Según la Fundación Pensar, a precios de 2012 esa disminución del stock “implica una descapitalización por un valor cercano a 35.000 millones de pesos, o algo más de 7.000 millones de dólares (al tipo de cambio oficial)”. Esto equivale a lo que recauda en un año el Gobierno por las retenciones aplicadas al agro.
Un trabajo de esa Fundación, elaborado por Silvana Melitsko, Andrés Domínguez y José Anchorena, reconstruyó la debacle de la ganadería vacuna que se desencadenó a partir de marzo de 2006, cuando Néstor Kirchner aplicó las primeras trabas a las exportaciones de carne. El trabajo recuerda que “entre 2007 y 2011, las existencias cayeron de más de 59 millones a 48 millones”, con incontables consecuencias económicas y sociales.
Las fechas coinciden además con el inicio de la intervención del secretario Guillermo Moreno en los mercados agropecuarios. El gobierno siempre ha esquivado su responsabilidad política en la reducción del 20% del stock vacuno, atribuyendo toda la situación a la fuerte sequía de 2008. Pero la Fundación Pensar (ligada con el macrismo) recordó que “Uruguay enfrentó circunstancias climáticas igualmente adversas durante el mismo período y la pérdida de stock fue de 578.000 cabezas, equivalente a 5% de su stock”.
El panorama aquí fue mucho más desolador: la política de congelamiento de los precios ganaderos provocó una caída del 32% en la cantidad de animales faenados, del 26% en la producción de carne, del 76% en los volúmenes de cortes destinados a la exportación, del 20% en el consumo doméstico. Con la debacle solo una cosa aumentó: hubo un salto promedio de 321% en el precio del alimento.