En tan solo un año los argentinos incrementaron más del 8% su consumo de carnes. Entre enero y julio de 2013, cada habitante ingirió carne de vacuno, pollo y cerdo por un equivalente a 116,60 kilos anuales, el consumo más elevado en la historia, semejante a 320 gramos diarios. En igual lapso de 2012 ese mismo indicador se había ubicado en 107 kilos per cápita.
Esta explosión en el consumo interno de proteínas de origen animal tiene dos explicaciones, además de la histórica devoción “carnívora” de los argentinos. Por un lado, los precios de estos alimentos se han mantenido baratos respecto de otras opciones de la canasta alimenticia. Por el otro, las dificultades para exportar -sobre todo en el caso del sector bovino- provocaron que grandes excedentes productivos se hayan volcado al mercado doméstico, donde han sido absorbidos fácilmente.
Lo cierto es que nunca en la Argentina se había comido tanta carne como ahora, 116,6 kilos anuales per cápita que surgen de la suma de 67,1 kilos de carne de vacuno, más 39,5 kilos de carne aviar, más 10 kilos de carne porcina. Todo según el Ministerio de Agricultura.
Para tener dimensión del fenómeno basta decir que en 2009, la Argentina declaraba tener un consumo promedio de carnes de 93,3 kilos anuales. Entonces el país se ubicaba parejo con naciones desarrolladas, como Francia o Australia. Pero todavía se hallaba muy lejos de Estados Unidos, que lideraba con 120 kilos anuales por habitante. Ahora casi lo iguala.
Como no ha existido una mejora del PBI per cápita de los argentinos que justifique este rápido salto en el consumo, queda claro que la situación responde a distorsiones artificiales, como las trabas a la exportaciones de carne vacuna vigentes desde 2006. En rigor, hoy solo se exportan 7 de cada 100 kilos que se producen, la relación más baja de toda la historia. Lo normal era que se exportaran 20 de cada 100 kilos de carne vacuna producida.
En ese sector, prácticamente todo el crecimiento de la producción en los siete primeros meses de 2013, que fue de 8,4%, ha sido volcado al mercado interno.
En el caso del pollo, el consumo promedio ha retrocedido 1,2% en igual periodo. Las avícolas han exportado 29% más, pero queda claro que la demanda interna se consolidó en torno a elevados 40 kilos anuales per cápita. En julio se registró la marca de consumo más elevada de la historia: 43,5 kilos.
Entre enero y julio, mientras tanto, la producción de porcinos se encontró con un mercado interno muy demandante, que por primera vez alcanzó 10 kilos anuales per cápita de promedio. Aquí también hay un cambio estructural ya que una década atrás ese indicador (que incluye carne fresca y fiambres) era de solamente la mitad.