El 4 de enero, los alumnos de la Escuela Granja “Ramón Santamarina” de Tandil, provincia de Buenos Aires, recibieron de mano de CLAAS Argentina y del agente de ventas Héctor Daffunchio, una picadora Jaguar 690 que viene a contribuir con el espíritu de la institución de “aprender haciendo”.

El hecho resulta anecdótico. Lo verdaderamente trascendente es la sinergia que desde hace varios años viene teniendo la institución educativa y la empresa de maquinaria agrícola de origen alemán. “Tenemos un contacto muy fluido con la gente de CLAAS”, contó Guillermo Martignoni, director de la Escuela. “Muchos alumnos de la Santamarina, cuando egresan, son empleados por la agencia de Tandil”, apuntó. También realizan allí pasantías, en tanto que la escuela “recibe permanentemente la colaboración de la empresa en la organización de jornadas sobre cosechadoras de granos y equipos para el picado de forraje”.

La institución se encuentra conformada por la tradicional Escuela de Educación Agraria Nº 1 –fundada hace 87 años– y el Instituto Agrotecnológico de Tandil (IAT), de nivel terciario, creado entre los años 2004 y 2005 para atender la demanda de aquellos alumnos que al finalizar la escuela secundaria deseaban continuar sus estudios en el mismo establecimiento.

Martignoni destacó que la donación no sólo integra a la institución una maquinaria que de otra forma “sería muy difícil de obtener”, sino que además, “contribuye a la mejora tecnológica de los procesos productivos y educativos, a la interacción con las empresas como mecanismo de vinculación estratégica y también a las finanzas institucionales, ya que brinda la posibilidad de prestar servicios a terceros”.

Para el vicepresidente de CLAAS Argentina, Reynaldo Postacchini, la formación de los hombres y mujeres del campo es fundamental. “Argentina está entre los cinco países del mundo que pueden crecer en la producción y el procesamiento de alimentos, por lo que las chimeneas van a venir desde los pequeños pueblos hacia las grandes ciudades”, dijo y agregó que “para que eso ocurra, el camino necesario a recorrer en el largo plazo es que el sector público trabaje junto al privado”.

“Realmente creemos que hay una gran oportunidad de crecimiento en todo esto, y mejorando la educación, podríamos producir el doble a igual nivel de inversión”, sostuvo.

De hecho, Martignoni reveló que alumnos de 5º año de la escuela junto a otros del IAT ya estuvieron utilizando la máquina. “Nosotros estamos haciendo silaje aquí en la escuela, y posiblemente salgamos a hacer silo en alguna zona del colegio. Pero lo más importante es que son los chicos los que hacen el trabajo”, subrayó.

La Escuela Santamarina se ha convertido con los años no sólo en un lugar de referencia en el plano educativo para la zona y los partidos adyacentes, sino también como atractivo turístico, a partir de la gran diversidad de trabajos desarrollados dentro de sus 300 hectáreas. Entre sus instalaciones se encuentran desde una huerta y una granja, pasando por un molino harinero y una planta de tratamiento de efluentes, hasta una fábrica de productos lácteos y una panadería, que son visitados periódicamente por personas que están de paseo por la ciudad. Eso implica que tanto en la educación secundaria como en la terciaria los alumnos participan en actividades productivas, y eso incluye el trabajo con herramientas, maquinarias y equipos para las distintas actividades.

Producir y aprender

Las dos instituciones que conforman la escuela funcionan en el mismo lugar y suman una matrícula de casi 500 estudiantes. A la escuela secundaria concurren 370 alumnos de 11 a 18 años, de los cuales el 90% son de tandil y su zona de influencia, mientras que el 10% restante pertenece a otros partidos. Por su parte, el instituto de educación terciaria congrega a 120 alumnos de 18 años en adelante, que cursan una de las dos carreras que ofrece el instituto: la Tecnicatura Superior en Industrias Agroalimentarias y la Tecnicatura Superior en Promoción y Desarrollo de Emprendimientos Agropecuarios.

Según Martignoni, “la institución se relaciona directamente con la comunidad, porque tiene una cooperadora –responsable de administrar todo el aparato productivo del colegio– que desde hace 50 años está integrada por todas las entidades intermedias de Tandil: la Cámara de Empresarios, el INTA, la Sociedad Rural, la Cooperativa Agropecuaria, los ingenieros agrónomos, los veterinarios, los docentes y no docentes, los padres y los ex alumnos. Todos ellos han logrado que esta escuela sea un lugar tan importante, con un aparato productivo prominente, a pesar de los avatares del país”.

Por último, el directivo señaló que para el futuro, la escuela proyecta completar los ciclos académicos de la nueva reforma educativa, que implica agregar un séptimo año para recibir el titulo de Técnico Agropecuario de nivel secundario, ampliar la oferta educativa y el servicio a empresas, y crear emprendimientos productivos con los alumnos en base a una incubadora de empresas.