Antes de comenzar con el tema de esta semana, siento la necesidad de rendir homenaje a los jueces de la Cámara que, habiendo sido brutalmente presionados, tuvieron la valentía de emitir su fallo de acuerdo a derecho y a su conciencia. Seguramente no les va a resultar fácil de ahora en más. Tendrán persecuciones, descalificaciones, diatribas y demás agresiones, pero tienen la conciencia tranquila y le dieron a la república una bocanada de aire fresco que hacía mucha falta. Y no rindo este homenaje porque el grupo Clarín aparezca como el beneficiado, en todo caso, cuando hicieron la fusión de Multicanal y Cablevisión, a los que teníamos programas en P&E nos limpiaron sin piedad cuando el grupo estaba en sociedad con el kircherismo. Rindo mi homenaje porque los jueces de la Cámara no defendieron a Clarín con su fallo, defendieron el estado de derecho, poniéndole un límite a los comportamientos autoritarios. Tal vez, de ahora en más, muchos jueces comiencen a quitarse el miedo y la Justicia se convierta en la barrera a los atropellos a la república y quede algo por salvar de la misma de esta masiva destrucción que está haciendo el kirchnerismo.
Era obvio que ante un fallo ajustado a derecho, los Abal Medina, Alak, Sabbatella y demás serviles del poder iban a salir a agredir, descalificar y denunciar a la justicia. Y era obvio porque ellos no creen en la democracia republicana como forma de organización política. Ellos consideran que tienen que tener el poder absoluto. Sin límites de ninguna característica. Por eso constantemente recurren a la cantinela del 54% (que tampoco lo fue) o a la estupidez de argumentar que si a uno no le gusta cómo gobierna Cristina Fernández, hay que armar un partido y ganar las elecciones. ¿Cuál es el mensaje que envían con ese argumento? Que para ellos el que tiene una mayoría relativa y transitoria tiene derecho a transformarse en monarca. Que la ley son ellos y cualquiera que pretenda hacer imperar el estado de derecho es un golpista, destituyente y demás adjetivos. De hecho lo dijeron la semana pasada Kunkel y algún senador k, al afirmar que la Corte estaba dando un golpe institucional y hablaron de partido judicial.
Hasta los economistas sabemos que una ley, por más que haya tenido el voto del Congreso, puede ser declara inconstitucional por el poder Judicial que es el que, en definitiva, tiene que definir si una ley se ajusta a la letra y al espíritu de la Constitución. De eso se trata, justamente, la república. Argumentar que la Justicia tenía que fallar a favor del gobierno porque la ley había sido aprobada por el Congreso demuestra que no aceptan la división de poderes. Las declaraciones de los funcionarios oficialistas contra la justicia es lo más cercano que hemos estado a lo que podría definirse como un alzamiento contra la democracia republicana. Ellos acusaron a la justicia de alzarse contra la democracia, pero la realidad es que son ellos los que se están levantando contra el orden constitucional, argumentando que porque tuvieron el 54% de los votos, tienen derecho a hacer tabla rasa del orden institucional, de la división de poderes y desacatar los fallos de la Corte, usar los institutos de recaudación como mecanismos de intimidación y demás aprietes.
Como lo he sostenido en diferentes oportunidades. Ellos llegaron con el voto al poder y una vez en el poder utilizaron todos los recursos del Estado y el monopolio de la fuerza que le fue delegado para defender el derecho a la vida, a la libertad y a la propiedad de los habitantes. Utilizaron ese poder para avasallar los derechos. El ejemplo más claro que se me ocurre respecto al abuso en el uso del monopolio de la fuerza es no acatar los fallos de la justicia. Si los jueces no pueden ordenarle a la fuerza pública que el Ejecutivo cumpla con sus fallos, entonces la justicia queda en algo abstracto y se impone el autoritarismo.
Eso es lo que los sacó de quicio esta semana cuando los jueces ampliaron la cautelar. ¿Por qué? Porque hubiese sido muy grosero y evidente que hubieran desoído el mandato de la justicia, ya habrían pasado la raya de la tolerancia y se habrían levantado directamente contra la constitución nacional.
Pero lo que tal vez los tenga de más malhumor al gobierno, sea que el 54% que tanto esgrimen se haya transformado en historia. Hoy la gente ve que el famoso modelo hace agua por todos lados y siente el rigor de la inflación, la pesada carga tributaria y la falta de trabajo, mientras languidece la economía. El problema del gobierno es que ya no tiene los espejitos de colores para entretener a la gente con consumo artificial mientras viola el estado de derecho. Ahora solo le queda hacer estos fuegos de artificio con la ley de medios para tratar de esconder los problemas de fondo de la economía argentina, más la inseguridad y la destrucción de la infraestructura (rutas, sistema energético, trenes, etc.) sometiendo a la gente a viajar en forma inhumana y con riesgo para sus vidas. Esas son las cosas que la gente vive todos los días y el cristinismo cree que controlando a los medios y no permitiendo la libertad de expresión, podrán esconder los problemas como lo hacen con el IPC que publica el INDEC.
Habrá que ver qué decide la Corte Suprema de Justicia con el per saltun, tan criticado en la época de Menem. La realidad es que aquí no hay ningún riesgo institucional como para que no sigan el curso normal del proceso judicial. La Cámara les puso un primer límite. Ahora falta que la Corte les ponga un límite definitivo para que se quiten la careta y decidan si quieren levantarse contra el orden constitucional o aceptan acatar el estado de derecho.
Me animaría a decir que hoy es la Corte Suprema de Justicia la que tiene que decidir si se abre la esperanza de recuperar la democracia republicana u opta por dejarlos avanzar y terminar en una dictadura. Pero ojo, que si los dejan avanzar, también van a ir por ellos, porque no tienen amigos ni aliados. Solo usan a la gente y a las instituciones como material descartable.
El cristinismo parece seguir al pie de la letra la estrategia de Laclau, que en su libro La Razón Populista, tiene que dar todo un rodeo y volteretas argumentales para no decir directamente que él considera que un país se gobierno con bajo un sistema autoritario. Para no decirlo directamente, se enreda en un discurso sin rigor intelectual tratando de descalificar a la democracia republicana. Si logra descalificarla, por descarte queda el autoritarismo como forma de gobierno.
Al igual que Laclau, que mientras disfruta de la democracia inglesa y su pensión inglesa aconseja el autoritarismo para Argentina, el cristinismo tiene un discurso similar. No dice que quiere un sistema autoritario y tergiversa los argumentos para mostrar que ellos son democráticos, pero en el fondo desean imponer una autocracia. No lo dicen abiertamente porque saben que sería ampliamente rechazado por la población. Por eso esos ridículos discursos y argumentos.
Insisto, si la Corte les pone un límite, el oficialismo tendrá que decidir si sigue avanzando en el vamos por todo y anuncia abiertamente que en Argentina decidieron usar el monopolio de la fuerza para imponer una dictadura o frenan y comienzan a buscar en el mapa del mundo un lugar para sus exilios post kirchnerismo.
Fuente: Economía para Todos