En efecto, los seis millones de hectáreas sembradas seis años atrás fueron paulatinamente decreciendo al compás de la irracional política de escindir el consumo interno de la exportación mediante la fijación de sucesivos cupos de venta al exterior.

Debido a la falta de interés de los productores, esos seis millones de hectáreas se fueron reduciendo hasta alcanzar solo 3,5 millones en la campaña que está comenzando a cosecharse ahora y de la que se esperaban diez millones de toneladas, cifra que puede no alcanzarse debido a las lluvias excesivas. Estas dudas han llevado en estos días a reducir el cupo de exportación en un 25 por ciento, creando adicionalmente serios problemas de redistribución de los porcentajes asignados a los exportadores que disponen de los Registros de Exportaciones, los ROE ,que habilitan sus exportaciones y que en parte estaban ya adquiridos por las firmas exportadoras.

Por añadidura, se ha postergado para el corriente mes la carga de barcos que habitualmente tiene lugar a partir de la segunda quincena de noviembre, con la consiguiente espera de buques en puertos nacionales que aumenta los costos. Se desprestigia así a nuestros puertos, con el riesgo de caer en las descalificaciones del pasado. Desde ya, el precio del trigo tuvo serias pérdidas.

Pariente cercano del trigo, la cebada tiene un derrotero diferente y muy favorable. Su siembra está creciendo sustancialmente: 13,6 por ciento en el último ciclo, cuya recolección está finalizando con un resultado de cinco millones de toneladas. En el sudeste de Buenos Aires sus sembrados superan largamente los del trigo. Tiene dos versiones: la cebada forrajera, destinada a la alimentación animal, y la cervecera, de mucho mejor precio por ser materia prima para la industria de la tradicional bebida. Su cosecha precede a la del trigo en no menos de dos semanas, permitiendo adelantar la siembra de maíz y de soja, mejorando sus rendimientos.

Desafortunadamente, tanto el trigo como la cebada sufren perjuicios provocados por exceso de lluvias, las granizadas y los fuertes vientos que siguen azotando los sembrados. No sólo se trata de su influencia en las cantidades, sino de la calidad de los granos afectada por su inadecuada maduración y también por la presencia de fusarium, un hongo propio de las temporadas húmedas.

Lo expresado para el trigo y la cebada podrá tener asimismo consecuencias diversas en la producción de soja, maíz, girasol y sorgo por lo que el comportamiento climático de aquí en más será determinante del resultado final. Los productores saben por su dilatada experiencia que los años de lluvias abundantes son los más productivos. Salvo que éstas resulten excesivas.