La expectativa de una aceleración de la devaluación oficial, el uso del grano como reserva de valor y la ausencia de otras alternativas de inversión atractivas están haciendo que los productores retengan a esta altura del año poco más del 35% de la última cosecha de soja. Sobre una producción que en el último ciclo se ubicó en 49,3 millones de toneladas, los productores aún tienen en sus manos unos 17,5 millones de toneladas de la oleaginosa sin vender.
Así surge de un relevamiento realizado por la consultora FyO.com sobre la base de datos oficiales al 11 del actual, que llega a otra conclusión que le puede interesar a un gobierno necesitado de dólares: suponiendo que toda la producción se valorizara como poroto, aunque la mayor parte en realidad se exporta como harina y aceite, lo que falta de comercializar representa US$ 9415 millones. De esa cifra, 5932,5 millones de dólares podrían quedar para el productor y US$ 3295,25 para el Estado, en concepto de retenciones.
Los 17,5 millones de toneladas que restan comercializar contrastan con otro dato. Según explicó Juan Esteban Morelli, operador comercial de FyO.com, a esta altura del ciclo 2011/2012 sólo había sin vender 8,8 millones de toneladas, casi la mitad que ahora. Vale aclarar, no obstante, que en esa oportunidad la cosecha fue más chica, con 40,1 millones de toneladas.
Para diversos especialistas, los productores prefirieron deshacerse rápido cuando pudieron del maíz y del trigo, dos cultivos intervenidos por el Gobierno, y en cambio decidieron quedarse con la soja, impulsados, entre otros factores, por la expectativa de una mayor devaluación. "En julio el tipo de cambio se depreció un 2,1% y en agosto, un 2,6%. El productor probablemente esté haciendo el siguiente razonamiento: si tengo la plata en soja al menos voy a recuperar la inflación e incluso puedo hacer una diferencia si el tipo de cambio se devalúa fuerte", analizó Juan Manuel Garzón, economista del Instituto de Estudios sobre la Realidad Argentina y Latinoamericana (Ieral), perteneciente a la Fundación Mediterránea.
Para Garzón, si los precios internacionales bajaran, como algunos expertos prevén que ocurra, y el tipo de cambio se mantuviera relativamente estable, el productor "no habrá hecho el mejor negocio atesorando la soja". Pero aclaró: "El productor tiene mucho por ganar en caso que el tipo de cambio real converja hacia niveles más cercanos a los que tuvo la economía argentina entre 2005 y 2007". Para Gustavo López, analista de la consultora Agritrend, "la incertidumbre cambiaria y microdevaluaciones, en un contexto de precios firmes", hacen "ideal esperar las ventas".
Jorge Torruella, corredor, también sostiene que el productor visualiza una incertidumbre respecto del tipo de cambio. Por eso, opinó, va "vendiendo de a un camión para hacer frente a sus necesidades".
Elecciones y precios
Según el economista del Ieral, en las últimas cinco campañas el porcentaje de ventas de la cosecha a esta altura del año tuvo un promedio del 72%. Ahora está al menos 10 puntos abajo.
Javier Buján, de Kimei Cereales, agregó que también influye el contexto de las elecciones. Sobre este último aspecto amplió precisamente Fernando Maquieira, analista de Granos del Paraná. "La incertidumbre política es otro elemento que tampoco ayuda y, por ende, frenan las ventas a la espera de los resultados de las próximas elecciones a desarrollarse en octubre", señaló.
Ricardo Baccarin, otro analista del sector, consideró que "no se justifica retener con estos niveles de precios internacionales [ver página 15]". Y advirtió: "Es probable que se forme un cuello de botella, producto de la retención local y la entrada al circuito comercial internacional de la soja de los Estados Unidos [en los próximas semanas]. Esto podría provocar una caída en el último bimestre del año".
Al margen de lo que falta vender de la cosecha vieja, es bajo lo comercializado del nuevo ciclo 2013/2014. Según FyO.com, las compras de la exportación rondan las 842.000 toneladas, contra 1,38 millones de un año atrás. Lo vendido significa 1,5% de la cosecha esperada. Para comparar, en Brasil los productores ya tienen comercializado el 25% de la cosecha proyectada.