Apenas 20% de suba en dos años, frente a una inflación real de más de 40%, significa que la presión impositiva aumenta, que es un ajuste, aunque la Presidenta lo presente como un alivio.
La Presidenta está llevando a cabo el ajuste de una economía estancada y, para colmo, con inflación. Así lo reconoce cuando pide "poner el hombro" y que los trabajadores acepten aumentos salariales menores que el aumento del costo de vida amenazándolos con que, de otro modo, corren riesgo sus puestos de trabajo.
Doble ajuste quiere la Presidenta que soporten los asalariados. Más presión impositiva y menos aumento de salarios.
De paso, en el anuncio falseó los datos. Dio la cifra del mínimo no imponible por el bruto, lo cual es absurdo. El bruto incluye sumas que no se gravan. Lo que se aporta al sistema jubilatorio, por ejemplo, no está alcanzado. Lo que importa es el neto. ¿Le habrá parecido vergonzoso a la Presidenta decir que con la modificación que anunció el mínimo no imponible para los solteros no llegará a 7000 pesos? ¿O que para los que tienen familia tipo no llegará a 10.000? Porque acto seguido señaló que para los trabajadores el tributo debería llamarse "a los altos ingresos". ¿Es "alto ingreso" unos 11.000 pesos para que vivan cuatro personas? Si se puede comer con seis pesos por día y por persona, como señalan los números del Indec, claro que sí.
Cristina Kirchner también hizo una serie de disquisiciones acerca de que en otros países la presión de ganancias es más alta sobre los salarios. Es cierto. Pero hay que ver qué servicios se obtienen a cambio. En Alemania las autopistas son gratuitas. En Holanda hay un subsidio de 120 euros mensuales a los estudiantes universitarios que viven con sus padres y de 220 si viven solos.
El problema de la Argentina es que se paga en impuestos por los servicios, como la seguridad, educación, salud y transporte públicos y después, si se quiere tener alguna calidad, hay que volver a pagar por seguridad, salud, transporte y educación privada. La Argentina de las tragedias ferroviarias de Flores y Once es la Argentina del más alto gasto público en su historia. No es que los ciudadanos hayan pagado pocos impuestos por ello, es que el Gobierno administró de manera criminal.
La Presidenta también anunció el aumento de las jubilaciones que se pagará a partir de marzo. La última vez que se anticipó tanto, utilizó un índice de actualización que contenía cifras provisorias. Cuando aparecieron las definitivas, que fueron más altas, no corrigió el aumento. Es decir, les impuso a los jubilados un ajuste.
La Presidenta además parece creer que el único incremento tarifario fue el del subterráneo porteño. También hubo aumentos del servicio eléctrico, de agua y cloacas, de gas, de los combustibles que vende YPF, de los colectivos y de los trenes. Ninguno de ellos es responsabilidad de algún opositor, sino de que ella misma ha dispuesto quitar subsidios. O sea, ajustar.