Pero se mueve, sin hacer ruido. Casi imperceptiblemente. Se reunió con Macri y los ruralistas, y sinceró las tarifas de transporte. Menem vaticinó que será presidente y hasta los diarios oficialistas empezaron a mirarlo con un poco más de cariño.
Porque sabe que en el peronismo el más apurado es el primero en trastabillar, es un maratonista de la paciencia. Su temple es el rígido muro donde se estrellan los ansiosos del poder central que no saben por dónde entrarle. Tarea imposible: está blindado. Los periodistas en vez de perseguirlo le temen porque saben que entrevistarlo es una condena casi segura al bostezo.
Insistir por el lado de provocarlo es exponerse a peligros impensados. Bien lo sabe el Gobierno cuando pretendió estrangularlo presupuestariamente y tuvo que poner el motor en reversa con premura para que los estragos proyectados no se le vinieran en contra. Tampoco pudo mucho Gabriel Mariotto con sus eyaculaciones precoces a repetición que lo dejaron anémico en un rincón. Scioli, el motonauta que perdió un brazo en el río Paraná; el hombre que escapó del incendio de su departamento al saltar de un balcón al otro, sobrevivió a esas catástrofes, como a sucesivas iracundias de Néstor y Cristina Kirchner, aplicando frialdad y reflejos en cada momento crucial y quitando todo vestigio de épica a sus relatos posteriores sobre aquellos episodios. Todo lo cuenta como si nada pasara. Y pasa.
Esa simplicidad rústica, de escaso y repetitivo vocabulario en forma de consignas optimistas, que antes movía a la mofa o a la indiferencia, empieza a ser beneficiaria de un paulatino cambio de percepción en la opinión pública y en las propias dirigencias políticas. Ahora dejó de ser simplemente "Dani" para ser llamado cada vez por más gente de una manera hasta hace poco impensada: "Jefe".
Mientras la oposición sigue buscando a su candidato ideal para 2015 y Cristina Kirchner se debate entre la remota reforma constitucional que la habilite a un nuevo mandato y la ausencia de un candidato propio que herede del cristikirchnerismo el sillón presidencial dentro de tres años, Scioli no espera de brazos cruzados que la fruta madura simplemente caiga en sus manos. Se mueve con sigilo y lenguaje parco, pero con mucha gestualidad significativa: partidos de fútbol y fotos con acompañantes impensados hasta hace poco, dos agrupaciones que fogonean su figura (La Juan Domingo y la que lleva sus siglas: DOS), asados con concurrencia selectiva en su quinta La Ñata, reuniones reservadas que trascienden y definiciones escuetas ante la prensa, pero que sobresalen de su discurso anodino.
Cuando el calor empieza a instalarse en el almanaque, el gobernador bonaerense eleva automáticamente su perfil: sólo seis días después de la "Fiesta Patria Popular" de la Presidenta en Plaza de Mayo, Scioli se autohomenajeó en el Estadio Único de La Plata , aunque, a pesar de la gente arreada por algunos intendentes y las presencias convocantes de Cacho Castaña y Julio Iglesias, hubo tribunas raleadas.
Los empresarios teatrales tiemblan en Mar del Plata porque Scioli es en cada temporada un inesperado competidor al promover espectáculos masivos gratuitos auspiciados por la provincia en los que suele tirar toda la carne al asador. Su estrategia es simple y sencilla: pone a los artistas más populares sobre un escenario al aire libre forrado de naranja (el color que caracteriza a su gestión) y siempre está presto para la foto con ellos. Como Mauricio Macri, él también "vende" por ese lado porque es una celebridad más, un costado del todo ajeno al resto de los políticos y que sabe explotar con bastante naturalidad. Como tampoco quiere quedar mal con los dueños de las salas y los productores de espectáculos consensuó para este mes cinco grandes recitales gratuitos, sólo uno de los cuales tendrá lugar un sábado.
Son varias las vertientes de comunicación, algunas bastante contrastantes entre sí, que convergen como plataformas de difusión de quien se animó a decir que será candidato si CFK no es habilitada constitucionalmente a aspirar a un tercer mandato consecutivo. Para la campaña "Vamos a la playa" la agencia Savaglio no reparó en gastos y trajo a David Hasselhoff, el actor de las emblemáticas series El auto fantástico y Baywatch , para hacerlo rodar un aviso junto con Emilio Disi, una apuesta extranjerizante y onerosa que despertó críticas. Gustavo Marangoni pasó al frente del Banco Provincia y la Secretaría de Comunicación Pública Provincial quedó en manos de Juan Courel, que se define en Twitter como "ex gorila arrepentido", en tanto que desde su costado "afrancesado" aporta Jorge Telerman, que es algo más que director del Instituto Cultural de la Provincia de Buenos Aires, ya que impulsa varios novedosos eventos como el canal Digo de TV Comunitaria, ideado por Mariano Cohn y Gastón Duprat (hacedores en su momento junto con Telerman del canal Ciudad Abierta del gobierno porteño).
Con fe, con esperanza y con optimismo, Scioli sabe pilotear el verano. Es lo que mejor le sale.