El ex ministro de Economía Jorge Remes Lenicov dijo que se gana tiempo y se abre una posibilidad a la Argentina con la presentación de la propuesta de pago a los fondos buitre. También afirmó que el desdoblamiento del tipo de cambio muestra que el modelo de incentivo al consumo fracasó, y aseguró que el control de precios de supermercados va a fracasar porque el resto de los sectores está indexado al 25%.
El siguiente es un resumen del diálogo que mantuvo con El Cronista:
–¿Cómo ve la situación con la deuda en mano de los fondos buitre?
–Se le abre una posibilidad a la Argentina y gana tiempo para presentar hasta el 29 una oferta de qué es lo que va a hacer con los holdouts. Creo también que es lógico que lo que se les ofrezca no sea más beneficioso a la quita que se hizo en 2005 y 2010, porque lo contrario generaría serios problemas, habría que renegociar de nuevo con los tenedores de bonos que ya habían ingresado al canje. Argentina debe hacer ahora una presentación sobre cómo va a pagar a los holdouts, y me imagino que va a estar en esa línea del canje.
–Venezuela devaluó fuerte semanas atrás. Para algunos analistas la situación es comparable con la Argentina de 2013...¿Qué opina? –En Venezuela, hacía muchísimos años que el tipo de cambio venía retrasado y el mercado marginal estaba como al doble del oficial. En 2001, principios de 2002, nosotros también teníamos un retraso cambiario muy fuerte debido a la rigidez de la convertibilidad, pero también veníamos de 3 años de depresión, teníamos la deuda pública que era insostenible, el corralito, déficit fiscal, las cuasimonedas, era un caos.
Ahora tenemos una situación compleja, donde el Gobierno va perdiendo herramientas de políticas y las medidas que toma profundizan la situación, pero es una situación más manejable. Se puede llevar adelante una política inflacionaria y de crecimiento de manera gradual y plantearse que en tres años se pueden tener los equilibrios macroeconómicos que supimos tener hasta hace 3 o 4 años.
–¿Qué opina del congelamiento de precios?
–Las medidas per sé se agotan. No tienen sentido si no están insertas en una estrategia global. El control de precios va a fracasar porque de buenas a primeras no se puede decir a un grupo de supermercados que no aumenten los precios cuando todo el resto está casi indexado al 25%. Pasaría lo mismo con la devaluación, si a alguien se le ocurriera devaluar para que tuviera más competitividad la economía argentina, pero se sigue con esta política monetaria, esta política de ingresos, fiscal, la devaluación generaría un aumento mayor de precios y volvería a generar más atraso.
–¿Todavía hay peligro de estanflación?
–Estamos en estanflación. Estamos estancados y las estimaciones hablan para este año de que Argentina puede crecer hasta un 3% con un piso de inflación de 25%, lo cual es un escenario tristón. No es lo mismo crecer 3% con todo el aparato industrial andando a pleno. Pero se puede salir. Lo que está fallando es el modelo de corto plazo. Tenemos que mirar el ejemplo de los países limítrofes como Chile, Brasil y Uruguay, pero también Perú y Colombia. Estamos a contramano del mundo. No por haber ganado con el 54% querer imponer a todo el mundo un esquema que tiene visos que no apuntan a una sociedad donde todos podamos tener igualdad de oportunidades. La pobreza sigue estando en 24%, las villas siguen creciendo y 50% del conurbano no tiene cloacas, y en estos 10 años ha habido un excedente de u$s 300.000 millones adicionales al gasto público. Se diluyeron.
–¿Alcanza incentivar el consumo para crecer?
–Con esta inflación, los salarios no van a aumentar, con lo cual el consumo privado no va a ser una variable dinámica. Queda el consumo del sector público que se pude hacer por emisión monetaria. Pero las inversiones han caído y no se van a recuperar porque no hay confianza, y las exportaciones han caído salvo la soja porque el tipo de cambio está retrasado. Ese modelo apoyado en el consumo tiene cada vez más problemas; está agotado.
–¿Qué pasa si se alarga el control de precios?
–Va a pasar lo que pasó siempre. Se va a ir desmontando el control de precios por la propia realidad, aunque es probable que el Gobierno lo quiera alargar.