Por estos días, como un perro que se muerde la cola, la tasa de inflación y el ritmo de devaluación del dólar oficial comenzaron a retroalimentarse y se aceleraron. De anualizarse, la devaluación oficial alcanza el 40%. Aún no se sabe la receta que aplicará el gobierno para detener al animal enloquecido en el que se convirtieron las variables de la economía. Pero de seguro tiene un alto riesgo de salir mordido por el inevitable costo social que trae cualquier ajuste. Esta semana, la mordida sucedió en la ciudad de Córdoba que fue sitiada por el vandalismo. ¿Quién dijo años atrás que un poquito de inflación no le hacía mal a nadie?
Los empresarios agropecuarios están obligados a alinearse con el nuevo escenario porque remite a los años ochenta de fuertes y bruscas variaciones de precios. No les quedará otra que olvidarse de maximizar la producción y comenzar a manejarse con el instinto de supervivencia. ¿Se puede ser sólo productivista cuando tranqueras afuera de la explotación las relaciones de la canasta de precios e insumos puede bailar con desajustes de más del 100%? Las ganancias ya no vendrán de la mano de la producción sino de arbitrar, saliendo y entrando de distintos activos. Vale recordar que allá por los años ochenta, algunos ganaderos se manejaban liquidando su stock de hacienda cuando el kilo de carne superaba el dólar y lo volvían a comprar cuando descendía a menos de veinte centavos. Lo hicieron alternadamente durante más de una década y de más está decir que registraron un crecimiento patrimonial muy superior al que transitaba el camino de la producción con los mejores índices de preñez. Ganaba quién especulaba, no el que producía. Claro, como no podía ser de otra forma las producciones a nivel nacional se estancaron en un largo letargo. Lamentablemente esa historia vuelve a repetirse. La prioridad no está en producir más sino en salvar la ropa. La ingeniería financiera comienza a ganarle la partida a la ingeniería agronómica.
Para esta campaña se produjo una divisoria de aguas: los que tomaron las decisiones de siembra en base a los márgenes brutos y rindes de indiferencia y los que directamente las obviaron y realizaron una apuesta financiera. De los primeros resultó una lógica conservadora como la que llevó a Fernando Herrero, productor santiagueño y presidente de la Sociedad Rural del Noreste Santiagueño a no sembrar ninguna hectárea de las dos mil que alquilaba todos los años. "Los rindes de indiferencia superan a los rindes promedio de la región. No dan las cuentas", afirma Herrero. En la otra orilla están los que entienden que el escenario económico de la siembra no será el mismo que el de la cosecha. Por lo que no dudaron en endeudarse en pesos utilizando todas las líneas de crédito a su alcance para apostar a cosechar granos a un tipo de cambio más realista que el actual. Invierten pesos para ganar dólares.
Frente a productores que ya se pusieron el casco para enfrentar las turbulencias generadas por una emisión monetaria del 38% anual, no dejó de sonar naíf el pedido del jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, para que los productores y cerealeras no especulen con el precio internacional de la soja. Vale consignar que de todos los valores que actualmente tiene el dólar, del blue de 9,30 al oficial de 6,19, pasando por el dólar tarjeta de 8,31 o el dólar celeste inmobiliario de 7,75, el dólar soja cotiza 4,02. Con este valor es más exacto hablar de acciones de supervivencia que de especulación. La necesidad de juntar dólares que tiene el gobierno funciona como una lupa que agranda. En realidad, los productores han desplazado las ventas de soja no más de un mes si se observa el ritmo de comercialización de los últimos cinco años. Y no es justamente la mayoría de los productores los que pueden utilizar la soja como resguardo de valor y vender en la medida que necesiten el dinero. Con la compra de insumos, una buena parte de los productores tiene comprometida la futura cosecha y juega su destino a suerte y verdad. Sostienen el financiamiento las tarjetas bancarias con vencimientos en abril, mayo y junio del año que viene, las agronomías del interior y las cooperativas.
Para sobrevivir a los vaivenes que propone la economía argentina, Marshall Martin, director de investigación de la Universidad de Purdue, dejó algunos consejos en su paso por la Argentina. Enfatizó que la única forma de gestionar la incertidumbre es generando alternativas para tener varias puertas de entrada y de salida del negocio. Nada de tener todos los huevos en una misma canasta. Sí, a un mix de productos y alternativas financieras.
Los dirigentes rurales también parecen haber cambiado de manual para manejarse con el Gobierno. El "piquete" de Eduardo Buzzi y Luis Miguel Etchevehere a Jorge Capitanich en la conferencia de la UIA para reclamar que el Gobierno los reciba por lo menos sorprendió. "Denme tiempo", dijo el chaqueño. Y prometió reabrir el diálogo a partir de un cambio de paradigma. El problema es que lo deberá realizar con urgencia porque generar confianza ante una economía desbocada es la primera cuestión que enfrenta el Gobierno.