¿Qué hizo el Gobierno hasta ahora? Con la excusa de defender la mesa de todos los argentinos aumentó la presión impositiva al campo, de cada $ 100 que le ingresa al productor $ 50 se lo lleva el Estado. Cuando la soja tenía un precio internacional de 350 U$S/tn –hace 7 años- teníamos el 20 % de retenciones, cuando pasó a valer 400 U$S/tn nos pusieron el 24 % de retenciones, cuando llegó a los 450 U$S/tn las aumentaron a 27,5%, terminando en el 35 % cuando llegó a los 500 U$S/tn.
Distorsionó todos los mercados de la materia prima agropecuaria, interviniendo en forma negativa. Crearon los “registros de exportaciones” –los increíbles ROE rojo, ROE verde, ROEL- con cierres y aperturas exportaciones -sumando una cuota de incertidumbre en la comercialización lo que sirvió para que los compradores no compitan y pagaran menos-, realizaron “aprietes” telefónicos y fraguaron los índices.
Cambiaron los números del INDEC para esconder la inflación. La típica viveza criolla, ya que cuando le preguntabas a los funcionarios decían que gracia a esta “genialidad” habíamos ahorrados mucho dinero con los cupos ajustados con la inflación, sin tener en cuenta que perdimos 10 o 20 veces ese dinero a causa de la fuga de capitales y el rechazo a invertir en la Argentina por la falta de confianza.
Se refugiaron en la falsa hipótesis de “que si el novillo en pie está barato va estar barata la carne en el mostrador o si la leche a salida del tambo está barata van estar baratos los quesos en la góndola” cuando en definitiva incentivaron la baja del precio al productor e incentivaron el aumento al consumidor, a tal nivel que hoy pagamos la carne igual que en EE-UU, el pan más caro que en Inglaterra y los quesos un 10 % más que en España.
El consumidor pasó a pagar en dos años el 50 % más el kilogramo de carne, el aceite, del pan, el litro de leche mientras el productor tuvo un aumento del 14 % en el precio del novillo en pie, un 15 % en la soja, un 14 % en el trigo y un 19 % en la leche.
Esta alta presión impositiva e intervenciones negativas en los mercados, potenciadas por los constantes aumentos de los insumos –que superan el 30 % anual en todos los sectores- incentivaron al sector a pensar en el corto plazo y a producir mal.
La relación gramíneas oleaginosas en la rotación –lo ideal es del 50 % - pasó del 44 % de gramíneas en el 2002 a tan solo el 20 % en el 2012.
A causa de la gran presión impositiva hoy por hoy los márgenes agrícolas son prácticamente negativos, lo que invita al productor a bajar ciertos costos –ocultos- como la incorporación de nutrientes. El año pasado el uso de fertilizante fue un 15 % menos que en el 2011, lo que implica que se incorporó menos del 50 % de los nutrientes necesarios para obtener las 97 millones de toneladas de granos.
Se echaron las vacas del campo, en el 2005 teníamos 60 millones de cabezas y en el 2010 tocamos el piso del 48 millones de cabezas. En lechería hace más de 10 años que tenemos la misma producción, pero con el agravante que pasamos de 15.000 tambos a tan solo 10.000.
Acá hay que hacer cambios estructurales profundos, no podemos seguir con estos mecanismos cortoplacistas que alentaron una matriz productiva que no es sustentable en el tiempo. Hay que terminar con este fundamentalismo ideológico “que si a alguien le va bien es porque a otro le va mal”, cuando en definitiva es claramente demostrable que si producimos más –porque le va bien al productor- le va a ir bien al país porque quedan más saldos exportables, a la agroindustria por tener más materia prima para dar valor agregado, a la industrias de agro insumos y a miles de personas que volverán a tener trabajo.
El siguiente artículo pertenece a Néstor Roulet, ex vicepresidente de CRA