Desde el año 2003 la Argentina ha incrementado sus exportaciones de modo significativo. Un contexto internacional sumamente favorable le han dado –y le siguen dando- una gran oportunidad a nuestra economía. El precio de los commodities continúa siendo elevado mientras que la demanda de los principales productos de exportación no se detiene. Sin embargo, nuestro país no ha aprovechado al máximo este entorno. Prueba de ello son la actual escasez de trigo, un hecho histórico, y la pérdida de mercados internacionales en la carne producto de una política intervencionistas plagada de controles y regulaciones que han impactado directamente sobre estos sectores, quitándole rentabilidad y por ende incentivos a su producción.

Como si estos datos no fueran suficientes para evidenciar el desperdicio de una década, al comparar la evolución de las ventas externas de nuestro país con la de las demás economías de nuestra región, los resultados son más que elocuentes. En forma concreta, Argentina fue la nación que menos incrementó sus exportaciones totales entre 2003 y 2012. Si bien la tasa de expansión fue del 174%, se ubica muy por detrás de los incrementos en Bolivia (576,1%) y en Perú (407,7%) y Colombia (407,7%) que presentan las expansiones más destacadas.

Exportaciones
(millones de dólares)

Fuente: IEE en base a CEI

Los datos anteriores, claramente, ponen de manifiesto un problema de competitividad que padece nuestro país. A la intervención estatal mencionada, se suman el atraso del tipo de cambio y la inflación. Pero también, hay problemas estructurales en materia de infraestructura, financiamiento y de impuestos. La Argentina está descapitalizada, el acceso al crédito de largo plazo es limitado y la presión fiscal es récord histórica. Todos estos factores inhiben la actividad privada, la hacen poco rentable y los resultados están a la vista cuando se efectúa un análisis en términos relativos: Argentina no vivió un “boom exportador” como muchas veces se cree.

Evidentemente, mucho hay por hacer. El mundo no se nos cayó encima, al contrario, nos sigue brindando múltiples oportunidades que todavía seguimos dilapidando envueltos en una maraña
intervencionista que crece día a día. Hay que revertir el rumbo de la economía local, tarea costosa pero inevitable. La apertura de los mercados internacionales, sin obstáculos a las exportaciones e importaciones, y la corrección de variables monetarias y fiscales son los primeros pasos hacia un crecimiento genuino y duradero.

Fuente: Fundacion Libertad