La inoculación de silajes poco a poco va ganando terreno en la producción ganadera. Mientras que hacia mediados de la década pasada apenas dos empresas comercializaban el producto, desde hace tres años vienen ingresando otros grandes actores en el mercado, atraídos por la creciente tendencia a la adopción de esta tecnología, que ya se aplica en el 25% de los silajes en el país.
“Los fabricantes de maquinaria agrícola han tomado nota de todo esto, especialmente CLAAS, la única marca que ha incorporado a todas sus picadoras de serie los equipos de aplicación”, destaca para www.smartfarming.com.ar el Ing. Agr. Guillermo Piñeiro, Product Manager de Producción Animal de Becker Underwood Argentina SA, la empresa que comercializa el inoculante Lactosilo desde el año 2005 en el país.
Según Piñeiro, las causas de esta tendencia tienen su raíz en la intensificación de los sistemas de producción ganadera y la búsqueda de una dieta estable. “En este contexto, ha cobrado relevancia el ensilado como un importante ingrediente de la dieta, y en este sentido, es fundamental su calidad”, señala.
El inoculado, según el especialista, permite mejorar la calidad y la estabilidad del silo, haciendo más eficiente la fermentación láctica. “Con este procedimiento se logra disminuir la pérdida de materia seca y la incidencia de hongos, además de permitir que el material esté preparado para ser consumido por los animales más rápidamente”, explica.
Los números que presenta Piñeiro resultan contundentes: “Hemos llevado a cabo varios experimentos con el producto, uno de ellos en el INTA Balcarce, y allí hemos logrado un aumento en los niveles de producción del 12% en leche, y un 18% en carne, mientras que en la Universidad de Villa María, tuvimos un aumento de peso del 22% en carne y mejoras en la producción del 6% en leche”, resalta.
Bajo costo
Los distintos cultivos responden en forma diferente ante la inoculación. Según Piñeiro, “las leguminosas son las más difíciles de ensilar por su contenido proteico, con lo cual no caben dudas de que deben ser inoculadas”. En el caso del maíz y el sorgo, el especialista señala que, si bien no resulta tan necesaria la inoculación como en el caso de las leguminosas, “hemos tenido muy buena respuesta al tratamiento y, por lo tanto, la aplicación constituye una buena decisión”. La inoculación también se recomienda en el ensilado de granos húmedos, según el especialista, por su mayor inestabilidad.
En cuanto al valor de la tecnología, Piñeiro destacó su bajo costo relativo, de aproximadamente 75 centavos de dólar por tonelada, e indicó que dentro del valor total del ensilado –considerando el cultivo, el picado y su protección– la inoculación no supera el 3%.
“Hay que tener en cuenta que contratar un seguro cuesta entre el 8 y el 9% del valor total del silo, y que uno lo contrata por algo que potencialmente va a rendir. En cambio, con esta tecnología, uno invierte en algo tangible, que asegura la fermentación y la calidad del silo por los meses en que uno lo va a utilizar”, resalta, para luego sintetizar: “Es un insumo de bajo costo que asegura la vida del ensilado, y cuyo retorno es de aproximadamente entre 5 y 6 pesos a 1”.
Solución tecnológica
Hace 20 años, según Piñeiro, el inoculado de silajes era aún una tecnología incipiente que inspiraba poca confianza. “Sin embargo, en los últimos 15 años se ha investigado mucho más a nivel mundial, con lo que se generó una importante cantidad de información científica que respalda y recomienda el uso de la tecnología”, relata el especialista.
Piñeiro señala que en Europa y Estados Unidos la inoculación de silajes se encuentra muy extendida, y sostuvo que puede estimarse que allí se inocula entre el 55 y el 60% de lo que se pica –los datos son aproximados–. En Sudamérica, los números son parecidos a los de la Argentina, de aproximadamente el 25% –excepto en Chile, donde se acerca al 45%– por lo cual “la tecnología tiene mucho por crecer en la región”.
Por otro lado, el hombre de Becker Underwood señala la importancia que este procedimiento reviste para los contratistas, ya que se trata de “una solución que se adapta perfectamente a las instrucciones de manejo que tienen para asegurar la calidad del forraje, y en este sentido, se convierte en un insumo más entre las decisiones a tomar, especialmente en los sistemas de alta performance”.
El próximo paso en la evolución del inoculado de silajes será, en el caso de Lactosilo, “la incorporación de una nueva bacteria, el lactobacilo buchneri, que evita el deterioro de la cara expuesta del silo, que se produce por el desarrollo de microorganismos”, según cuenta Piñeiro. “Hoy en día, a nivel mundial, los especialistas están recomendando el uso de estas bacterias dentro de los inoculantes que hay en el mercado, y es el próximo paso que nosotros daremos”, concluye.