Ya se realizaron las marchas del 13-S y del 8-N y ¿ahora qué sigue? ¿Contar la cantidad de personas que poblaron la Argentina con sus cacerolas? o ¿Comenzar a planear la revancha K? ¿A proponer ideas?, pero ¿quién debería proponer?, ¿los representantes elegidos democráticamente por los argentinos o los que se movilizaron? ¿De quién es la obligación o el deber de construir una patria mejor? ¿De algunos o de todos y todas? ¿De un 54% o del otro 46? ¿Cuánto importa la clase social a la que uno pertenece si por vivir en Barrio Norte no podes reclamar por el hambre del país? ¿Cuánto importan las estadísticas sobre cantidad de presencia si no se tiene en cuenta la esencia del reclamo? ¿Cuánto importan los números si estos generan división? Cada vez es más clara y legible “estar a favor o ser enemigos”. Estas son las nuevas fechas de la revancha: 20- N y 10- D.
Según afirman los analistas políticos Massot y Monteverde Asoc. poco importa cuánta gente se congregó. No pasa por ahí el meollo de la cuestión. Y agregan que “no sólo existieron protestas en las principales ciudades de la Argentina sino que también en localidades insignificantes en términos de población y en no pocas capitales y urbes emblemáticas del mundo, la conclusión salta a la vista”.
En este sentido, en el informe afirman que la idea de que las clases bajas, como se estila denominarlas en el lenguaje vulgar, siguen siendo decisivas a la hora de votar, se da de patadas con la experiencia de las últimas décadas. Sí, fueron decisivas desde 1916 hasta 1983, poco más o menos, pero hoy su peso se ha reducido sin que ello signifique que el peronismo —cuyo fuerte estuvo concentrado siempre en el proletariado— haya perdido musculatura política. El menemismo y el kirchnerismo, cada cual a su manera, ganaron básicamente porque fueron capaces de sumarle a su clientela tradicional el aporte de las clases medias.
Si sólo mirásemos la foto del 8N y nos preguntásemos por qué el viernes 9 o durante esta semana no se apreciaron modificaciones de consideración en términos del poder, habríamos equivocado el lente. Si bien las redes sociales han tenido y tendrán una incidencia superlativa en las pasadas y futuras convocatorias, Buenos Aires no es Cairo o Túnez. Es posible que la denominada —vaya uno a saber si con razón o no— primavera árabe haya sido producto más del Twitter, el Facebook y los teléfonos celulares que de la Hermandad Musulmana o de cualquiera de las múltiples fuerzas que se congregaron para voltear a los gobiernos de Mubarak y de Ben Ali. Pero ahí se terminan las coincidencias.
¿Qué pasaría si en las próximas semanas el kirchnerismo decidiese pelearle la calle a estos autoconvocados, o como quiera llamárseles? Difícil saberlo aunque si el carácter pacífico del 13S y el 8N quedase atrás e irrumpiese la violencia —algo que, por supuesto, nadie puede descartar— habría que barajar y dar de nuevo. De hecho no faltaron voces en el elenco oficialista que aconsejaron enfrentar a los adversarios del gobierno en unos espacios que tradicionalmente han sido mejor ocupados y manejados por la izquierda y los movimientos sociales que por clases y segmentos de la sociedad sin experiencia en la materia. Esta vez Cristina Fernández —a quien en principio le había gustado la idea— ordenó no confrontar.
Hay, de acá a fin de año, dos distintos cronogramas —por llamarlos de alguna manera— con sus fechas emblemáticas. Uno es específicamente político: el 20 de noviembre se anuncia el paro —sin movilización— de la CGT moyanista y la CTA, con bloqueos a los accesos a la Capital para que no pueda ingresar el transporte público a la ciudad. La medida de fuerza revela la decisión de Hugo Moyano de redoblar la apuesta en contra del gobierno. Si Buenos Aires se quedara ese día sin transporte público, ¿qué importancia tendría el hecho de que la huelga de los camioneros no incluyera la movilización a Plaza de Mayo?
Además de la adhesión al paro y movilización de la Federación Agraria de Eduardo Buzzi, que visitó la sede de Azopardo 802 para interiorzarse sobre los detalles de la medida de fuerza, Moyano confirmó que también será de la partida la CGT Azul y Blanca de Luis Barrionuevo, lo que confirma el acercamiento entre ambos espacios sindicales, según informó Perfil.
Si bien Moyano afirmó que cada gremio evaluará de qué manera contribuye a la medida de fuerza, la Asociación Bancaria convocó a los trabajadores del sector -en un comunicado- "a participar del paro de 24 horas, sin asistencia a los lugares de trabajo".
Fuentes del moyanismo dejaron trascender que Rubén "Pollo" Sobrero, delegado ferroviario de la línea Sarmiento, también confirmó su adhesión al paro y movilización.
La otra fecha clave es el 7 de diciembre por razones que no se necesitan explicar. Y el 10D Cristina Fernández amenaza convocar a sus seguidores a un acto en respuesta al cacerolazo del 8N.
La fecha elegida es en conmemoración del retorno a la democracia para evitar que se interprete como una repsuesta a los cacerolazos.
El cristinismo dará este sábado 17 de noviembre un paso previo: el estreno en el Luna Park de la película de Néstor Kirchner. Producida por Alberto “Topo” Devoto y Fernando “Chino” Navarro, el documental verá la luz en una actividad de fuerte contenido político y con 5 a 6.000 personas sentadas en el histórico predio de la calle Bouchard, según informó el diario Clarin.
Tras este calendario para lo que queda del 2012, ¿a qué nos llevan las marchas?: a una concientización social y según el abogado y sociólogo, Roberto Gargarella, entrevistado por Esteban Rodríguez, “se trata de un concepto que merece ser enmarcado dentro de una idea más general, que es el principio de que todos somos moralmente iguales. Al respecto, tiene sentido pensar a la democracia no como un fin en sí mismo, sino como un instrumento que sirve para honrar ese ideal de que somos todos iguales moralmente, de que todos valemos lo mismo. Este compromiso se traduce, políticamente, y ante todo, en el principio de un hombre-un voto”. Y agregó que “en el núcleo esencial de los derechos de la democracia está el derecho a protestar, el derecho a criticar al poder público y privado. No hay democracia sin protesta, sin posibilidad de disentir, de expresar las demandas. Sin protesta la democracia no puede subsistir”
Por eso, como dijo Maria Antonieta en las puertas del Castillo de Versalles: “a falta de pan, buenas son las tortas”, en Argentina: “a falta de liderazgo, buenas son las marchas”.