"En esto no voy a involucrar a nadie que no sea yo. Soy responsable de todos los hechos que llevé adelante como funcionario público".
Sorprendió ese mensaje. Sobre todo cuando el propio Boudou, en abril de 2012, un día después del allanamiento a un departamento de su propiedad en Puerto Madero, involucró al entonces procurador general de la Nación, Esteban Righi, y a abogados de su estudio jurídico en supuestas maniobras asociadas a tráfico de influencias ante jueces federales, que quedaron en la nada. Los acusados por Boudou fueron sobreseídos por la Justicia, pero Righi debió renunciar a su cargo. El vicepresidente, en cambio, está a punto de ser indagado ante la acumulación de pruebas en su contra por negociaciones incompatibles con la función pública y enriquecimiento ilícito, pero sigue en el Gobierno.
Tras forzar no sólo la renuncia de Righi, sino además el alejamiento del fiscal Carlos Rívolo y del juez Daniel Rafecas de la causa Ciccone, ahora Boudou asegura que no involucrará a nadie más y que se "bancará" él solo lo que venga.
Podría interpretarse esto como un mensaje orientado a llevarles tranquilidad a Cristina Kirchner y a otros funcionarios. Pero también como todo lo contrario: una manera de decirle a la Presidenta que no habrá peligro de que encienda el ventilador sólo mientras ella lo sostenga como hasta ahora. Después de todo, tiempo atrás, Boudou puso bajo sospecha a casi todo el Gobierno cuando sugirió que el salvataje de la ex calcográfica Ciccone era una política oficial antes que una iniciativa propia.
El silencio es uno de los bienes más preciados en la política argentina, especialmente cuando ésta aparece vinculada con hechos de corrupción.
De cualquier forma, no hay por el momento demasiadas razones para pensar que Cristina Kirchner variará su postura y le soltará la mano a su vicepresidente. Ella siempre ha pensado que una renuncia de Boudou constituiría una señal de debilidad y una concesión inadmisible a la "corporación mediática". "Si hoy entregamos la cabeza de Boudou, mañana vendrán por mí", sigue siendo el razonamiento de la jefa del Estado. Al menos por ahora.