Pero hay soluciones, tanto macro como micro, al alcance de la mano.
Semana para olvidar
El Ejecutivo nacional transmitió, por lo menos, dos señales extremadamente peligrosas, en la última semana:
a) El aumento del 40% en las Asignaciones da una señal de “inflación esperada” muy superior, incluso a la que pronostican los privados, y reafirma la estrategia gubernamental de que el gasto público es bueno, porque reactiva y aumenta la recaudación.
b) La desautorización explícita al manejo monetario y cambiario del Banco Central, que le va a traer sin dudas, a los aprendices de brujos del Ministerio de Economía y por qué no, a la propia Presidenta, consecuencias que ellos no sabrán manejar, si se rompen ciertos “acuerdos”. El presidente del Central “habría dicho” que esperen un dólar a $ 9 o $ 9,5; a fin de año y efectuó un retoque del medio por ciento. El blue subió 4,7%; el contado con liqui 7,5 % y el bolsa 14%. Las empresas ya saben lo que les conviene.
Me explico mejor: la cosecha de soja es mayor a la esperada y, seguramente, habrá una buena siembra de trigo (18 % más según la Bolsa de Cereales). Es posible un arreglo favorable con el Club de París, sin demasiado costo de Reservas para el Banco Central. La recaudación ha crecido mucho más de lo esperado, a costa de una caída en el nivel de actividad económica. La conducción del Central y su astuta mesa de operaciones logró mantener acuerdos muy inteligentes, tanto con la CIARA como con la ANSES, que le permitieron negociar con los bancos, una estabilidad monetaria insólita , si uno se atiene al marco de política económica diseñado desde el Palacio de Hacienda.
Lamentablemente, los anuncios y la gestualidad presidencial en los últimos días, nos hacen extrañar aquella ausencia inteligente, que permitiera establecer la pax cambiaria. El Ministerio de Economía no está manejado por administradores de crisis. Darles la razón, en detrimento de lo actuado por el tandem Banco Central – ANSES – CIARA – bancos privados “que no hacen ola”, es un error extremadamente peligroso.
Lo que hemos visto en la última semana es la desautorización a los inteligentes y racionales, para confiar en los aprendices de brujo. Esto no debe continuar y es bueno que lo sepa la máxima autoridad del país, ya que se va a pegar un tiro en el pie, porque tiene la escopeta cargada. Por consiguiente, recupere, Señora Presidenta, su inteligente ausencia de las cadenas nacionales de otrora y espere a que termine de entrar el flujo de Reservas que le produce la exitosa cosecha de soja y solamente, una vez arreglado el problema cambiario y lograda la apertura del cepo cambiario, vuelva a comunicarnos que la transición política será un éxito y que Usted dejará ordenadas las finanzas, para que el próximo Gobierno sea al menos tan exitoso como el suyo.
El tiro en el pie
Desde 2007, la economía argentina es, aproximadamente, soja y suerte. Hace dos años nos enteramos de que había una Vaca muerta, pero era una vaca cara.
En nuestra modesta opinión, desde el 22 de enero, además de soja y suerte, se recuperó el valor de la política monetaria, de la que tanto hablaba y con sabiduría magistral, el admirado Lord Keynes. El Lord, que no era ningún sonso, jamás creyó que, en casos como los de la economía argentina actual, hubiera que cavar pozos y después taparlos o subir el gasto público. Le asignaba a la política monetaria un rol imprescindible en el manejo del ciclo económico.
Por supuesto que las cosas no se arreglan de un día para otro. La Argentina sufre hoy el dolor de cabeza de la borrachera pasada y, aunque Usted no lo crea, Señora, hay mucha gente queriendo invertir en nuestro país. Es una lástima que su Ministro de Economía, al abrumar a los racionales, con reclamos tales como “hay que bajar la tasa de interés”, no hace más que mostrar su desconocimiento de la realidad, con la que nunca experimentó ni siquiera el menor roce.
Créame, Señora Presidenta, que no le conviene seguir por este camino: si por cada centavo que sube el Dólar oficial, porque nadie hizo el ajuste fiscal, suben 7 a 10 centavos los dólares “timba”, todos los acuerdos de la pax cambiaria se caerán y no habrá ninguna posibilidad de parar, para un gobierno “en retirada”, una corrida cambiaria que será inevitable, si los bancos cortan “el pacto”. Para colmo, Usted no sabe quién la va a suceder y nadie de la oposición ha dicho, con claridad, qué va a hacer con lo que Usted le deje. Usted no es Bachelet. Y a Bachelet se le están cayendo las inversiones y llenando las plazas. De modo que tampoco se debería creer en los retornos gloriosos.
Soluciones
Su equipo económico, Señora, está atentando contra la macro, que hábilmente ejecuta el Banco Central. Y desconoce las soluciones micro, que existen, (más aún, con la admirable recaudación tributaria lograda en el mes de abril). A título de ejemplo, le menciono:
- Aunque Usted no lo recuerde, habló de un seguro agrícola obligatorio. Los seguros agrícolas, en su gestión, tienen 26,6% de carga tributaria y el productor que los toma apenas puede recuperar, el 10,5% del IVA que recibe por el grano. Mire qué fácil: puede bajar los costos financieros que soporta el productor, para asegurarse y así aplicar mejores tecnologías.
- Siempre habló de las corporaciones, pero en las economías cerradas y con cepo cambiario, el poder de monopolio y el abuso de posición dominante, se expresan en su mayor amplitud. Le doy un ejemplo: insumos básicos de la construcción y de la industria automotriz, que reactivarían el consumo y el empleo en La Argentina, hoy están con precios que, no solamente incorporaron la inflación del año pasado, sino que no han bajado del Dólar de $ 12, que tenían a comienzos de enero. Al monopolista, no le interesa vender sino aumentar su posición dominante. Existe en La Argentina, aunque nadie se acuerde, una legislación anti-trust y la Autoridad de Aplicación, que es la Secretaría de Comercio, puede actuar de oficio. Mientras no pueda eliminar el cepo cambiario y abrirles la economía a la competencia, para disminuir el poder monopólico, ¿por qué no hace actuar de oficio al Señor Costa, y así beneficiar la compra de insumos por parte de los que quieren tener su casa o su departamentito?.
- Si tan bien recaudó con los impuestos al comercio exterior, ¿por qué no reduce transitoriamente los Impuestos Internos a los automotores, para mantener empleo e inversiones en el país?. Mis cálculos indican que va a recaudar, por lo menos M$ 40.000 adicionales, vía Aduana, por Derechos de impo y expo y retenciones de IVA y Ganancias. ¿Qué le cuesta sacrificar $ 3.000 a 4.000, para que la rueda no se tranque?.
- Se debería resolver, ya y “de una vez y para siempre”, la cuestión del impuesto a las ganancias de los asalariados. A los laburantes, les gusta saber cuanto van a cobrar y si van a poder consumir o endeudarse.
Le estoy dando soluciones micro, que su equipo económico no le provee. Son para contribuir a afirmar la política monetario-cambiaria, consolidarla con una situación fiscal consistente y evitar que se pegue un tiro en el pie. Los reclamos por suspensiones, reducción de horas extras, caídas y ennegrecimiento del empleo, programas preventivos de crisis, etc., no deben ser atribuidos a la suba de la tasa de interés, si es que somos conscientes de que podrían haber sido evitados, con una inteligente política que asumiera -que la devaluación era un hecho, -que en parte iría a precios y costos y que, entonces, -la demanda de pesos debía ser sostenida a toda costa, si es que se pretende una transición de 19 meses, con cierta calma macroeconómica.
El efecto de la devaluación se está atenuando y e impactó sólo 1%, sobre los alimentos, en el mes de abril. Quiere decir que no era “loco” pensar, para el segundo semestre, en inflaciones mensuales promedio inferiores al 1%. Pero el dólar sugerido por Fabrega implica subas del 1,5 al 2,2% por mes (otra vez sopa). Con esos crecimientos en los precios, las tasas de interés se vuelven neutras o negativas (ni hablar si se las compara con los avances en los dólares timba de los últimos diez días)
¡Cuántas cosas nos evitaríamos si actuáramos inteligentemente! Lo hecho en la última semana transmite una sensación de desconcierto y provoca incertidumbre, a los que toman decisiones en la economía. Y eso cuesta caro.
Por Lic. Jorge Ingaramo
Fuente: Años de Campo