La semana pasada fue un claro exponente del premio que suele dar el mercado a los valores frente a cuadros de incertidumbre, por temor a una baja en la oferta futura como consecuencia de la adversidad del clima.
Los agentes comerciales, los operadores financieros de los fondos y los analistas están a la expectativa.
Se aguarda que haya una muy buena cosecha en América del Sur a fin de que se restablezcan, en buena parte, los alicaídos stocks mundiales.
Si la cosecha sudamericana resultare razonablemente exitosa, los precios tenderán a buscar nuevos pisos. Y si la campaña en EE.UU. comenzara con viento a favor, los precios deberán seguir una pendiente más pronuncia aún, a partir de mediados del año que viene.
Pero si las cosas resultaran al revés, los valores dispararían.
Una fuerte presión vendrá el día viernes próximo cuando el Departamento de Agricultura de EE.UU (USDA), publique sus estimaciones. Si se confirmara lo que el mercado sospecha -que este departamento publicará una mejora en los niveles de producción de la cosecha actual de ese país- habrá una baja de precios.
Pero si las condiciones climáticas en América del Sur empeoran, no necesariamente habrá tal reducción de valores.
La relación de oferta y demanda resulta tan ajustada, que si la cosecha sudamericana – entre fines de febrero y mediados de abril- no llegase a tal nivel y, por ejemplo, sólo fuese mediocre, los precios seguirán tan firmes como ahora o, incluso, algo más altos.
Por lo pronto lo que pasa en la Argentina, es motivo de fuerte preocupación.
Después de las violentas descargas de agua del lunes 29 de octubre, la semana transcurrió bajo la sombra del temor por las dificultades en la siembra no sólo del maíz sino también de la soja.
Las lluvias en la mayor parte del área agrícola en el mes de octubre fueron absolutamente excesivas. En la zona núcleo, que define la producción de la Argentina, a lo largo de octubre hubo lluvias que acumularon más de 250 mm. Y que en algunos casos superaron los 300 mm. De hecho la BCR estima que alrededor del 80% de esta zona ha recibido entre 250 y 430 mm.
La mitad sur de Santa Fe y el norte de Buenos Aires sufren el problema de las napas de agua que se ubican muy cerca de la superficie.
A resultas de las heladas de fin de septiembre, del granizo y de la impresionante descarga de lluvias hay una considerable pérdida de plantas de maíz.
Recién unos días después empezó a llegar cierto alivio y algunos pudieron comenzar a sembrar, luego del 3 de noviembre. Se trata de lotes favorecidos; lomas con buen drenaje. Para esta semana, se espera que la siembra alcance un nivel generalizado, siempre y cuando no haya nuevas precipitaciones.
En un año normal, la siembra de maíz habría cubierto casi el 80% de la superficie a implantar pero en esta campaña la cosa es muy distinta no sólo porque el avance es sustancialmente menor sino porque además parte de lo sembrado se perdió por exceso de agua y en algunos casos por granizo.
Un gran problema hoy por hoy es la presencia, súbita y generalizada de malezas favorecidas por las condiciones climáticas y las lagunas y áreas anegadas que, aún en lotes altos, dificultan o impiden la siembra normal.
En estas circunstancias, dado el menor margen de tiempo de siembra respecto de la soja, es probable que la superficie de siembra original de este cereal caiga a favor de la oleaginosa.
Habría que hablar de algo así como 3,5 millones de hectáreas, con una alta proporción de maíz tardío, por lo que se va a requerir un mes de febrero lluvioso.
Por ello, nos atreveríamos a estimar un área de soja de 20 millones de hectáreas en lugar de 19,5 millones. Pero guarda… ello no significa que habrá necesariamente un volumen más elevado de soja. Porque las demoras tienen sus secuelas en la productividad. En definitiva nos estamos acercando a las fechas de soja de segunda, sin haber sembrado nada aún; o, muy poco.