Los Lynch pueden considerarse afortunados. Solamente perdieron un cuarto de la cosecha de maíz en el campo que la familia cultiva desde hace más de cien años en Iowa, Estados Unidos. En esta región, conocida como el cinturón maicero, solamente se recuerda un año tan seco como este en 1988. Pero ese año fue un poco mejor, por eso lo lugareños no dudan en reconocer que se trata de la peor sequía desde los años treinta.
El Cronista visitó Des Moines, Iowa, invitado por la organización Crop Life
International, para presenciar el seminario y entrega del premio anual World
Food Prize en esta ciudad.
Los altos precios de los granos son los que hicieron que este año no fuera un
desastre, explica Bob Lynch, quien pronto va a dejar todo el negocio en manos
de su hijo, Jay, que ya se ocupa de buena parte de las tareas. Emplazado en una
de las mejores zonas agrícolas del país, el campo de los Lynch está valuado en
unos u$s 25.000 la hectárea. Entre padre e hijo poseen poco más de 100 ha. pero
cultivan en total más de 700, sumando el terreno alquilado.
En el pasado era más frecuente compartir el riesgo, pero cada vez más, los
dueños de la tierra quieren efectivo a la hora de alquilar sus campos, explica
Jay, responsable de trabajar en las tierras que alquiló por cerca de u$s 900 la
hectárea. De no haber sido por los altos precios de este año, no habríamos
llegado a cubrir siquiera la mitad de los costos, agrega su padre.
En el mercado de Chicago, el maíz cerró ayer apenas por encima de los u$s 292,6
mientras que la soja terminó la jornada en u$s 551,16, unos 100 dólares por
debajo del techo que tocó hace poco más de un mes.
La alta volatilidad de los precios de los commodities depende, en buena medida, de lo que ocurre en los mercados financieros, pero las últimas correcciones en las estimaciones de cosecha estadounidense fueron las que ocasionaron la baja de los precios.
Mientras la cosecha continúa en algunas regiones cercanas al campo de los Lynch, la producción en esta zona terminó siendo algo mejor a lo esperado y esta es la situación que reflejan los últimos reportes del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA, por sus siglas en inglés). Buena noticia para los Lynch, mala noticia para los productores argentinos que guardaron su soja esperando mejores valores.
Además de los precios, los Lynch cuentan con otras dos herramientas de resguardo en los años malos. El 90% de los agricultores estadounidenses tienen un seguro y la mayoría de ellos están cubiertos contra sequía. El Gobierno del país subsidia la prima que cobran las aseguradoras para un seguro básico que cubre, generalmente, el 75% de los rendimientos proyectados para el año. En esta zona, según Bob Lynch, para una cobertura de este tipo en soja el Gobierno paga cerca de la mitad del costo de la prima. Y si el agricultor quiere un seguro más completo, paga, además de la mitad de la prima restante, un plus por un servicio superior. Aun así, los Lynch consideran que el seguro es costoso. ¿Pero usted no manejaría un auto sin seguro, verdad?, dispara Bob.
Además, un agricultor puede atravesar un mal año, incluso más, con pobres resultados, sin entrar en quiebra. Los bancos suelen entender estas situaciones, explica Bob, y aclara que los agricultores estadounidenses tienen un fácil acceso al crédito, con tasas de entre 3% y 4% anuales.
En poco tiempo la nieve va a cubrir el campo de los Lynch. Aquí no existen los cultivos de invierno y la única siembra que se hace es para cubrir el suelo y protegerlo de las inclemencias del frío, pero nada de eso se vende. La próxima siembra de soja y maíz comenzará en abril de 2013 y aun así, todavía falta mucho por hacer en el campo hasta que anochezca.