Al igual que el resto de la agricultura, la aplicación de productos fitosanitarios se profesionaliza desde hace unos años. El influjo de desarrollo no provino sólo de la evolución en máquinas pulverizadoras, aviones y dispositivos de aplicación, sino también de la gestión en las empresas y la capacitación de los operarios.
En el aspecto técnico, seguimiento satelital de los equipos y estudio de las condiciones meteorológicas para la toma de decisiones en tiempo real, aplicaciones diferenciadas y georreferenciadas, son algunos de los pilares sobre los que se edifica la aplicación de fitosanitarios 2.0.
Fumigaciones Rodríguez, con base en Daireaux, en el oeste bonaerense, es una de las mayores empresas de la Argentina en aplicación aérea y terrestre. “Empezamos en 1978 con el objetivo de ofrecer a los clientes un servicio completo de aeroaplicación en el que nosotros nos encargábamos de todo”, contó el presidente de Fumigaciones Rodríguez, Erminio Rodríguez.
En 1990, a partir de varios pedidos para hacer pulverizaciones terrestres incorporaron ese servicio. Actualmente, tienen un total de seis aviones en Daireaux, Entre Ríos y Chaco, y 18 equipos terrestres en provincia de Buenos Aires y Chaco, y en Uruguay.
En 2005 se convirtieron en la primer empresa del rubro en certificar sus trabajos bajo normas de calidad de gestión ISO 9001-2000. “Hoy para nosotros es normal decir que estamos haciendo un lote virtual, pero nos costó desarrollarlo y adaptarlo”, dijo Rodríguez. Y agregó: “Lo que buscamos es hacer una certificación, una trazabilidad, del trabajo realizado”.
En tiempos en los que la aplicación de productos fitosanitarios está siendo cuestionada -o al menos puesta sobre el tapete- por la sociedad, herramientas que permitan saber dónde se encuentra el avión o el pulverizador y qué condiciones climáticas había al momento de aplicar, constituyen pruebas contundentes que permiten diferenciar un buen de un mal trabajo.
En el caso de Fumigaciones Rodríguez desarrollaron un sistema que tiene su inicio cuando el cliente pasa un pedido de trabajo por mail, teléfono o fax. Esos datos se cargan en el sistema, se realiza la aplicación y al cliente se le ofrece una clave para que pueda saber en qué parte de su campo se está haciendo el trabajo en tiempo real y, al finalizarlo, se le entrega un plano de aplicación.
“Para nosotros y para el cliente es importante tener guardada la información porque puede poner a resguardo a la empresa y también al productor ante una denuncia”, explicó el analista Programador de Fumigaciones Rodríguez, José Blasco. “La orden de carga se completa con los datos meteorológicos, la cantidad de producto utilizado, un plano de aplicación sobre google, un “shape” para controlar el caudal y la hora, y para dar la certeza de que el trabajo se hizo en una forma adecuada”, contó Blasco.
Se estima que sólo 10% a 15% de la superficie en la Argentina tratada con agroquímicos corresponde a aeroaplicaciones.
“La aviación agrícola es fundamental para el futuro de la agricultura sustentable y actualmente se compone de pequeñas empresas, en su gran mayoría familiares, distribuidas estratégicamente en las distintas áreas productivas del país”, explicó Sandro Peisino, de Yebilá S.A., una empresa de Venado Tuerto que cuenta con dos aviones pero busca replicar el modelo tecnológico de sus colegas de Daireaux.
“La ventaja del avión es la velocidad de respuesta que permite que el productor que encuentra una plaga pueda esperar el momento justo para atacarla y usar la menor cantidad de producto”, opinó Peisino.
Pensando en la eficiencia de aplicación, Peisino reconoció que desde que empezaron hace quince años trabajan con distintos mecanismos y herramientas para que todo el producto asperjado “caiga sobre el objetivo”. Capacitación de todo el equipo, pilotos y apoyo, estudio de las condiciones climáticas, utilización de picos adecuados para cada producto y condición, seguimiento satelital de los aviones, son algunos de los conceptos que se aplican en Yebilá en pos de la eficiencia.
Peisino le otorga una porción importante del “éxito” de la aplicación a la capacitación del personal y la experiencia del mismo, porque “permite que se use la dosis correcta en el destino aplicado”. En lo que respecta a nuevas tecnologías, el aeroaplicador reconoce que se actualizan siempre para profesionalizarse más.
“Este año incorporamos un seguimiento satelital de los aviones de modo que desde que se pone en marcha se sabe cuál es su posición y esa georreferenciación va a una base de datos que no la tenemos nosotros sino la empresa que hace el seguimiento y todo queda documentado”, dijo Peisino.
Peisino está convencido, “en Argentina estamos a la altura de la tecnología que se usa en el mundo porque no tenemos otra opción que ser eficientes, porque los números son muy finos y no tenemos ni cerca la rentabilidad que teníamos hace diez años”. Pensando en las innovaciones del futuro, Peisino apuntó que en Estados Unidos hay un banderillero que mediante sensores calcula, según velocidad de viento, temperatura del aire y humedad a la altura de la aplicación y en el giro, la deriva posible lo que permite, en tiempo real, saber si el efecto es mayor al programado y se debe dejar de aplicar.
“Mosquitos” o “locos del aire” que vuelan a tres metros del suelo, la aplicación de productos fitosanitarios es parte esencial de la custodia del rendimiento de los cultivos. Por ello, acompañan el desarrollo genético de la simiente con mayor profesionalismo y una fuerte adopción de tecnologías de precisión.