De acá a las elecciones, el cuadro económico interno se agravará poco a poco. Seguramente.
Existe para la Argentina una gran coincidencia -al menos así lo expresan los analistas oficiales o privados en general- sobre la ocurrencia de una gran cosecha. Se aguarda que supere el volumen de 100 millones de toneladas, con el gran aporte de la soja con cerca de 53 millones de toneladas.
Sin embargo, la realidad interna de costos en suba y de un dólar oficial en baja en términos reales, más el cuadro externo de precios internacionales en caída, debería alertar sobre la posibilidad de que tal número no sea alcanzado.
Focalizados en la campaña norteamericana que pinta muy bien, los mercados registran un alto volumen de ventas, especialmente por parte de especuladores.
Y aunque los fondos se hallan todavía levemente comprados en soja, en maíz se encuentran claramente vendidos. Ellos se han mantenido en posición vendedora de forma agresiva. Sólo a fines de la semana pasada, una suave reconsideración ha permitido alguna mejora de valores en todos los productos.
Y el comienzo de esta semana, el mercado viene con suaves subas por efecto del informe del USDA, aparecido hoy lunes 12 de agosto, con característicos alcistas.
Pero la realidad, hoy por hoy, es que los valores no permiten márgenes de utilidad atractivos.
Aquellos campos marginales y los que están muy alejados de los puertos corren el riesgo de no ser tratados adecuadamente o, incluso, de no ser sembrados.
Porque la película de hace dos meses es totalmente diferente; y con perspectivas poco alentadoras.
En caso de bajar la producción respecto a la expectativa, el país deberá afrontar un gran problema. No sólo puede hacerlo por la razón mencionada, sino también por efecto del clima. O por ambas causas.
Pero el problema no termina acá.
Porque la baja de precios a la que asistimos repercute directamente en la balanza comercial. Con un valor internacional para la soja, por ejemplo, de más o menos u$s 480.- la tonelada ha perdido más de u$s 100 en poco más de un mes. Sólo por soja, tal pérdida representaría cerca de 6.000 millones de dólares, siempre y cuando no baje el nivel de producción. Porque en caso de hacerlo, peor sería la pérdida.
La situación es particularmente grave por la cuestión energética que requiere de crecientes importaciones de combustibles. Durante el año, la necesidad de importación llegaría a más o menos u$s 12.500 millones. En la balanza de energía, el déficit es de casi u$s 9.000 millones para el año.
Con este esquema, la caída de reservas internacionales será una constante. Y dado el fracaso del gobierno en las elecciones del domingo, la pérdida de reservas se incrementará aún más. En tal caso, vale esperar más controles todavía.
Frente a este panorama, el gobierno seguramente profundizará su modelo pues no tiene a quién responsabilizar –por herencia recibida- de los fracasos económicos.
La historia enseña que generalmente un gobierno, que sigue una estrategia gradual de depreciación de la moneda, se inclina por el abandono de ésta cuando las reservas caen a niveles alarmantes. Pero cuando decide actuar, generalmente, es tarde y el mercado termina siendo el que toma la iniciativa; y de esta forma se produce una devaluación traumática.
Resumiendo: los días por venir no se presentan nada halagadores para la economía. Y en este cuadro, subyace la amenaza creciente de una depreciación de nuestra moneda.
Mientras tanto, los precios internacionales siguen sometidos a los vaivenes del clima en el hemisferio norte.
La soja podría dar alguna sorpresa grata para los productores del hemisferio
sur. Es que la maduración de este cultivo en EE.UU. viene retrasada. Para esta
fecha, se estima que tan sólo un 45% de la soja se encuentra en tiempo de
llenado del grano. Para esta misma época del año pasado, tal ratio se acercaba
al 75%. Por ello, el miedo a las heladas tempranas es una realidad concreta.
Recién cuando aparezcan los informes del USDA, correspondientes a los meses de septiembre y octubre, veremos con mayor claridad los rendimientos que podría alcanzar.
Mientras tanto seguiremos con la onda negativa aunque con sorpresas positivas de cuando en cuando. Al menos para la soja. Porque el maíz muestra un cuadro más previsible hasta ahora.