Por de pronto el fenómeno de los cacerolazos, que muchos imaginaban pasajero, llegó para quedarse. No sólo eso: se ha convertido en una estrategia de alcance nacional que, conforme transcurre el tiempo, crece al compás de los errores de cálculo y torpezas de un gobierno por momentos poderoso y, por momentos, desasistido de toda imaginación.
A pesar de las cacerolas, la Presidente de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner, desde su cuenta oficial en Twitter escribió un mensaje alegórico a esta noche en la Ciudad y el resto del país: Recordó las palabras del mártir de La Rioja asesinado por la dictadura: “Con un oído en el evangelio y el otro en el pueblo”.
Esta vez, el cacerolazo del 18 A contó con la presencia del arco opositor, entre ellos la líder de la Coalición Cívica, Elisa Carrió, Ricardo Alfonsín (UCR), Sergio Bergman (PRO), fueron sólo algunos de los protagonistas.
Pero a pesar de la gran adhesión masiva y opositora que tuvo la marcha, sería faltar a la verdad decir que los manifestantes que se lanzaron a recorrer las calles son mayoría, pero, aun cuando no lo sean, demostraron su voluntad de involucrarse, abiertamente, en la disputa política en curso. Desde hace un año toda esa gente dejó de ser parte de una colectividad silenciosa para transformarse en una multitud vociferante, según afirmaron los especialistas en análisis político Massot y Monteverde.
Por otra parte, las cacerolas no frenaron la aprobación kirchnerista en la Cámara de Diputados del paquete de leyes para motorizar la reforma de la Justicia. De esta forma, quedó al descubierto algo fundamental: cuán lejos está el oficialismo de los 2/3 de votos necesarios para poner en marcha la re-reelección de Cristina Fernández.
El FPV no pueda hallar el modo de sentar a 172 representantes detrás de la convocatoria a una Convención Constituyente. Pero no es menos cierto el viejo adagio que reza: quien no puede lo menos, no puede lo más. ¿Cómo lograr, de esta manera, una reforma constitucional?
Por su parte, el oficialismo había intentado votar todos los artículos de una sola vez, lo que desató una fuerte reacción de la oposición. Finalmente, se inició la votación artículo por artículo y ahí terminó de desatarse el escándalo al llegar al artículo 2, justamente el que amplía de 13 a 19 la cantidad de miembros del Consejo de la Magistratura, ya que el tablero oficial registró que sólo hubo 128 votos, uno menos de los necesarios.
Para los manifestantes, la marcha del 18 A no fue suficiente y muchos de ellos decidieron movilizarse frente al Congreso de la Nación el 24 A mientras la sesión se prolongaba. Numerosas personas en la justicia de su país se mantuvieron en vigilia y siguieron el debate a través de pantallas instaladas frente a la sede del Parlamento.
En realidad, lo que es menester entender de la disputa librada por el kirchnerismo y el antikirchnerismo desde principios de 2008 es que todo está relacionado con todo. No es legítimo, pues, analizar la reforma de la Justicia como si fuera un compartimento estanco respecto del plan reeleccionista, de los comicios legislativos de octubre o de la embestida contra Clarín. En la lógica de la Casa Rosada hay un hilo conductor que une, como partes de un todo a las distintas decisiones tomadas por Cristina Fernández, aseguran Massot y Monteverde.
Aquí hay una estrategia a la cual se subordina la totalidad de las políticas públicas del oficialismo: la reelección de la actual presidente. Con lo cual, el avance logrado en el Congreso bien puede convertirse en un revés si aquellas normas fuesen suspendidas hasta que la Corte Suprema dicte sentencia definitiva. Si, como todo lo hace prever, las mencionadas leyes quedasen en una suerte de limbo por efecto de las medidas cautelares de uno o más jueces, el efecto deseado por el kirchnerismo no se produciría y de nada le habría servido el esfuerzo realizado.
Las incógnitas no terminan aquí. Está por verse la decisión respecto de la constitucionalidad o no del paquete recientemente votado. Por su parte, La Unión Cívica Radical, Elisa Carrió y la Coalición Cívica, diputados del PRO, entre otros, afirmaron que no se quedarán de brazos y cruzados y buscaran la forma de que se dicte a la reforma como inconstitucional.
No solo la oposición protestó sino que también desde la Organización de las Naciones Unidas (ONU) hicieron sus reclamos ante el Gobierno de la Nación. Gabriela Knaul, relatora especial de la ONU pidió que se reconsideren los proyectos de ley de reforma del Consejo de la Magistratura y de regulación de las medidas cautelares. Luego de dicho comunicado, la Cancillería dio su respuesta firmada por Héctor Timerman en la que señalaba lo siguiente: "Los términos de mismo se apartan no sólo de los estándares de ética profesional e independencia esperados del titular de un mecanismo especial, como lo es la Relatoría, sino que por su falta de imparcialidad, mesura y equilibrio representa un desvío del mandato mismo encomendado a la Relatora".
Se quejó la oposición, protestó la ONU y, por último, reclamaron los abogados, constitucionalistas y representantes del Poder Judicial en un acto realizado en las escalinatas de la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires (UBA).
Para quienes crean que es una exageración lo expresado antes, conviene que reparen en este razonamiento: si el sueño de la re-re es directamente proporcional al resultado de las elecciones de octubre y éstas, para el oficialismo, dependen de cuanto acontezca en la provincia de Buenos Aires, perder por escándalo en el distrito electoral que concentra 39 % de los votos del país sería algo así como recibir un golpe de knock-out en plena mandíbula.