El secretario de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación, Gabriel
Delgado, dijo que mejorar la eficiencia en alimentación ganadera permitirá
incrementar los índices de preñez, de destete y los kilos logrados por animal,
condición para romper con la tensión consumo interno-exportación.
“Logramos revolucionar la agricultura. Podemos hacer lo mismo con la ganadería”,
insistió Delgado para destacar que los productores cuentan con las tecnologías y
el conocimiento para hacerlo. “Con una mejor producción de kilos de materia seca
digestible por hectárea en los campos ganaderos y una mayor eficiencia de
cosecha gracias a la mecanización para la confección de forrajes se puede
mejorar el resultado”, apuntó para acotar luego que “muchas veces, los mismos
productores que aplican la máxima tecnología en agricultura no lo hacen en
ganadería”.
En su opinión, la fábrica de terneros es ineficiente, cuenta con índices de parición y de destete muy bajos. “Si logramos aumentar el peso de faena estaremos produciendo más kilos de carne con el actual stock, obteniendo un mayor remanente para la exportación con buenos precios internacionales y más carne con hueso para el mercado interno”, anunció. Para Delgado, aumentar el stock con la actual producción forrajera no representa un crecimiento sólido de la ganadería argentina sino un aumento de la relación de riesgo.
Números. “Hace más de 50 años que tenemos los mismos índices de destete –63% promedio en la Argentina, contra 85% en Estados Unidos y 88% en Europa–. Tenemos 22 millones de vacas y 12 millones y medio de terneros. Adicionalmente, contamos con uno de los niveles de consumo de carne más altos –de 114,7 kg/hab/año, de los cuales 64 kg fueron carne vacuna en 2013–. Y poseemos una gran eficiencia en la producción agrícola que no trasladamos a la producción de kilos en ganadería. La respuesta es aumentar el peso de faena y destete. Para lograrlo debe haber un reacomodamiento de la tecnología utilizada en la alimentación para que los sistemas puedan intensificarse y mejorar los índices de eficiencia productiva”, dijo el secretario durante su recorrida por Agroactiva que se realizó en un campo cercano a la ciudad santafesina de Cañada de Gómez.
Según un ejemplo presentado por Mario Bragachini, del INTA Manfredi, durante la última Jornada de Forrajes Conservados, partiendo de que en 2013 se faenaron 2,5 millones de novillos y suponiendo que el aumento de peso de faena de 100 kg de peso vivo en promedio se aplique a 1,25 millones de cabezas (50% de la faena de novillos), se obtendrían 72.500 toneladas (58% de rendimiento al gancho). Si se estima que de ese aumento de producción se extrae un 40% de cortes de alto valor, el incremento de exportación sería de 29.000 toneladas, lo cual representaría un 14% de incremento de las toneladas exportadas de carne bovina, quedando como remanente un adicional de 43.500 toneladas de cortes de menor precio para el mercado interno. El análisis da cuenta de las reales posibilidades que tiene la cadena de la carne si pone en marcha un proceso inevitable de tecnificación a partir de las herramientas que hoy están disponibles. Por otro lado, suponer un porcentaje de destetes un 15% mayor, implicaría 3,5 millones de cabezas más por año.
Hoy, el comercio exterior de carne representa menos del 5% de la producción nacional. Para Delgado, al igual que para el ministro Carlos Casamiquela, los argentinos debemos volver a tener una performance de 80/20 en materia de producción de carne. Es decir, comer el 80% y exportar el 20%.
Revolución verde para las vacas
Para poder lograr estos objetivos de manera estructural, y sin las históricas tensiones entre comer y exportar, “tenemos que hacer una revolución verde para las vacas”, apuntó Javier Delgado. En su opinión, no tenemos que darles el maíz malo, sino picar “un flor de maíz”, conservarlo y darles calidad, para que finalmente el costo de cada kilo de materia seca termine siendo muy inferior al costo de la pastura natural a campo. “Sin bajar el costo de la alimentación nunca será posible meterle los kilos ‘más caros’ al animal que además tiene que quedarse más tiempo en el campo. Y todo esto no sólo redunda en un animal más pesado, sino también en vacas con buena preñez y buen destete”. Ese es, para el funcionario, el desafío.
“Yo me crié en el campo y, por entonces, a las vacas se les daba de comer lo que sobraba. Con honrosas excepciones, hoy sigue parecida la cosa”, comentó Delgado. “Nosotros tenemos que trasladar la revolución productiva que hubo en la producción vegetal argentina a la producción de forraje. De esa forma podemos bajar a un décimo el costo de alimentación. Nunca vamos a tener novillos pesados de exportación de 450 kilos con un costo de kilo de animal que excede el costo de kilo de novillo que vas a vender. Más aún si consideramos que los últimos kilos son los más caros”, expresó.
Ya no tenemos que pensar solo en términos de stock sino en las reservas de alimento que generamos para ese stock. “La política ganadera debería ser una ‘olla’ gigante de comida para quedar exentos de los vaivenes que genera la falta de lluvia y pasto en el ciclo ganadero. Como decía un viejo ingeniero del INTA, ‘nunca llueve pasto’”, concluyó Delgado.