La inundación registrada, primero en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y luego en La Plata, puso sobre el escenario una serie de cuestiones que también afectan a los entrerrianos, si se parte de la idea de que estas catástrofes obedecen a la tropicalización del clima en la zona pampeana argentina.
En La Plata, donde anoche el número de fallecidos se calculaba en no menos de 50 personas, se produjo una precipitación de 181 milímetros entre las 9 hs. del 2 de abril y la misma hora del día siguiente. La sumatoria de la lluvia se acercaba a los 300 milímetros. El antecedente anterior de ese nivel de lluvias corresponde a 1985, con 300 milímetros en dos días, según informó el diario Uno de Entre Ríos.
Para encontrar un nivel de lluvias similar en la provincia hay que remontarse a la inundación que afectó Gualeguay y a las zonas cercanas en marzo de 2007. Sin embargo, parece estar claro que el problema no es la cantidad de agua caída, sino lo copioso de las lluvias en poco tiempo. Es decir, que para que haya complicaciones no es necesaria una cantidad inusual de agua, sino que la lluvia se produzca en poco tiempo.
Por esa razón, los entendidos en climatología recomiendan que las obras públicas sean calculadas de acuerdo a la nueva realidad climática. Para tener una idea de las dimensiones del problema que plantean las lluvias copiosas, vale recordar que en Paraná la precipitación que trajo aparejados numerosos problemas en la ciudad en febrero de 2010 fue de tan solo de 27,7 milímetros, pese a que, además, se sumaron circunstancias agravantes como la basura en la vía pública o la obturación del flujo de los arroyos.
Aunque cueste creerlo, en los arroyos de Paraná no sólo se arroja basura hogareña convencional, sino gabinetes de heladeras, lavarropas en desuso y hasta carrocerías de automóviles.
Otro temporal recordado fue el del 19 de diciembre -que generó muchos daños por las fuertes ráfagas de viento- significó precipitaciones en la zona que oscilaron entre 60 y 120 milímetros.
Claro está que en la mayoría de las ciudades entrerrianas la geografía más quebrada permite un escurrimiento mayor de las aguas, y en todo caso, cuando se produce el desborde de un arroyo, la inundación se limita a los 50 o 100 metros circundantes.
Sin embargo, desde diferentes sectores se advierte que los organismos estatales deben atender al cambio climático y planificar consecuentemente las diferentes obras de desagüe.
Sergio Fontana, director de Hidráulica de la Provincia, indicó que “cada tanto se recalcula la curva de intensidad y recurrencia de las precipitaciones para calcular una alcantarilla, un desagüe o el drenaje de un arroyo”. Esos cálculos permiten representar las relaciones existentes entre intensidad de precipitación (milímetros por hora), duración (minutos) y el tiempo de recurrencia del evento (años).
“Acá lo que interesa es la intensidad de la precipitación, es decir cuántos milímetros por hora llueven. Indudablemente las lluvias intensas han venido produciéndose con mayor frecuencia en los últimos años”, precisó Fontana.
“Posiblemente se haya incrementado en un 10% en los últimos años, lo que determina que las obras de desagües tengan que tener áreas más grandes”, indicó.
Respecto de lo ocurrido en La Plata, el titular de Hidráulica no arriesgó una opinión, aunque dijo que “como criterio general, las ciudades deberían planificarse de acuerdo a las cuencas hidráulicas”.
Desde Vialidad, en tanto, señalaron que las mayores precipitaciones no han provocado todavía cambios sustanciales en la planificación de los puentes; pero sí que han debido modificar la forma y ampliar el tamaño de las cunetas para asegurar un desagüe más rápido de las rutas, ante lluvias cada vez más intensas.
Un dato interesante es que desde el organismo se señala que no debe permitirse el cultivo en las banquinas, ya que los agrotóxicos matan la maleza y esas raíces ya no absorben agua ni tampoco evitan la erosión de las banquinas.
“Igualmente en el camino es más fácil que en la ciudad, porque siempre hay extensión para canalizar el agua”, señaló Jorge Rodríguez, titular del área.
“Los puentes se hacen siempre un metro y medio por encima de la máxima crecida histórica, así que en eso no hay problemas”, agregó.
Respecto de lo que ocurrió en La Plata, Rodríguez entiende que debe servir para dejar la enseñanza de que es necesario invertir en grandes obras, aunque algunas de ellas no se vean en la superficie, para evitar tragedias de este tipo”, señaló. “Las cuestiones técnicas no deben ser una variable de ajuste de esas obras”, agregó.