La predicción fue hecha por el ex presidente del Banco Central Alfonso Prat-Gay, un economista muy respetado que -al igual que un creciente número de expertos- espera que este país despegue una vez que termine el desastroso gobierno de la presidenta Cristina Kirchne r, después de las elecciones de octubre de 2015.
Prat-Gay terminó su discurso con una diapositiva en la que resumió su pronóstico en dos frases: "A corto plazo, sufrimiento"; "a largo plazo, boom".
Más tarde descubrí que Prat-Gay está lejos de ser el único economista que espera que la Argentina despegue después de las elecciones del año próximo, entre otros aspectos, porque el país recibirá una avalancha de dinero gracias a las nuevas reservas de petróleo y gas de esquisto, y porque todos los candidatos presidenciales son más responsables que Cristina Kirchner y, por lo tanto, es más probable que atraigan inversiones domésticas y foráneas.
Durante los últimos once años, la Presidenta y su difunto esposo han dilapidado la mayor bonanza económica que ha vivido este país en la historia reciente. Gran exportador de soja y otras materias primas, la Argentina se benefició como pocos países del crecimiento de China. Pero en lugar de invertir en mejorar la calidad educativa, salud e infraestructura, derrochó esta bonanza externa en una fiesta populista de subsidios masivos y corrupción. Como muchos lo anticipamos, la economía se desplomó.
Hoy la inflación es de 33% anual, las reservas extranjeras han caído al valor de cuatro meses de importaciones y la economía está virtualmente en recesión.
Pero la mayoría de los economistas independientes mencionan varios motivos para ser optimistas sobre la era post-Kirchner. Dicen que no es una coincidencia que el Mercado de Valores de la Argentina haya subido un 74% en dólares durante los últimos 12 meses: los grandes inversores ya miran más allá de la era Kirchner y anticipan que en 2016 empezará una época mucho mejor.
El giro del Mercado de Valores empezó después de las elecciones legislativas, en las que el Frente para la Victoria fue derrotado y quedó claro que la mandataria no podría cambiar la Constitución para intentar ser reelegida para un tercer mandato.
Entre los motivos para ser optimistas que mencionan los economistas están:
- Los principales candidatos presidenciales prometen un cambio de las políticas populistas que han ahuyentado a los inversores nacionales y extranjeros. Entre otras cosas, prometen restablecer la independencia del Banco Central, lo que generará más confianza en el país.
- Al mismo tiempo, la Argentina empezará a recibir enormes inversiones para desarrollar las reservas de petróleo y gas de esquisto de Vaca Muerta, la segunda reserva de ese tipo de gas más grande del mundo, después de China, y la cuarta reserva de petróleo del mundo. Estas enormes reservas no sólo resolverán el problema energético del país durante los próximos 200 años, sino que generarán una nueva fuente de inversiones, dicen los economistas.
- Además, la Argentina seguirá siendo un importante exportador de soja a China, incluso pese a la desaceleración económica, que no afecta de manera significativa las exportaciones argentinas de soja, porque los chinos no dejarán de comer, señalan los economistas.
"Nunca hemos tenido todo esto", dijo el ex presidente del Banco Central Prat-Gay, refiriéndose a las reservas de gas de esquisto y petróleo. "No creo que podamos ser tan estúpidos como para permitir que esta oportunidad se nos escape de las manos."
Mi opinión: la Argentina es el país de las oportunidades perdidas, donde los gobiernos populistas han logrado convertir uno de los países más ricos del mundo en un ejemplo internacional de decadencia económica. Me temo que la única manera de que la Argentina pueda escapar de su maldición populista será crear una norma constitucional que actúe como camisa de fuerza para impedir que los futuros presidentes derrochen los ingresos del país.
Por ejemplo, la Argentina podría hacer lo que hizo Noruega con el petróleo o Chile con el cobre y destinar un porcentaje de sus futuros ingresos de petróleo y de gas de esquisto para financiar educación de calidad, salud y obras de infraestructura.
Si hiciera eso, podría convertirse en la nueva estrella de la economía latinoamericana antes del final de esta década.