Ricardo Jaime, ex secretario de Transporte de la Nación, sólo se entregará al juez federal Claudio Bonadio si la Casa Rosada garantiza su impunidad en la trama de corrupción que involucra a contratistas del Estado y a los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández. La exigencia de Jaime es difícil de operar ante las evidencias de sobreprecios y la decisión del juez Bonadio que le gusta jugar a la política desde los expedientes a su cargo. Bonadio es peronista, fue empleado de Carlos Corach y aprendió sobre el poder con Carlos Menem: si este magistrado decidió detener a Jaime, la presidenta Cristina Kirchner debería asumir que su gabinete nacional, incluido Amado Bodou, está en problemas con la justicia federal. Bonadio solo mueve cuando está protegido, tiene pruebas y sus decisiones procesales repercuten en el escenario político.
La Secretaria de Inteligencia (SI), la jefatura II de inteligencia del Ejército y la Policía Federal pueden capturar a Jaime cuando ordene Cristina. Agentes civiles y espías militares tienen los recursos para detener al ex secretario de Transporte, pero su arresto pone en jaque a la Casa Rosada y el origen de ciertos incrementos patrimoniales que se justificaron con alquileres devengados en el sur y viáticos cobrados por misiones oficiales en el exterior.
Si Bonadio quiere hacer justicia con Jaime, y su orden de captura no fue sólo un gesto procesal al comienzo de la campaña electoral, debería formar un equipo propio de fuerzas de seguridad. Es la única oportunidad que tiene para detener al ex secretario que conoce los secretos de Néstor y Cristina Kirchner. Los funcionarios públicos Héctor Icazuriaga (secretario de la SI), Arturo Puricelli (ministro de Seguridad), Sergio Berni (secretario de Seguridad) y César Milani (jefe del Ejército) no harán nada a favor del Poder Judicial. Responden a la Presidenta. Eran soldados del Pingüino.
Jaime se siente cómodo en la Capital Federal y en Córdoba. Bonadio puede pedirle al gobernador José Manuel de la Sota y al jefe de Gobierno de la Ciudad, Mauricio Macri, fuerzas policiales para capturar al ex secretario de Transporte. De la Sota y Macri no tienen los recursos de la Casa Rosada, pero su aporte puede ayudar a detener a un prófugo que el gobierno se resiste a encarcelar. Bonadio debería apurarse: Jaime quiere escapar a Brasil, si no hay un compromiso de impunidad avalado en Balcarce 50.
Luis Sarlenga era amigo de Menem y Emir Yoma, cansado de esperar su dinero y su protección, denunció la trama secreta del tráfico de armas a Croacia y Ecuador. Menem fue sentenciado, y aún no está detenido porque el gobierno lo protege a cambio de su voto en la Cámara Alta. Mario Pontaquarto era un militante radical que trabajaba en el Senado y transportó los fondos que la SIDE usó para aprobar la reforma laboral. Cuando comprendió que lo habían traicionado, Pontaquarto dijo que Fernando de la Rúa ordenó el pago de las coimas a los senadores. De la Rúa está procesado, y a fin de año se sabrá su condena definitiva.
Jaime es la punta del iceberg K. Cumplía órdenes y cobraba por su trabajo sucio. Bonadio tiene que capturar al prófugo y probar la corrupción. Jaime puede ser Sarlenga y Pontaquarto. Esperemos que Menem no llame a Bonadio por teléfono. Y que Bonadio no cumpla con el Presidente que lo ascendió de empleado administrativo de Corach a juez federal de la Nación.