En lo que va de la campaña, las fábricas que compran soja para molerla y los exportadores que adquieren los porotos para enviarlos a destinos internacionales compraron solo el 30% de la cosecha de soja esperada, de unos 56 millones de toneladas. Según el Ministerio de Agricultura, para el 14 de mayo adquirieron 16,5 millones de toneladas de una producción récord de 56 millones de toneladas.
Para la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR), esa proporción de cosecha habitualmente se encuentra negociada ya a finales de marzo, es decir que la comercialización lleva un mes y medio de retraso.
Más allá del clima que demoró la cosecha, las expectativas cambiarias y una
estrategia de compra de fábricas y exportadores frenan las ventas.
Sin un norte seguro sobre la decisión que guiará la política cambiaria oficial
los productores prefieren ahorrar en soja, inclusive aunque los precios
internacionales a futuro no sean atractivos. Con la entrada de una buena cosecha
del hemisferio Norte, desde mediados de septiembre, los precios se van a
deprimir. Hoy muestran en los mercados de futuros un valor equivalente para las
posiciones de julio y septiembre, cercano a los u$s 330 por tonelada.
Adicionalmente, este año se comercializó un 30% menos de soja a través del mecanismo a fijar. Esta opción implica que el productor vende y entrega la mercadería, pero cierra el precio final cuando decide que el valor del mercado le conviene, dentro de un plazo límite estipulado por el comprador.
La caída de esta modalidad de venta responde a un cambio en las condiciones de mercado. Según explican desde la asociación de productores y thik tank del agro, Crea, en los últimos meses, algunos de los contratos a fijar comenzaron a registrar variaciones en las condiciones de fijación de precio: se cerraron contratos de compra tomando como referencia el valor mercado del comprador, en lugar de los precios de Pizarra, que en teoría reflejan el promedio de precios pagados en el día. Esto implica que el valor que recibirá el agricultor pierde la referencia que le daba ese mercado. Según la entidad, esto genera una información asimétrica, que termina perjudicando a aquellos que no cuenten con los recursos para su acceso, que en general son los productores de menor escala.
Si bien los especialistas consultados coinciden que este hecho no es determinante, sí restó toneladas al canal comercial cuando podría haber sido, inclusive, una herramienta de cobertura contra la devaluación.
Para la analista Lorena DAngelo, sin embargo, la diferencia en los volúmenes a fijar responde a que al empezar a sembrar, los productores no veían buenos precios para la soja y no usaron la herramienta.
Al respecto, el presidente de la Cámara Arbitral de Cereales de la BCR, Cristian Robertti, indicó a El Cronista que el mercado hace la pizarra, y no al revés, y agregó que los compradores este año decidieron hacer las operaciones a fijar con su propio mercado y ninguno de los actores mostró disconformidad. Los analistas, por su parte, coinciden en que la referencia natural de precios a fijar deberían ser, los mercados de futuros, sobre los que luego se hagan correcciones.