie piensa que algo puede cambiar con este Gobierno, todos esperan con los brazos cruzados que llegue el 2015 y muy pocos participan de nuestras reuniones", confesaba el presidente de una rural del sur bonaerense que cuenta con un elenco estable de no más de 20 productores que lo acompañan en la gestión de la entidad a pesar de que registra cerca de 300 socios, que mantienen una ausencia perfecta, en un partido que tiene censado a 1100 productores. Números que se repiten en otras rurales. ¿No habrá llegado entonces el momento de que las entidades se ocupen de construir un sentimiento de pertenencia?

Porque, así como ocurre con los negocios, la acción gremial también necesita que previamente exista algo de capital social. Sin sentido de pertenencia no hay participación y sin participación de los productores es inevitable que el sector pierda peso político. Y cualquier gobierno después del 2015 lo tendrá en cuenta.

Para revertir esta situación, valga el caso de Confederaciones Rurales Argentinas (CRA) que apuesta al recambio generacional con los 1.00 jóvenes que participan en sus Ateneos Juveniles. Cuentan con una bar virtual: su cuenta de twitter @AteneosCRArg tiene 9000 seguidores.

Eso sí, no se pueden mirar a los ojos, pero por algo se empieza.