En la zona núcleo argentina, y en medio de grandes extensiones de soja y maíz, la ganadería da pelea y busca incorporar herramientas para mejorar su productividad y posicionarse, a pesar de las dificultades, como una alternativa rentable. En este camino de complementar de manera exitosa el combo agricultura-ganadería, el ciclo completo se perfila como un objetivo que muchos quieren alcanzar, en busca de, incluso, diversificar la producción.
Para lograr esas metas, estos planteos ganaderos deben apuntar a un correcto manejo de la base forrajera, con el uso de destete precoz en la fase de cría, pastoreo con suplementación y un engorde a corral bien aceitado, sin descuidar la incorporación de genética.
Estos y otros conceptos fueron repasados en el marco de una jornada a campo organizada en la localidad bonaerense de Bolívar por el Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina (Ipcva), en la que se pudo visualizar que en el norte bonaerense el ciclo completo es una posibilidad cada vez más extendida.
Daniel Méndez, del INTA General Villegas, explicó que el puntapié inicial radica en que los productores conozcan con el mayor detalle posible las variables con las cuales deberán trabajar. “No hay que caer en una ganadería complicada y poco predecible; hay que ser estrictos como en la agricultura”, remarcó.
El primer paso es el uso eficiente de la base forrajera, para lo cual hay que considerar cuestiones como fertilización y manejo del pastoreo. “Por ejemplo, si se reemplazan pasturas, hay que analizar muy bien por cuáles y de qué manera”, remarcó el profesional.
En relación al destete, Méndez destacó que si se realiza a los 60 días permite disminuir los requerimientos nutricionales de los vientres y liberar superficie. Y, en cuanto a la etapa de la recría, en la cual se concentra la mayor ganancia de kilos, la suplementación con silo juega un papel fundamental.
Ya sea autoconsumo, silopuente o silobolsa, el técnico destacó que estas opciones brindan -en comparación a la henificación- una elevada producción de materia seca, pero con mayores costos.
La alimentación del rodeo ocupó un papel central, y en este punto, Omar Schneiter, del INTA Pergamino, abordó el manejo de la disponibilidad forrajera, tomando como punto de partida las características del suelo.
En el caso de ambientes de menor aptitud, con problemas de salinidad y erosión, es común registrar problemas a la hora de implantar agropiro, que sin fertilización puede producir hasta 4 toneladas de materia seca por hectárea.
Para aprovechar al máximo esta pastura, Schneiter afirmó que, con la incorporación de nitrógeno y una correcta densidad de siembra (30 kg/ha), se puede incrementar la productividad a razón de 1 kg de carne por cada 2 kilos de urea aplicados.
Y en campos naturales de buenas condiciones, como un bajo dulce, el profesional señaló alternativas de verdeos o pasturas perennes, en base a festuca alta, en complemento con leguminosas.
“En un manejo ajustado e intensivo, hay que sembrar lo más estrecho posible, y con una distancia de 16 centrímetros las pasturas responden muy bien a la fertilización”, destacó.