La compañía prometió reubicar a la mayor parte del personal.
Pese a que hubo marchas de vecinos, no hubo muchas chances de alterar la decisión sobre el cierre de la planta. La empresa aduce que ya no resulta rentable mantenerla en funcionamiento, no solo por la falta de girasol sino también porque no cuenta con una adecuada provisión de gas.
Por eso dejará en la zona solo un acopio y concentrará la producción de aceite en otras plantas de Necochea y Daireaux.
La posibilidad de que comiencen a cerrar plantas especializadas en la molienda de girasol había sido anticipada semanas atrás en el Congreso Anual de Asagir, la asociación que agrupa a esa cadena productiva. Los expertos hablaron de “ la peor siembra en 40 años ” y culparon de ello a la fuerte presión fiscal. Pese a ser una alternativa para muchas regiones agrícolas marginales, el girasol tributa casi tantas retenciones como la soja.
El retroceso del cultivo es visible. Según el Ministerio de Agricultura, esta última campaña se han sembrado 1,25 millones de hectáreas, 25% menos que en el año anterior. No se conoce registro tan bajo desde el ciclo 1974/75. La debacle es peor si se compara la situación actual con la del año 2000, cuando la cosecha llegó a 7,1 millones de toneladas. Este año apenas se superaron 3 millones.
Asagir advirtió que si no cambian las reglas de juego “se pondrá en crisis todo el andamiaje de agregado de valor de la oleaginosa, un negocio que en 2012 aportó 2.000 millones de dólares a la economía y que este año apenas llegará a los 1.400 millones”. El cierre de la planta de Villegas es el primer indicio en ese sentido. Va totalmente a contramano de la prédica oficial de “industrializar la ruralidad” y agregar valor en el interior.
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