Luego de la ola de calor que se vivió en diciembre pasado y que se repitió en enero de 2014, los tamberos se mostraron preocupados porque la producción lechera disminuyó -en los casos más severos- hasta en un 15%, sin que aún se haya retornado a los niveles previos a la ola de calor, según informa el diario El Día de La Plata.
Teodoro Mulder, propietario de un tambo en la zona de Brandsen (donde funcionan 55 establecimientos lecheros) y representante de la Asociación de Criadores de Holando-Argentino (ACHA), comentó que durante esas agobiantes jornadas, en su establecimiento lechero registró pérdidas promedio de hasta 4 litros de leche por vaca cada día.
El fenómeno, dijo, se repite todos los años, pero esta vez fue más acuciante, ya que “durante dos semanas la temperatura ni siquiera descendía a la noche”.
Y agregó: “Yo digo que cada año ocurre con un poco más de calor”. Detrás de la disminución de los niveles de producción aparece lo que se conoce como “estrés calórico”.
Debido a las altas temperaturas, las vacas se estresan “porque sus cargas calóricas son mayores que su capacidad para disiparlas”, lo que se traduce en una merma en la cantidad de litros de leche que producen por día.
Pero esa no es la única consecuencia de estos períodos en que las condiciones climáticas se apartan de la zona de confort del rodeo lechero.
Desde el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) aseguran que los perjuicios económicos también se originan en la pérdida de peso de los animales, en la caída de los índices reproductivos, en el mayor riesgo de enfermedades y en el deterioro de los porcentajes de grasa y proteína en la leche.
Este último aspecto afecta sensiblemente la rentabilidad del sector. “Es lo que marca el precio de la leche”, explica Mulder, ya que “la mayoría de las industrias pagan por la calidad y su porcentaje de proteínas y grasas. Cuando hace mucho calor, como la vaca come menos, bajan las proteínas y las grasas. Y a su vez el precio cae”.
Otro factor que aparece con el calor es el denominado “problema de preñez”. “Cuando hace mucho calor, a la vaca le cuesta mucho más quedar preñada”, agrega el productor.
Horacio Salaverri, titular de Confederación de Asociaciones Rurales de Buenos Aires y La Pampa (CARBAP), señaló que este año “los casos más agudos se dieron en Córdoba (una familia sufrió la pérdida de 105 vacas), pero en la provincia de Buenos Aires, produjo un nivel de estrés en el animal de tambo que provocó pérdida de capacidad productiva en litros de leche”. “Los animales siempre sufren el calor -explica Mulder-. Una vaca que está produciendo leche es como una máquina: cuando la temperatura pasa de los 32 o 33 grados, empieza a sentirse molesta. Busca sombra y toma muchísima agua, más de 150 litros por día”.
“Durante esos días las vacas bajaron su producción hasta 4 litros, en promedio, cada una, por día”, sostuvo Mulder. Esa cantidad, estimó, representa entre el 10 y el 15% de la producción diaria de cada animal. “Hoy, en nuestra zona una vaca produce, en promedio, en verano, entre 20 y 22 litros de leche y en primavera unos 28 litros”, agregó Mulder.
El productor resaltó que otra consecuencia es que las vacas “bajaron unos cuántos kilos de peso, porque directamente no querían comer, sólo estar a la sombra. Sino le llevás mucho alimento a ese sector, directamente no comen”.
A su vez, sobre la manera en que las altas temperaturas afectan la alimentación vacuna, Salaverri explicó que el verano es “época de pasto”, en la que, por lo general no se recurre a la suplementación alimentaria. “Pero cuando el productor ve que la seca aprieta y que el pasto natural no está en condiciones, tiene que recurrir a suplementar, lo que genera un aumento en los costos de producción”.
Si bien los días de calor más sofocante ya parecen haber quedado atrás, sus secuelas son todavía palpables. “Cuando el animal baja su producción, después le cuesta mucho volver a sus anteriores niveles. La vaca puede bajar la productividad en 5 días y después le toma 25 días volver” a sus niveles previos.
“Es un alerta para que el año que viene tengamos más precauciones”, dijo Mulder, aunque advirtió que el sector está en la cuerda floja, debido a que la participación de los productores en el precio final de la leche en la góndola “es baja”. “Por el precio que recibimos de la leche no se puede hacer mucha inversión”, lamentó.