“En Uruguay hay luces verdes para el negocio agropecuario en cuanto a precios y rendimientos de los cultivos, pero por otro lado, tenemos luces amarillas en todo lo relacionado con los costos”, señala Santiago Arocena, representante comercial de la firma CLAAS en ese país. Y explica: “Si bien los commodities han ido aumentando sus precios, los costos también lo han hecho, y a veces en proporciones mayores. Esto hace que los números, si bien continúan siendo atractivos, generen cierta incertidumbre sobre lo que pueda suceder en el futuro”.
Según Arocena, existen tres variables principales para los aumentos en el país vecino: “Por un lado, el alto costo de la energía –principalmente el combustible–, que tiene un fuerte impacto en las tareas agropecuarias; por otro lado, la mano de obra, cuyo valor se ha incrementado mucho; y un tercer factor, que impacta en los dos anteriores, es la tasa de cambio, porque el dólar está muy débil en Uruguay, lo que hace que se vea afectada la competitividad del sector”.
Frente a esta situación, muchos productores adoptan como estrategia el trabajo con maquinarias cada vez más grandes y de mayor tecnología, buscando con ello obtener un mayor rendimiento con menos mano de obra. “Permanentemente recibimos a clientes que quieren entregar dos máquinas de 25 pies y comprar una sola de 40 –cuenta Arocena–, porque de esa manera tienen un solo operario en la cosechadora y uno en la tolva, cuando de la otra forma se requieren 4 personas”.
En comparación con la Argentina, el agente de CLAAS señala que Uruguay tiene costos más altos, aunque advierte que el resultado económico para los productores es similar en los dos países, “ya que si bien para los argentinos los costos son más bajos, tienen detracciones sobre ciertos cultivos, o impedimentos comerciales, como en el caso del trigo”.
Según Arocena, a pesar de estas dificultades, reina un clima de optimismo
sobre el negocio en Uruguay, “por el precio de los commodities y las buenas
perspectivas hacia el mediano plazo de esos valores”.
El agente de CLAAS destaca que la agricultura en dicho país experimentó grandes
transformaciones en los últimos 8 años: “Aquí, hace menos de 10 años, se
sembraban apenas 30.000 o 40.000 hectáreas de soja, mientras que para este año
las estimaciones hablan de una cosecha de alrededor de 1,3 millones de
hectáreas; y de la mano de este cultivo ha tenido un empuje importante todo lo
relacionado con la agricultura granífera”, señala, para luego añadir: “Esto hizo
que tanto las producciones ganaderas como lecheras se hayan tenido que
restringir en superficie, yendo hacia la intensificación, para poder mantener
los niveles productivos tanto de leche como de carne. Por eso no sólo ha crecido
muy fuerte la venta de maquinaria relacionada con la agricultura granífera, sino
también aquellas destinadas al forraje”.
Soluciones tecnológicas
Además de la capacidad de la maquinaria, los productores uruguayos también se encuentran prestando especial atención a la tecnología que incorporan, ya que constituye un modo de hacer más eficiente el trabajo y reducir los costos. Para el caso de las cosechadoras, entre las tecnologías más valoradas por los productores orientales, Arocena señala la flexibilidad de las nuevas plataformas para el copiado de terreno en la cosecha de soja, “el principal grano para Uruguay actualmente, y por lo tanto, el que tiene más impacto”.
El agente de CLAAS también enumera otros aspectos: “la información que brinda la máquina a través del monitor sobre humedad, rendimiento, superficie y consumo, entre otros datos, que logra hacer más fácil la toma de decisiones; la posibilidad de regular la máquina totalmente desde la cabina, porque las condiciones de cultivo no son las mismas a las 10 de la mañana que a las 5 de la tarde, y al tener la posibilidad de regularla desde la cabina el operario puede en todo momento sacarle mayor provecho a la máquina; además, al menos en el caso de CLAAS, las máquinas grandes están equipadas con un sistema de orugas de goma, que tiene muchas ventajas respecto del tradicional sistema de ruedas en cuanto a la estabilidad de la máquina durante la cosecha. La oruga absorbe las irregularidades del terreno, haciendo que tanto la máquina como la plataforma se mantengan más estables, evitando roturas y copiando mejor el terreno. Además, produce una menor compactación del suelo. Y en el caso del contratista, que anda mucho en ruta, las orugas hacen que la máquina tenga un ancho total de 3,30 metros, frente a casi 5 metros de una máquina grande de doble rueda”. Para el caso de las micropicadoras, los usuarios CLAAS están prestando atención a aquellos aspectos relacionados a capacidad de trabajo, rendimiento, procesamiento de granos de maíz y sorgo, así como también al consumo de combustible por unidad de material picado. También prestan atención a aspectos tecnológicos y de diseño, como son la posibilidad de regular la máquina desde la cabina, la diversidad de cabezales para las distintas opciones de cultivos y la practicidad operativa a la hora de realizar ajustes y/o mantenimiento de las máquinas.
La empresa de maquinaria de origen alemán está presente en Uruguay desde hace más de 20 años, según Arocena, y lidera el mercado de las picadoras. “La compañía entró en aquella época fuertemente en el rubro forrajero, y hoy tenemos entre 60 y 70 picadoras Jaguar trabajando en el país; eso representa aproximadamente un 60% del parque total de este tipo de maquinarias a nivel nacional”, destaca. Por otro lado, cuenta que hace 3 años que CLAAS ingresó al mercado de las cosechadoras en Uruguay, con un crecimiento sostenido año a año.
En el mes de marzo, CLAAS se hizo presente en Expoactiva, la muestra agropecuaria más grande de Uruguay, de la que participaron aproximadamente 300 empresas y 700 marcas. “En esta exposición participamos por primera vez en las muestras dinámicas con una cosechadora LEXION 750 con un cabezal maicero, para que todos aquellos que nunca tuvieron la oportunidad de ver una de nuestras máquinas en acción pudieran hacerlo”, concluye.