Hace más de cuarenta años, cuando Juan D. Perón ejercía su tercera presidencia, el entonces jefe del Ejército, teniente general Jorge R. Carcagno, acordó con el ala izquierda del peronismo representada por la Juventud Peronista -brazo político de la organización Montoneros- un operativo de acción social en la provincia de Buenos Aires para asistir a la población afectada por las inundaciones.

El nombre elegido para el operativo fue "Dorrego", la misma denominación del instituto constituido por el kirchnerismo para reescribir la historia en su versión. Aquel operativo precipitó la decisión de Perón de reemplazar a Carcagno, dado que preveía el enfrentamiento con el ala izquierda de su movimiento, que haría crisis cinco meses después, el 1° de mayo de 1974.

Ahora, desde antes de ser designado jefe del Ejército, César Milani vino desarrollando una relación personal con las organizaciones de derechos humanos alineadas con el Gobierno y, en particular, con las Madres de Plaza de Mayo y su titular, Hebe de Bonafini . Ella apoyó su designación y ello fue uno de los factores que permitieron, en diciembre pasado, remover las resistencias que existían en el Senado para su ascenso.

A fines del año pasado, el jefe del Ejército, en un hecho inusual, fue entrevistado y elogiado en la publicación periódica de las Madres de Plaza de Mayo. Lo que une a la actual conducción del Ejército con las Madres -históricamente antagonistas, desde fines de los años setenta- es hoy la adhesión al kirchnerismo.

Si bien es un hecho sorprendente para la política argentina contemporánea, no lo es para lo que sucede hoy en los países que integran la Alianza Bolivariana de las Américas (ALBA). Es que en Cuba, Venezuela, Ecuador, Bolivia y Nicaragua se tiene a los militares como un elemento central -en los dos primeros- o relevante -en los tres últimos- de la coalición que está en el poder.

En abril de 2013, siendo Milani todavía subjefe del Ejército, esta fuerza participó del operativo de acción social para asistir a las víctimas de las inundaciones en torno a la ciudad de La Plata, en el cual la agrupación kirchnerista La Cámpora distribuyó los elementos para asistir a los inundados, desde camiones del Ejército, tomando como base de operaciones el Regimiento de Infantería Mecanizado 7, cuyo cuartel está próximo a esa ciudad. La Presidenta se hizo presente en el cuartel y se fotografió con suboficiales mujeres.

Acciones conjuntas

En el reportaje mencionado, Milani había planteado la posibilidad de acciones conjuntas con las Madres. La primera de ellas tuvo lugar este mes de febrero, en la localidad bonaerense de Florencio Varela, uno de los municipios del conurbano bonaerense.

Con medios del Ejército del arma de Ingenieros a la que pertenece Milani, se realizaron en asentamientos -comúnmente llamados villas- tareas para abrir calles y espacios y prepararlos para su posterior urbanización. En el operativo, además de las autoridades del Ejército, se hicieron presentes Hebe de Bonafini y uno de los dirigentes más importantes de La Cámpora, Andrés Larroque.

No está clara la repercusión interna que dentro del Ejército tienen este tipo de operativos y esta alianza de la fuerza con sectores que han sido históricamente antagónicos a ella.

Reeditar el Operativo Dorrego realizado en 1973 entre el Ejército y la JP tiene por un lado un sentido político e ideológico y, por el otro, permite a la conducción del Ejército concretar un hecho en línea con su declamada integración al "proyecto nacional" del oficialismo.

No es nuevo que el Ejército trabaje en materia social desde el restablecimiento de la democracia, en diciembre de 1983. Lo ha hecho siempre, frente a emergencias y necesidades de diverso tipo.

Lo nuevo es que lo haga con una definida identificación política. Es que las Fuerzas Armadas, ante todo, son una parte esencial del Estado. Pero cuando se transforman en instrumento de una facción, no son menores los riesgos políticos que surgen, y la historia es elocuente al respecto.