En los últimos tres años, el resultado económico de la ganadería en el establecimiento “San Pedro” –integrante del CREA Río Quinto– fue superior al agrícola. La receta para que eso sucediera: equiparar la profesionalización de ambas actividades.

“La ganadería necesita más TIR (Tasa Interna de Retorno) y menos intuición”, indicó Nicolás Marín Moreno, asesor del CREA Río Quinto, en una reciente jornada organizada por los CREA de la zona Centro.

Agregó que “la actividad pecuaria requiere más mano de obra capacitada y dedicación que la agricultura, pero puede ser mucho más rentable, además de estabilizar a las empresas”.

En los ciclos 2006/07 y 2007/08, la agricultura fue la estrella del negocio en la zona. La ganadería, en cambio, sin un modelo superador,  no podía competir (muchos decidieron entonces liquidar su rodeo).

Pero luego llegó la seca histórica de la campaña 2008/09, que demostró que ni la mejor agricultura en siembra directa era inmune al riesgo climático. Fue entonces cuando se decidió intensificar las mejoras tecnológicas que ya se estaban implementando en la ganadería de “San Pedro”, con resultados muy satisfactorios que superaron a los de la agricultura.

 

Corral

Se incorporó un corral de encierre para lograr mayor coincidencia de la demanda forrajera con la variación de la tasa de crecimiento de la alfalfa. “Cuando estacionalmente o por algún evento climático se reduce la oferta de alfalfa, las tropas se envían, una por una, al corral; de ese modo se adecua la carga a la producción del pasto, encerrando en primer término a las tropas más adelantadas en los corrales de engorde y, luego, a los terneros en el corral de recría, cuando aprieta el invierno”, comentó Marín Moreno.

La regulación de cuánto y cuándo se envía al corral depende del año. El objetivo es siempre mantener la mayor cantidad posible de animales engordando en el pasto (ya que se trata del recurso  de menor costo por kilo producido) y maximizar el peso de faena para mejorar la relación compra/venta.

“El costo actual a pasto es de unos 2 pesos por kilo producido, mientras que el del corral de recría es de 4 pesos y el de la grasa de terminación en el corral de engorde ronda los 12 pesos”, explicó el asesor CREA.

La introducción del corral permitió liberar muchas hectáreas, algunas de las cuales se destinaron a la producción de raciones de silo y rollos de alfalfa que son “vendidas” al área ganadera de la empresa (que se suman al grano de maíz que también se produce en el establecimiento).

 

Modelo

La vida útil de las alfalfas de corte (grupos 6 y 7) está presupuestada en un máximo de cuatro años (aunque puede ser de tres si las napas se deprimieran en exceso). Los rollos y los silos se elaboran con maquinaria propia. “La eficiencia de cosecha y el corte en el momento óptimo mejoró mucho la disponibilidad y calidad del recurso; eso, separando siempre los lotes de corte de los de pastoreo”, indicó el asesor.

Tanto en corte como en pastoreo, se utilizan alfalfas puras. “El objetivo permanente es lograr la uniformidad y el crecimiento vigoroso de la alfalfa. Debemos utilizar las lluvias anuales (750 milímetros en promedio) en la forma más eficiente posible. El costo de tener plantas vegetando o malezas en las praderas es semejante al de mantener animales que no engordan; es decir, es el costo más alto del sistema”, apuntó.

El modelo se abastece en un 100% con terneros provenientes de otros campos de la firma (para la gestión se toman a valor de mercado). “Todos los años ingresa una determinada cantidad de terneros y se van como novillos en menos de 12 meses; el sistema opera con una eficiencia industrial”, indicó Marín Moreno.

 

El precio de compra neto promedio de terneros en el ejercicio 2012/13 fue de 12,9 $/kg versus un precio de venta del gordo promedio de 10,2 $/kg. Eso da una relación de compraventa de 1,27 y una relación kg de entrada/kg de salida del 35% (por lo cual la relación de compraventa se comió un 9,45% del precio de venta).

 

Caro, pero rendidor

La meta de adecuar la oferta de alimento a las necesidades de los animales –pase lo que pase con el clima– no es por cierto la forma de producir más barata si se considera el costo unitario de producto.

"Pero si se toma el costo de oportunidad de la tierra, es la opción que ofrece mayor rentabilidad y estabilidad, con más sustentabilidad económica, social y ambiental”, dijo Marín Moreno. “Si bien exige inversiones significativas, ha demostrado que es posible aumentar la producción total de carne, mejorar significativamente el resultado económico y optimizar el uso del suelo”, agregó.

El corral es el amortiguador climático del pasto. Los novillos tienen que aumentar diariamente 0,70 kilos en la etapa de recría y 1,0 kilogramo en terminación. Cuando la tasa de crecimiento de la alfalfa es menor a la demanda, los novillos son encerrados hasta equilibrar los requerimientos con la oferta de pasto. “Es un trabajo de precisión en el cual el aporte del personal capacitado es fundamental”, apuntó Marín Moreno.

“Asimismo, los corrales se utilizan como arranque cuando hay terneros destetados de manera precoz o que llegan al establecimiento con menos de 180 kilos; eso mejora el desarrollo y la funcionalidad del rumen, evitando tener terneros poco eficientes, a la vez que permite aliviar –en caso de necesidad– la carga de algún campo de cría”, explicó el asesor.

La terminación, excepto en la primavera –cuando la alfalfa y el clima permiten engordes de alrededor de 1,0 kilo diario–, se realiza a corral para obtener el engrasamiento y el rinde que la industria requiere.