Por esta razón está equipado con máquinas CLAAS. Entre ellas, la Jaguar 980 que, mientras pica, le permite medir la materia seca.
El aumento de la competencia es una realidad para los contratistas forrajeros. El tandilense Christian Larsen, quien junto a sus dos hermanos y su padre presta servicios de silaje desde la provincia de Misiones hasta el Sur argentino, y desde San Luis hasta Entre Ríos, cuenta que hace más de 30 años, en los inicios del negocio, su papá iba a buscar máquinas usadas a Europa. “La gran diferencia con aquella época es que hoy en día las empresas de maquinaria están aquí en el país y uno tiene la posibilidad de contar con la última tecnología”.
Para Larsen la clave está en la información. “Antes, se hacían fardos sin tener demasiado conocimiento sobre el tema, lo que redundaba en un producto final de baja calidad. Hoy no sólo contamos con una diversidad muy grande de máquinas, sino también mucha información para cada etapa del proceso, lo que nos permite obtener un forraje de calidad superior”, subraya.
Para ilustrar su argumento, Larsen destaca la importancia de contar con un medidor de materia seca en la picadora, un implemento incluido en la Jaguar 980 que la empresa adquirió el año pasado –la picadora número 30.000 de esta línea fabricada por CLAAS–. “Con esta herramienta, que no muchas máquinas poseen, podemos medir la calidad de los silos que hacemos, lo que nos abre la posibilidad de comparar los resultados año a año, para ir ajustando los parámetros continuamente”.
“También hay otras tecnologías que brindan datos para el productor sobre cuánto rinde cada lote, qué variedad conviene sembrar, a qué distancia de surco; y también información para el propio contratista: en cuánto tiempo se hace determinado trabajo, con cuántos camiones, cuánto es el consumo de gasoil, etcétera”, señala Larsen, para luego evaluar que “todos esos datos diferencian el trabajo propio y permiten brindarle un mejor servicio al cliente”.
Tecnología bajo la lupa
Uno de los factores que más destaca Larsen para prevalecer en el negocio es contar con maquinaria que asegure capacidad y calidad. Desde hace un largo tiempo, todos sus equipos son CLAAS: “Hace 33 años que estamos en el negocio, y actualmente contamos con dos Jaguar 900 y dos Jaguar 980, que nos dan una capacidad para hacer más de 8.000 hectáreas por año; son máquinas nobles, y la empresa nos brinda un buen servicio técnico”.
Por otro lado, para el contratista, el negocio forrajero se encamina hacia una predominancia de los silajes, que se hacen en todo el mundo, todo el tiempo y en gran cantidad. Pero la clave, en ellos está en la calidad. Sobre este tema, el contratista forrajero destaca: “Nosotros fuimos pioneros en tratar el tema de la inoculación por los buenos resultados que brinda; por el mismo motivo, recomendamos usar cracker, y prestar mucha atención al tamaño de fibra y la compactación”, señala y explica: “todos esos parámetros hacen a la calidad de un buen silo, y si bien algunos conllevan un costo adicional, las ventajas están a la vista”.
En cuanto a la bolsa, Larsen dice recomendar su utilización a los productores siempre que hagan menos de 40 hectáreas: “Ese es el punto de inflexión en que la cantidad de kilos que se van a guardar no justifican hacer otro tipo de silo, por las pérdidas que puede haber. Si el número supera esa cantidad de hectáreas, conviene el silo búnker”.