En lo que va del 2013, el cluster de maquinaria agrícola de Santa Fe, Córdoba y el norte de Buenos Aires viene peleando fuerte para no perder el terreno ganado en el mercado externo en los últimos años. Referentes de empresas y del INTA le aseguraron a Clarín Rural que la situación “no es mala” pero podría ser mucho mejor si se solucionan algunos problemas y se alinean objetivos estratégicos.

El crecimiento del sector en los últimos diez años fue vertiginoso. En el 2003, las exportaciones apenas alcanzaban los 25 millones de dólares anuales. Para el año pasado se habían multiplicado por quince y treparon hasta 385 millones de dólares, según los datos del INTA. En esta tendencia influyó el paradigma de la siembra directa, el liderazgo de la Argentina en el sistema de almacenamiento en silobolsas y la muy buena relación precio-calidad de los fierros nacionales. Pero hay algunas variables coyunturales que han erosionado parte de esta competitividad.

“Hay un descenso promedio del 15% al 20% en las exportaciones de algunos rubros, si se comparan los tres primeros trimestres de 2013 con los de los últimos tres años. Los sectores más perjudicados son sembradoras, pulverizadoras, tolvas autodescargables, embolsadoras y extractoras”, precisa Mario Bragachini, coordinador de los Proyectos Nacionales de INTA Eficiencia de Cosecha y Postcosecha y Agricultura de Precisión.

La caída en las ventas globales se relaciona con la crisis mundial y la disminución de la competitividad de los precios dolarizados de la maquinaria argentina. También influye al aumento en los precios de los metales básicos, que representa en el país entre el 18% y 30% de los costos de producción.

Además, se incrementaron los costos laborales. “En los últimos años el salario en dólares de la industria metalúrgica acumuló un incremento cercano al 70%. Esto representa una mejora importante para la Argentina en su equidad distributiva y es socialmente positivo hasta que no sea un impedimento para la colocación de los productos de las empresas que pagan los salarios”, advierte Bragachini. En este período, la mano de obra pasó de representar un 25% de los costos a un 35%.

Los empresarios y gerentes de exportaciones de las fábricas de maquinaria agrícola coinciden con este diagnóstico. “En los últimos dos años se perdió competitividad y rentabilidad. Es un problema porque se hizo un gran esfuerzo para posicionarnos en algunos mercados y se podría vender mucho más”, plantea Alberto Gaviglio, socio gerente de Akron, que fabrica tolvas, embolsadoras y extractoras en San Francisco (Córdoba).

Desde Alemania, José Cisneros, responsable de Comercio Exterior de Metalfor (Marcos Juárez) también dice que la competitividad, en lo que a precio estrictamente se refiere, se ha ido perdiendo. “Es una lástima, ya que en algunos mercados, por ejemplo Europa del Este, las marcas argentinas son nuevas y era la combinación perfecta para ingresar con un precio atractivo y poco a poco ir demostrando las cualidades de la maquinaria argentina”, explica.

De viaje de negocios en Sudáfrica, Fernando Porcel, referente de Comercio Exterior de Apache (Las Parejas), asegura que pese a la coyuntura el balance es positivo. “Apache siempre quiere exportar más y este año el 15% de nuestras ventas se concretaron en el exterior. Las sembradoras argentinas son reconocidas por su calidad y confiabilidad”, destaca.

Ese es el punto. Con algunas medidas de apoyo a las exportaciones se puede recuperar el combo perfecto: la muy buena relación precio-calidad que abrió las puertas de más de 50 mercados a los fabricantes argentinos. “La caída en la competitividad del sector industrial de la maquinaria agrícola argentina requiere de medidas concretas que frente a los últimos anuncios, el gobierno parece estudiarlas y tomarlas en el corto plazo”, señala Bragachini.

Para el referente en maquinaria agrícola del INTA es central mejorar el acceso a metales básicos, en cantidad y a un precio razonable, resguardar el mercado interno de las crisis internacionales (con créditos promocionales para la compra de maquinaria agrícola) y recuperar el dinamismo en las exportaciones, con mejor financiación y facilidades aduaneras.

Además, propone estimular las inversiones en tecnologías de diseño, mejorar la disponibilidad y calidad de los recursos humanos, y seguir exportando no sólo los fierros, sino el “know how” de la agricultura argentina, con eje en la siembra directa, el sistema de las silobolsas y la agricultura de precisión.

Así, se define un horizonte viable para superar estas dificultades y recuperar el fuerte ritmo de crecimiento en el mercado externo.

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La calidad se demuestra en los lotes

Los fabricantes de maquinaria agrícola están preocupados por algunos cuellos de botella financieros. “Hay demoras en los reembolsos de exportaciones y de IVA que generan muchas complicaciones”, advierte Alberto Gaviglio, socio gerente de la cordobesa Akron.

También señalan que el estancamiento en el ritmo de las ventas globales detiene el crecimiento en mercados que requirieron una fuerte inversión para ingresar. “En el exterior, las empresas debemos probar la calidad de nuestros fierros en una o varias campañas agrícolas, lo que supone un esfuerzo de dos o tres años, como mínimo”, asegura José Cisneros, de Comercio Exterior de Metalfor.

En argentina, se recupera la demanda

Las ventas de maquinaria agrícola en el mercado interno mejoraron en comparación con el año pasado, pero están lejos de los picos de 2007 y 2008.

El último Informe de Coyuntura de la Industria de Maquinaria Agrícola, que publicó el Indec a principios de noviembre, precisa que el tercer trimeste de 2013 se comercializaron 4.580 unidades en el país. Es un 4,4% más que en el mismo período de 2012, pero un 30% menos que en 2007 y 2008, cuando se cerraban trimestres con más de 6.900 unidades vendidas.

Lógicamente, los números son diferentes cuando se toma en cuenta la facturación. El informe del Indec destaca que en el tercer trimestre de 2013 las ventas en pesos se incrementaron un 61%, respecto del mismo tramo del año pasado, pero es por el impacto de la inflación que incrementa los precios de los equipos y los costos de los fabricantes.

Un trabajo de la Asociación de Fábricas Argentinas de Tractores (AFAT), que nuclea a la mayoría de las empresas internacionales radicadas en el país, también señala que las ventas de tractores y cosechadoras crecieron un 70% en los primeros nueve meses del 2013.

La conclusión es que el mercado interno se recuperó de años difíciles, como el 2012, pero todavía no alcanza el ritmo de hace cinco años y no tiene tanto margen para amortiguar oscilaciones importantes en las exportaciones.