Es bien lógico que los asuntos calientes del día a día dominen la agenda informativa, más aún cuando la situación se presenta difícil. Lo incorrecto es que la agenda periodística y el debate público queden atrapados en una coyuntura agitada y se desatiendan las cuestiones de fondo.
Esta columna trata sobre la evolución de la capacidad de la Argentina para generar dólares por exportaciones durante el kirchnerismo, y en particular sobre la composición de lo que el país le vende al mundo.
En el período 2003-2007, la mejor etapa económica del kirchnerismo, las exportaciones registraron un fenomenal alza del 89 por ciento, con una incipiente tendencia hacia la diversificación y hacia una creciente incidencia de productos con mayor valor agregado. Pero de ahí en más el aumento de las exportaciones se desaceleró (subieron 45 por ciento entre 2007 y 2012) y no hubo mejoras en su contenido.
El complejo oleaginoso y cerealero representó el año pasado el 36,9 por ciento del total exportado, casi dos puntos porcentuales más que en 2007. Si a eso se le suma el aporte de petróleo y gas (7,3), de oro y cobre (4,7) del complejo bovino y ovino (4,6), del frutihortícola (2,9), de la madera, de la pesca, la uva, el maní, el algodón y el tabaco, se llega a que el 62,7 por ciento de lo que el país vende tiene un contenido eminentemente primario.
Comparando 2012 con 2007, se advierte que de los seis complejos exportadores que aumentaron más que el promedio, el único con alto valor agregado fue el automotriz; los otros cinco fueron cereales, oro, uva, tabaco y algodón.
El investigador de la Universidad de San Martín Daniel Schteingart publicó en el último número de la revista Realidad Económica un trabajo titulado Contenido tecnológico de las exportaciones argentinas 1996-2011 ¿Cambio estructural entre la Convertibilidad y la Post-Convertibilidad?. Su respuesta es que hubo un avance en la complejización entre 2003 y 2006 como consecuencia de un contexto macroeconómico favorable por la megadevaluación y el rebote de la crisis. Pero que a partir de 2007, la mayor apreciación cambiaria combinada con la debilidad de las políticas industriales de fomento a la industria manufacturara, más el alza de los precios internacionales de los commodities, fueron restando dinamismo al mencionado proceso y, ya a partir de 2009, la complejizacion de las exportaciones comenzó a dar lugar a una incipiente primarización. Concluye que a todas luces, la evidencia empírica muestra que en 2011 la canasta exportable argentina no era más compleja que en 1998.
La performance exportadora queda todavía más deslucida si se distingue entre el aumento de cantidades y el efecto precios. Según el último informe sobre el tema publicado por el Indec, tomando como índice 100 para el año base 2004, el índice de cantidades exportadas en el primer trimestre de 2013 fue 103,3; es decir que casi no hubo incrementos en volumen. El índice del valor exportado se ubica ahora en 201, pero casi todo es atribuible al factor precios que alcanzó un índice 194,8.
Corresponde señalar que en el desagregado por sectores las exportaciones de manufacturas de origen industrial aumentaron en cantidad un 62,5 por ciento respecto a 2004, con una fuerte incidencia del sector automotriz.
Además de que el país se vio favorecido por el formidable aumento de los precios de lo que exporta, es suba fue muy superior al incremento de los precios de lo que importa. La relación entre ambos da lugar a lo que se conoce como términos del intercambio. Los datos del Indec muestran que los términos del intercambio vienen con una marcada tendencia ascendente y son ahora un 43,8 por ciento más altos que en 2004.
El incremento relativo de los precios de exportación por sobre los de importación, le dio a la economía un mayor poder de compra con sus exportaciones. Según los cálculos del Indec, el efecto de la mejora en los términos del intercambio aumentó el poder de compra de lo que vende en la impactante 67.700 millones de dólares desde 2006 hasta 2012. El año pasado el efecto positivo fue de casi 18.900 millones de dólares; es decir que si se hubiera exportado e importado las mismas cantidades pero con los precios de 2004, la balanza comercial no hubiese cerrado con un fuerte superávit sino con un marcado déficit.
Esta columna no trató ni de inflación, ni dólar negro, ni de blanqueo, ni de caída de reservas. Aunque si el kirchnerismo hubiera sabido aprovechar mejor la extraordinaria coyuntura internacional que tuvo durante casi todos los diez años de gestión para dar un salto de calidad estructural en las exportaciones, seguramente la coyuntura no tendría tantos problemas.