En uno de los días más fríos del año, los mejores animales de la raza Braford salieron a la pista central de Palermo y desfilaron como verdaderos profesionales, aguantando temperaturas mucho menores a las que están acostumbrados en los campos del norte del país. El ganador del premio mayor de la raza fue un ternero de 639 kilos nacido el 3 de enero de 2012, proveniente de la cabaña Rancho Grande, de Corral de Bustos, Córdoba, propiedad del grupo Peyrano Fiduciaria.
“Es un gran campeón joven, porque en general los jurados buscan animales de dos años o más. La madre es una de nuestras donantes, hija de Cachapé, que nos dio varios animales destacados, y su padre es Magno, un toro que fue campeón en Palermo 2008”, comenta Richard Luchetti, de la cabaña Rancho Grande, en diálogo con Clarín Rural .
Luego explica por qué fue elegido entre otros muy buenos ejemplares de la raza. “Es un animal muy correcto en sus líneas superior e inferior, tiene muy buenos aplomos, se desplaza muy bien, tiene linda cabeza. Es lo que tenemos que buscar en la raza: animales de mucha carne, profundos, con buen hueso. Las vacas de estas razas están en los campos naturales del norte y tienen que mantenerse a pasto, y eso es lo que busca Rancho Grande”, dice el criador.
Este es el noveno gran campeón de la cabaña en Palermo entre los machos y las hembras de Braford y Brangus. Se puede decir que se trata de una fábrica de campeones, y para eso trabaja sin descanso hace muchos años.
“El programa genético lo inició Raúl Peyrano, el fundador de la cabaña, con un objetivo muy claro: mejorar la calidad cárnica de esta raza. El era un convencido de que había que lograr un biotipo que tenga la rusticidad necesaria para estar en los campos del norte pero sin perder la cualidad carnicera de las razas británicas”, explica Luchetti.
Peyrano falleció hace tres años y ese trabajo nunca se interrumpió. Toda su familia sigue de cerca los pasos de sus animales. Los Peyrano cuentan con campos de cría en San Luis, de donde seleccionan la producción más destacada para llevarla a la cabaña. “Allí tratamos de hacer los animales naturalmente. Están sobre pasturas y cuando se seleccionan van a unos piquetes largos para que se desplacen. Reciben una alimentación muy natural a base de silo y tienen lógicamente un entrenamiento especial para la jura en sí”, remarca Luchetti.
Y para rematar hace referencia al contexto regional en el que juega la genética que construye desde la cabaña. “La genética en Argentina se está convirtiendo en la mejor de la región. Creo que tenemos genética para exportar, y eso se nota en los remates. Nosotros acabamos de hacer una venta en Resistencia y hubo muchos paraguayos que compraron vaquillonas”, recuerda.
Al ternero Gran Campeón ya se le extrajo semen para probarlo y para que Rancho Grande tenga su reserva de calidad. Pero al día siguiente de consagrarse en la pista central salió a la venta y fue adquirido por la cabaña Shonko, de Formosa, por nada menos que 610.000 pesos.