El pollo, la segunda carne preferida por los argentinos, aumentó cerca de 30% en los dos últimos meses. Como sucedió con la carne vacuna, esta recomposición de los precios afectó a los consumidores, pero resultó vital para el sector productivo, que llegó a trabajar este año por debajo de sus costos. A tal punto fue así que una de las principales empresas del mercado, Rasic, quedó herida financieramente y hasta puso bandera de venta.
Según datos del Ministerio de Agricultura, a nivel mayorista el kilo de pollo eviscerado arrancó el año en 7,74 pesos, llegó a bajar a 7,26 pesos en julio y cerró setiembre en 7,88 pesos. Es decir, como en el caso de la carne, e l producto se estancó en un país donde todos los demás precios seguían en aumento.
La situación se corrigió violentamente entre octubre y lo que va de noviembre.
El pollo cotiza hoy en torno a 10,50 pesos. Subió 25% en 45 días, aunque esta semana comenzó a estabilizarse.
En la jerga del negocio se habla del cajón de pollo entero, que carga 25 kilos. A lo largo del año cotizó entre 140 y 160 pesos, luego llegó a tocar los 290 pesos y ahora tiende a estabilizarse entre 250 y 270 pesos. “Esto no significa que las empresas estén ganando fortunas ni mucho menos, porque los costos están entre 220 y 230 pesos por cajón”, explicó Adalberto Rossi, especialista de Cátedra Avícola.
Para el consumidor, el notable ajuste de los precios del pollo tuvo mayor contundencia. Sin datos del INDEC, la asociación Consumidores Libres de Héctor Polino detectó una suba de 32,8% entre el 1 de setiembre y el 31 de octubre, tomando varias bocas de expendio en la ciudad. Para el público, el kilo del pollo más vulgar pasó de 12,50 a 16,60 pesos, en promedio.
Esta fuerte suba contrasta con el estancamiento que mostraba el producto en meses anteriores. Como en el caso de la carne vacuna, el pollo estaba “retrasado” respecto de otros bienes de la economía. La oficina de estadística de Santa Fe midió que desde enero de 2012 hasta setiembre pasado los precios habían subido solo 22%, claramente por debajo de la inflación.
¿Por qué se produjo esta fuerte corrección? En la consultora Avimetría explicaron que en marzo pasado se incubaron mayor cantidad de pollitos BB de los que iba a necesitar el mercado dos o tres meses después. Esto coincidió con un freno parcial de las exportaciones, en especial hacia Venezuela.
“Hubo sobreoferta”, enfatizaron.
Mientras el pollo estuvo barato, el público absorbió bien esa mayor oferta. En julio, según datos oficiales, el consumo per cápita llegó a un nivel nunca antes logrado, de 43,60 kilos anuales.
Ya en agosto, ese récord perdió 4 kilos. Los niveles de consumo doméstico, de todos modos, son mucho más elevados que hace una década, cuando se comían 25 kilos al año.
Hubo varias empresas avícolas que, en cambio, no lograron absorber el golpe de trabajar por debajo de sus costos. La empresa Criave, de Roque Pérez, tuvo que pedir la quiebra. En Concepción del Uruguay, Fepasa comenzó a dilatar algunos pagos. Y hasta se habló de la venta a Granja Tres Arroyos de otra gigante del sector, Rasic, que estaría fuertemente endeudada. Esa operación, que por ahora no se produjo, podría ser tentadora también para capitales brasileños. Por eso en el sector muchos cruzan los dedos para que no se frene esta recuperación de los valores.