El comienzo del mes de enero dio continuidad a las precipitaciones que se observaron a finales de diciembre en el NEA, incluso durante la primera semana del año se concreta un evento con acumulados destacados en gran parte del sudoeste de la provincia de Chaco, norte de SF y sudeste de Santiago. Aunque remarcando la irregularidad que por entonces presentaron estas precipitaciones, las mismas sirvieron de soporte para transitar un periodo seco de más de quince días que sobrevino luego de aquel auspicioso comienzo de año.
Las lluvias regresaron en el comienzo de la última semana del mes pasado, pero con milimetrajes ostensiblemente más bajos. Las primeras jornadas de febrero también trajeron algo de agua sobre el domo central y sectores del sudoeste aunque con una gran variabilidad espacial. De esta manera el arranque del mes de febrero plantea matices destacados en la condición hídrica sobre las zonas algodoneras hacia el sudoeste del domo central.
Las lluvias en el este santiagueño en general fueron de menor volumen, con lo cual la disponibilidad de humedad seguramente es mas exigida. El comportamiento térmico fue típico del mes de enero, es decir con un rigor importante en las temperaturas máximas aunque sin que se concreten apartamientos destacados respecto de los valores normales. Las jornadas más cálidas quedaron disimuladas en el promedio mensual. Las temperaturas mínimas en general aportaron un alivio, dado que se mantuvieron cercanas a los valores normales o incluso se experimentaron desvíos negativos. Hubo muchas jornadas con circulación del este que generaron noches más frescas, lo cual dentro de un contexto donde el agua no abunda puede considerarse un indicador benéfico. Es decir, el estrés por falta de agua no se vio fortalecido por el estrés térmico.
Para esta región agrícola alcanzar la marca de 150 milimetros durante enero es básico para que las sementeras tengan un tránsito favorable. Esta marca fue satisfecha con mucha irregularidad espacial aunque en general con mejor cobertura sobre el sudoeste de Chaco. Debemos destacar como negativo, la distribución temporal de las precipitaciones, dado que las mismas tendieron a concentrarse en un evento a principio de mes. Esto genera un indicador meteorológico que para la estadística es favorable, pero no acompaña el normal desarrollo de los cultivos. También hay que reconocer, que la zona algodonera principal no quedó fuera del contexto climático que afecto gran parte del area agrícola del país, donde la estabilidad atmosférica fue muy marcada, definiendo en muchos casos uno de los eneros más secos de las últimas décadas
Para lo que resta de la presente campaña, no hay indicadores climáticos de escala planetaria que jueguen a favor o en contra del comportamiento pluvial en el NEA. En rigor el estado del Pacífico Ecuatorial es más parecido a un evento La Niña que a un evento El Niño, aunque técnicamente la situación es neutral. Es decir, la oferta de agua que sobrevenga en el resto del verano quedar? vinculada al rompimiento de la estructura de estabilidad que domina gran parte de la atmósfera del sudeste de Sudamérica y esto no se ver? condicionado por lo que suceda en el Pacífico ecuatorial central.
Salir de este estado deficitario es vital no solo para el NEA sino para la región pampeana, la cual paradójicamente cerró? el pasado año con record de lluvias. La exigente situación actual puede verse aliviada hacia mediados de mes. Para entonces se presentará una perturbación atmosférica destacada que sumada a la previa irrupción de aire de origen tropical, resultará en el desarrollo de importantes sistemas precipitantes.
Los pronósticos son favorables para la zona algodonera y de validarse pueden encaminar la campaña. De todas maneras no se puede soslayar el impacto que ya pueden haber acusado los cultivares de algodón y soja, luego de una primavera seca y un verano que se viene transitando con lluvias de gran dispersión espacial y desfavorable distribución temporal.