Los dirigentes sostienen que la visión actual de Cristina Kirchner es “voluntarista” y que durante su gestión se perdieron los ejes del modelo que generó el mandato de Néstor Kirchner: tipo de cambio alto, superávit fiscal y genuino saldo financiero externo.
En la actualidad, la realidad es bien distinta, porque el teorema económico kirchnerista se desmembró: –El dólar tiene un atraso del 20%.
–Las cuentas publicas, un déficit de 3 puntos del PBI.
–El frente externo acusa desajustes escondidos detrás de las forzadas medidas de control sobre las importaciones y la salida de divisas.
En otras palabras: los empresarios creen que hay desequilibrios macroeconómicos que el Gobierno no corrige y que generan inflación y demanda del público por el dólar barato.
Así, en la comunidad de hombres de negocios sostienen que la administración de la economía es errática y que los funcionarios muestran impericia cuando tratan de solucionar desequilibrios evidentes.
Guardada bajo siete llaves para evitar represalias, esa fue la conclusión real entre entidades como la UIA, la Asociación de Bancos, la Bolsa de Comercio y la AEA.
El mismo diagnóstico existe en las multinacionales, que no entienden ese modo de conducir la economía . La cúpula de IBM internacional está en Buenos Aires evaluando un panorama así de enrarecido. Aspiran a mantener un contacto con la Casa Rosada para hablar de sus problemas con sinceridad: es la misión de Jorge Goulu, su presidente en la Argentina.
Hace una semana, llegaron los máximos directivos de Volkswagen. Sólo pudieron reunirse con Hernán Lorenzino y se fueron con las manos vacías.
También todas las empresas de origen brasileño se quejan a diario en la embajada de su país y ya le pidieron acciones a Dilma Rousseff.
José Ignacio de Mendiguren fue el nexo de varias multinacionales con el Gobierno.
En el exterior no entienden la ausencia de un comando centralizado de la economía para encarar los problemas, que se carezca de un plan coordinado y que, encima, existan cuatro funcionarios que adopten medidas que se superponen : Axel Kicillof, Guillermo Moreno, Mercedes Marcó del Pont y Ricardo Etchegaray. Para esas compañías, las peleas entre los cuatro complican la instrumentación de soluciones.
La mayor divergencia de los industriales con la Presidenta está centrada en la actitud antiempresaria del oficialismo, la falta de respeto a los contratos y la visión complaciente de la competitividad de la Argentina (según el Foro Económico Mundial, ahora cayó varias posiciones y está al nivel de Grecia, Mongolia y Serbia).
“El tipo de cambio no está retrasado”, dijo la Presidenta para ratificar el rumbo y responder a las críticas. Esto generó temor en Tecnópolis , porque confirma una política de dólar barato cuyas consecuencias ya las vivió el país con Martínez de Hoz y Cavallo . Esa convicción de Cristina choca contra una realidad expuesta en las propias medidas de su Gobierno: el desprolijo control de cambios, ejecutado con aval de la Casa Rosada, se debe al atraso del dólar que incentiva la fuga de capitales y la caída de reservas.
Los banqueros de Jorge Brito (ADEBA) hablan de retraso cambiario y ubican el valor real del dólar en 5,40 pesos.
En la Unión Industrial sostienen que el tipo de cambio representa una pérdida de competitividad del 20% y que el dólar oficial debería estar como mínimo a 5,60 pesos.
Pero la mayor inquietud en los dirigentes fabriles se originó por el argumento que utilizó la Presidenta para justificar el atraso del tipo de cambio.
Afirmó –como Cavallo en los 90– que favorecía la compra de insumos baratos para la industria. En tiempos de Martínez de Hoz y de Cavallo el retraso cambiario fue utilizado como instrumento antiinflacionario, a costa de la actividad fabril. Marcó del Pont lo denunció en sus trabajos de la FIDE, pero ahora, para mantenerse al frente del BCRA, se desdice de tres décadas de escritos y estudios .
Además, la actuación del equipo económico le agrega mucho más ruido a una coyuntura difícil. La “mala praxis” de los funcionarios complica a Cristina.
Guillermo Moreno acusa a Marcó del Pont de haber retrasado el dólar durante el período 2010/11, obligando al Gobierno a introducir el rígido control de cambios.
En las últimas semanas, Moreno mantuvo reuniones con dirigentes peronistas y empresarios. Se refirió groseramente a la titular del Central y denunció que “ella nos metió en este lío” . Marcó del Pont se defiende de las acusaciones, y en un encuentro con banqueros justificó sus incoherencias: “ La que fija la política cambiaria es la Presidenta ; yo sólo la instrumento.” Algo semejante ocurre con Axel Kicillof, quien se jacta ante sus íntimos de bajarle línea “progresista” a Cristina.
Kicillof promete vengarse de los empresarios que ganaron plata y repite entre ellos: “Ya ganaron mucho, ahora la van a tener que poner toda.” Pero las miradas de la interna caen sobre Ricardo Echegaray. Estos días habló en exceso, aclaró poco y confundió mucho . Moreno sostiene que la desordenada instrumentación de la AFIP le hace pagar un alto costo político a la Presidenta. Exclama: “Echegaray hace todo mal”.
Pero desde la AFIP, su titular se defiende atacando. Y acusa a Moreno de buscar otros culpables, para lavar su responsabilidad por los groseros errores que comete en la Secretaría de Comercio.