En un contexto de demanda energética creciente, es necesario el desarrollo de nuevas fuentes de energía renovable con el objetivo de mejorar la balanza comercial, generar crecimiento sustentable y empleo genuino. Entre estas energías renovables, el país tiene un gran potencial en la producción de bioetanol de maíz, potencial que ya está comenzando a ser explotado por un conjunto de empresas, que han comenzado, o lo harán en el futuro próximo, a abastecer el mercado interno de naftas, que en la actualidad requiere de importaciones para cubrir la totalidad de la demanda.

De esta manera, se está empezando a utilizar un cultivo tradicional para producir un combustible insuficiente a nivel nacional. Asimismo, se está configurando una nueva demanda para un grano de relevancia para la sustentabilidad del sistema productivo.

Los impactos impositivos, económicos y sociales derivados de la cadena de valor del bioetanol de maíz, así como la multiplicidad de actores involucrados, son importantes en términos de desarrollo regional. En este sentido, cabe destacar, por un lado, la generación de numerosos puestos de trabajo de diferentes calificaciones a nivel regional y, por otro, la estabilidad de la contribución impositiva de la cadena ante cambios en los precios del maíz, como se puede ver a continuación.

Aportes de la cadena de valor

La elaboración de biocombustibles requiere de recursos humanos con una formación específica que, frecuentemente, no se encuentra disponible en la actual oferta educativa y que, por lo tanto, debe ser desarrollada en simultáneo con la expansión de este tipo de industrias. En este marco, el empleo directo generado debe ser considerado también como un aporte al capital humano, ya que no sólo se aumenta la cantidad de puestos de trabajo sino que también se incrementa la formación de los recursos humanos empleados.

El aporte fiscal de la cadena de valor del bioetanol a base de maíz, realizado a los tres niveles de gobierno, resulta del agregado de la contribución impositiva que hace el sector primario y de la que realiza la industria etanolera, en concepto de Impuesto a las Ganancias, al Valor Agregado, a las Transacciones Bancarias, Inmobiliario Rural, Participación de Acciones Societarias, Contribuciones a la Seguridad Social, Derechos de Importación, Ingresos Brutos, Impuesto a los Sellos y Tasa Comercio e Industria.

Contribución impositiva mayor y más estable

Los derechos de exportación son calculados, para el caso del maíz, como el 20% del precio FOB. Por esto, se encuentran directamente expuestos a la volatilidad de precios que presentan los mercados internacionales. La industria del bioetanol en muchos casos no sufre dicha volatilidad porque no depende de los precios FOB, sino de las cotizaciones internas del maíz.

A continuación, se compara el aporte en términos fiscales de una tonelada de maíz exportada y una tonelada procesada para la obtención de bioetanol. De manera de reflejar el impacto de una modificación en el precio, solamente se contemplará un cambio en el precio FOB, manteniendo las demás variables constantes.

Una reducción en el precio FOB del 22% provoca una caída en la recaudación por derechos de exportación de igual magnitud, mientras que el aporte fiscal de la industria permanece casi inmutable. Por lo tanto, se deduce que los ingresos fiscales que surgen de la transformación de maíz en bioetanol son mayores y más estables que la recaudación correspondiente en concepto de derechos de exportación.

Por todo esto, se afirma que la cadena de valor del bioetanol de maíz permitirá un aumento de la oferta de nafta a nivel nacional, un incremento de la recaudación impositiva, un importante ahorro de divisas y el desencadenamiento de una serie de impactos socioeconómicos que se traducirán en desarrollo de aquellas regiones que la albergan.

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